La propuesta de paz de la oposici¨®n salvadore?a
Las elecciones previstas para el pr¨®ximo d¨ªa 25 de este mismo mes en El Salvador son forzadas y no pueden resolver nada, dice el autor de este trabajo, ya que no se efect¨²an en condiciones normales ni ofrecen la posibilidad de participar a todas las fuerzas pol¨ªticas. La fuerza de la guerrilla es cada vez mayor, y la respuesta norteamericana de aumentar la ayuda militar y econ¨®mica al Gobierno tampoco parece ofrecer una soluci¨®n posible. De ah¨ª que, en su opini¨®n, haya que contar con la nueva oferta de paz de la oposici¨®n, que aqu¨ª describe.
El anuncio de una nueva propuesta de paz que el 9 de febrero de 1984 hizo la oposici¨®n salvadoref¨ªa qued¨® completamente oscurecido en los medios de comunicaci¨®n y en c¨ªrculos pol¨ªticos por la muerte del l¨ªder sovi¨¦tico y los sucesos de L¨ªbano. Aunque buena parte de la Prensa lo mencion¨® en su d¨ªa, la vor¨¢gine de los acontecimientos suprimi¨® el comentario y la discusi¨®n que hubieran sido necesarios para sensibilizar a la clase pol¨ªtica sobre una iniciativa importante para llevar la paz a ese desgraciado pa¨ªs.La oferta de la oposici¨®n salvadore?a viene en un momento en que los ¨¦xitos militares del Frente Farabundo Mart¨ª de Liberaci¨®n Nacional (FMLN) en lo que va de a?o (cuartel de El Para¨ªso, puente Cuscatl¨¢n, hacienda Atiocoyo, etc¨¦tera) hacen dudar a los observadores de que el Ej¨¦rcito salvadore?o sea capaz de aguantar s¨®lo por muchos meses m¨¢s el ritmo de los ataques de la guerrilla. Viene, pues, en un momento en que, siendo improbable la derrota militar de la oposici¨®n, se va haciendo necesaria la intervenci¨®n directa de las tropas norteamericanas. La oposici¨®n no negocia por debilidad; quiere negociar, y creemos que con sinceridad, para evitar la intervenci¨®n norteamericana y capitalizar pol¨ªticamente tanto sus propios ¨¦xitos militares como los fracasos pol¨ªticos y militares del r¨¦gimen. No parece, pues, que se trate de una mera maniobra dilatoria ni de otro g¨¦nero.
La propuesta de un Gobierno provisional de amplia participaci¨®n ofrece una alternativa pol¨ªtica a las forzadas elecciones del 25 de marzo pr¨®ximo. Para la oposici¨®n, esas elecciones no pueden solucionar nada, porque ni se hacen en condiciones normales ni ofrecen la posibilidad de participar a todas las fuerzas pol¨ªticas que aspiran al poder. Los observadores pol¨ªticos no involucrados directamente en la operaci¨®n electoral reconocen que con ellas no se puede resolver el conflicto y que incluso se puede agudizar si se entronizara en el poder por v¨ªa electoral a los escuadrones de la muerte y a la fracci¨®n m¨¢s intransigente de la oligarqu¨ªa.
Y si las elecciones del 25 de marzo no ofrecen una salida, ?qu¨¦ otra soluci¨®n pol¨ªtica queda m¨¢s que la negociaci¨®n? El informe Kissinger, que menciona t¨ªmida y cr¨ªpticamente esta posibilidad, no aporta una soluci¨®n diferente de la que busca en vano su Gobierno. Propone lo mismo, s¨®lo que en mayor cantidad; como si con un aumento del volumen de ayuda militar se pudiera cambiar la calidad del ej¨¦rcito de un Gobierno salvadore?o para ganar los "corazones y las mentes" de la poblaci¨®n y as¨ª ganar la guerra. Pero ya ahora es abundantemente claro que ni el problema pol¨ªtico ni el problema militar pueden resolverse con m¨¢s armas y m¨¢s d¨®lares.
Algunos pensar¨¢n en la iniciativa de los pa¨ªses del grupo de Contadora... Pero, desgraciadamente para los salvadore?os, esta noble iniciativa, tan apoyada en Europa y en Espa?a, no contiene mecanismos concretos para resolver un conflicto interno como es el de El Salvador. En este vac¨ªo de soluciones pol¨ªticas concretas, la propuesta de la oposici¨®n salvadore?a merece suma atenci¨®n, aunque no fuera m¨¢s que por ser la ¨²nica.
