El imperio del amor
"No quiero que el p¨²blico salga de mis pel¨ªculas pensando en otras pel¨ªculas, sino en la gente que conoce". Ese prop¨®sito que John Sayles proclama como su norte est¨¢ plenamente logrado en Lianna, un filme que resulta emocionante y sincero, que se impone a sus evidentes limitaciones t¨¦cnicas y presupuestarias a base de abrirle las puertas a la realidad.No se trata de documentalismo, porque hay un gui¨®n bien construido, unos actores espl¨¦ndidos y mejor dirigidos, que disfrutan de unos di¨¢logos cre¨ªbles y de una serie de peque?as anotaciones con las que elaborar sus personajes. Se trata de captar y fabricar realidad, para documentar las preocupaciones de una ¨¦poca y de una generaci¨®n, la que se ha dado en llamar de 1968.
Lianna
Director:John Sayles. Int¨¦rpretes: Linda Griffiths, J. Walleren, J. Devries, Jo Wenderson, J. W. MacDonald. Gui¨®n:John Sayles. Fotograf¨ªa: Austin de Besche. M¨²sica: Mason Daring. Local de estreno: Rosales
Lianna seduce al espectador de la misma manera que seduce -no es la palabra exacta- el enamoramiento. En la pantalla tenemos a dos mujeres que se besan, que declaran necesitarse, que se desean o que lloran. No todos los planos est¨¢n bien encuadrados, iluminados y montados, pero el espectador tiene la sensaci¨®n de asistir por primera vez a aquello que es tan viejo como el mundo: el descubrimiento del deseo, del amor y su correlato de soledad.
Basta con eso, con lograr transmitir lo que siente el personaje de Lianna cuando se atreve a vivir por primera vez. El abandono o expulsi¨®n del hogar conyugal equivale a sumergirse en un ambiente que no es as¨¦ptico, en el que no todo el mundo se comporta de acuerdo con la normativa social y las ansias de escalada profesional. Vamos, un mundo en el que los sentimientos a¨²n son importantes y las palabras no han llegado a desgastarse por el mal uso que se hace de ellas, porque hay quien cree en lo que expresan.
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