Aterriza como puedas
TRES MESES y medio despu¨¦s de los tr¨¢gicos accidentes a¨¦reos ocurridos en la zona de Barajas, en los que perdieron la vida 274 personas, una auditor¨ªa encargada por el Gobierno a la Intervenci¨®n General del Estado ha denunciado las condiciones en que se desenvuelve la gesti¨®n y el funcionamiento de los aeropuertos espa?oles. Las serias carencias en seguridad y salvamento, la confusi¨®n de competencias y de personal entre distintos departamentos de la Administraci¨®n, una contabilidad de escasa fiabilidad y alto riesgo de fraude, las inversiones in¨²tiles y las concesiones de explotaci¨®n caprichosas dibujan una situaci¨®n injustificable.Al igual que sucediera el pasado mes de diciembre ante las cr¨ªticas y preguntas a prop¨®sito de las cat¨¢strofes de Barajas, los responsables de la aviaci¨®n civil y de los aeropuertos espa?oles han optado por negar en redondo la falta de seguridad, por desvirtuar y minimizar el resto de las observaciones de la Intervenci¨®n General del Estado o por atribuir la mayor¨ªa de las deficiencias a la herencia recibida. del pasado. Las normas o recomendaciones de la Organizaci¨®n Internacional de Aviaci¨®n Civil (OACI), cuya. fuerza vinculante para los Estados miembros es relativa, se han convertido en la ¨²ltima trinchera desde la que el Ministerio de Transportes y Comunicaciones ha organizado su defensa frente a las cr¨ªticas formuladas contra la inseguridad de nuestros aeropuertos. Sin embargo, la reiterada afirmaci¨®n de los directores generales de Aeropuertos y de Aviaci¨®n Civil de que se cumplen las normas de la OACI no parece coartada suficiente para justificar que el d¨ªa en que se realiz¨® la auditor¨ªa en Barajas s¨®lo estuviera en perfectas condiciones uno de los 11 veh¨ªculos contra incendios, que la edad media de los bomberos de los aeropuertos de Madrid y Barcelona sea de 49 a?os y que el parque de estos servicios en los aeropuertos espa?oles est¨¦ integrado en gran medida por veh¨ªculos procedentes de la hist¨®rica ayuda norteamericana. Tampoco parece raz¨®n suficiente para despreciar la observaci¨®n de la Intervenci¨®n General del Estado sobre la falta de preparaci¨®n en primeros auxilios de los conductores de ambulancias o de los bomberos.
Las denuncias del sindicato espa?ol de pilotos -con motivo de los accidentes de diciembre- y del comit¨¦ de operadores de l¨ªneas a¨¦reas del aeropuerto de Barajas -recogida en la auditor¨ªa comentada- tampoco pueden ser arrojadas displicentemente al cesto de los papeles con el argumento de que los responsables de nuestra navegaci¨®n a¨¦rea disponen de dos informes internacionales (Administraci¨®n federal de Estados Unidos y Asociaci¨®n Internacional de Aeropuertos Civiles) que les resultan favorables; m¨¢xime cuando las opiniones sobre Barajas del comit¨¦ de operadores, recogidas en el mes de enero, afirman que "los mayores problemas de seguridad se presentan en la se?alizaci¨®n, escasa y mala en plataforma y de muy deficiente visibilidad en horas nocturnas o con lluvia". ?Qu¨¦ inter¨¦s podr¨ªan tener los profesionales de las l¨ªneas a¨¦reas que operan en Barajas en denunciar unas carencias de seguridad que seg¨²n la Administraci¨®n son inexistentes?
Al margen de los temas de seguridad, y como caldo de cultivo para tales deficiencias, se encuentra el caos administrativo de la gesti¨®n y explotaci¨®n de nuestros aeropuertos. Han pasado ya siete a?os desde que los aeropuertos dejaron de depender de la Administraci¨®n militar. Tras 15 meses de gesti¨®n socialista, todav¨ªa hoy no han sido claramente delimitadas las competencias, las atribuciones y las responsabilidades concretas de cada uno de los departamentos u organismos con jurisdicci¨®n sobre aeropuertos y tr¨¢fico a¨¦reo. Esta situaci¨®n produce trasvases de personal y funcionarios que cobran de un organismo y trabajan para otro, solapamiento de funciones y responsabilidades y, en definitiva, descontrol.
Aun aceptando -como hip¨®tesis de trabajo- que los auditores de la Intervenci¨®n General del Estado, llamados por el propio Ministerio de Transportes, pudieran haber cometido errores, tal y como se afirma en la Direcci¨®n General de Aviaci¨®n Civil, el documento sigue siendo una abrumadora recopilaci¨®n de hechos y situaciones incre¨ªbles, pero constatables. ?C¨®mo se pueden seguir ignorando los costes de cada uno de nuestros aeropuertos? ?C¨®mo no se replantea el Gobierno una dr¨¢stica reducci¨®n en su elevado n¨²mero? Resulta imposible olvidar que durante el trienio 1980-1982 se perdieron 14.550 millones de pesetas, que algunos aeropuertos -como el de Salamanca- no cuentan con una sola l¨ªnea regular y que otros -como los gallegos o los vascos- distan entre s¨ª menos kil¨®metros que los que separan a las grandes capitales europeas de sus respectivos aeropuertos. Y tampoco resulta f¨¢cil disculpar la ausencia de explicaciones sobre datos tan sorprendentes -aportados por la auditor¨ªa- como la ausencia de valoraciones contables del inmovilizado (cuando el patrimonio de aeropuertos es, como m¨ªnimo, de 50.000 millones de pesetas), la existencia de una oficina de recaudaci¨®n que se entera por los propios clientes de deudas que no ten¨ªa registradas, la instalaci¨®n de pasarelas que por su mala ubicaci¨®n no llegan a utilizarse, el dificil encaje legal de algunas tasas o la justificaci¨®n de algunas concesiones de explotaci¨®n.
De un ministro socialista cab¨ªa esperar errores, deficiencias o tropiezos en su primera etapa de rodaje, fruto de la inexperiencia administrativa, pero no tales dosis de arrogancia y prepotencia a la hora de dar cuenta de su gesti¨®n y de asumir sus equivocaciones ante los ciudadanos.
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