Metodolog¨ªa antib¨¦lica
Lo m¨¢s importante de la propuesta es que contiene una metodolog¨ªa concreta para terminar la guerra, que no implica el dominio de un lado sobre el otro, aunque tampoco la vuelta al statu quo, que no solucionar¨ªa nada. Ni se propone, como se ha dicho ciegamente, una soluci¨®n pol¨ªtica que pueda llevar a la oposici¨®n al poder por la fuerza de las armas, ya que las armas de la oposici¨®n se integrar¨ªan en el nuevo Ej¨¦rcito salvadore?o. El FMLN no est¨¢ dispuesto a dejar las armas ni pide al Ej¨¦rcito que deje la suyas; s¨®lo pide que se junten en una instituci¨®n militar renovada para apoyar un proyecto pol¨ªtico pluralista. De esta manera, permitiendo la neutralizaci¨®n, que no desaparici¨®n, de sus armamentos, las fuerzas populares tendr¨ªan que aspirar a conquistar el poder, como aspira todo partido pol¨ªtico, a trav¨¦s de la organizaci¨®n, la propaganda, la lucha pol¨ªtica, que no excluye las elecciones, pero no ya por v¨ªa militar. No parece que haya trampa en esta propuesta, que no contempla la sustituci¨®n" del ej¨¦rcito burgu¨¦s por el ej¨¦rcito popular.
Fuera de una soluci¨®n de este tipo, la guerra s¨®lo puede terminarse con la victoria de una de las partes contendientes, lo cual no parece probable en un tiempo razonablemente corto. Quien desee sinceramente que acaben los suffimientos del pueblo salvadore?o tiene que considerar seriamente la propuesta de la oposici¨®n. Eso piensa tambi¨¦n la jerarqu¨ªa cat¨®li ca de El Salvador.
Hay dos claves para entender la novedad de esta propuesta: la amplitud de las fuerzas invitadas a oponerse al abuso de poder de unos pocos grandes propietarios y unos pocos niflitares corruptos, y el mecanismo de compensaci¨®n entre las diversas fuerzas participantes en el proyecto para asegu. rar su pluralismo. La menci¨®n ex pl¨ªcita de las elecciones como una fase culminante del proceso de transici¨®n a la democracia no es, en realidad, una novedad, aunque es un elemento que reafirma la voluntad de fair play de la oposici¨®n.
La propuesta habla expresamente de "un Gobierno en donde no predominar¨¢ una sola fuerza" (como sucede, por ejemplo, con el Frente Sandinista en Nicaragua), e insiste en "una amplia participaci¨®n de fuerzas pol¨ªticas y sociales", de las que s¨®lo se excluye a la formaci¨®n politica Arena, que se considera como el brazo pol¨ªtico de los escuadrones de la muerte, o sea, los promotores de la criminal represi¨®n de estos a?os. As¨ª formulada, la propuesta contiene una dif¨ªcil invitaci¨®n a los actuales compa?eros de viaje de la oligarqu¨ªa salvadore?a, c¨®mplices por omisi¨®n de la represi¨®n, a que abandonen sus alianzas y se integren en un proyecto m¨¢s amplio y ciertamente m¨¢s popular que el actual y que el que probablemente saldr¨¢ de las pr¨®ximas elecciones.
La propuesta tiene sus dificultades, porque el Ej¨¦rcito, al que se le pide una autodepuraci¨®n, y el Gobierno de EE UU, que acaba de destitutir a Richard Stone por encontrarlo demasiado inclinado a la negociaci¨®n con la oposici¨®n, lo han apostado todo a la victoria militar sobre la guerrilla y no quieren ni o¨ªr hablar de negociaci¨®n.
Escribo este comentario con la tenue esperanza de que los pa¨ªses democr¨¢ticos de Europa occidental, aliados de EE UU, influyan sobre su actual Gobierno para que se abra lo antes posible a considerar la ¨²nica v¨ªa de soluci¨®n que existe. La oposici¨®n, por supuesto, no puede tener la ¨²ltima palabra, pero tampoco la pide. S¨®lo pide comenzar a hablar en serio.
Luis de Sebasti¨¢n fue vicerrector de la Universidad Centroamericana de El Salvador.
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