Galindo se va de puntillas
En silencio, sin ru¨ªdo, de puntillas, es como no puede salir un novillero de su escalaf¨®n, para pasar al superior de matadores. Y sin embargo as¨ª es como se fue ayer Fernando Galindo, un torero que posee buena t¨¦cnica, como saben muchos y ¨¦l seguramente no se lo llega a creer.Posiblemente Galindo podr¨ªa con sus novillos, les sacar¨ªa mayor partido, si superara la inseguridad que trasluce tanto frente al toro como frente al p¨²blico. D¨¢ la sensaci¨®n que no se f¨ªa ni de uno ni de otro. A veces, como ocurri¨® ayer en su primero, consigue liberar complejos, y torea con aplomo y hondura. Algunos naturales los logr¨® aderez¨¢ndolos con gotas de rica esencia, y en los redondos corri¨® la mano con suavidad y mando.
Plaza de Las Ventas
1 de abril.Cuatro novillos de Benjam¨ªn Vicente; segundo y quinto, sobreros de Manuel Moreno Pidal. Terciados, flojos, con problemas. Fernando Galindo. Estocada corta delantera (aplausos y salida al tercio). Dos pinchazos, estocada delantera y descabello (silencio). Emilio Oliva. Dos pinchazos, estocada enhebrada y descabello (silencio). Media estocada baja (algunas palmas). Paco Villalta. Dos pinchazos en la suerte de recibir, otro -aviso-, estocada y seis descabellos (silencio). Estocada (palmas).
Vali¨® poco el resto de la faena por premiosa, reiterativa y, principalmente, vulgar. El cuarto se le quedaba en el centro de la suerte y no pudo lucir. Su labor fue acogida con silencio. Al p¨²blico, a aqu¨¦llas alturas de la desapacible tarde, parec¨ªa importarle poco que Galindo tomara la alternativa o no: "Uno m¨¢s que da el paso".
Desapacible tarde, poco brillante, cuyo inter¨¦s s¨®lo pod¨ªan apreciar estudiosos de la tauromaquia, con ganas adem¨¢s de someter a an¨¢lisis los sucesos de la lidia. Es una actitud meritoria esta de ir a los toros con esp¨ªritu de servicio y prop¨®sito investigador. De dicho talante, a lo Fleming, hay algunos en la plaza y tras las oportunas pruebas de laboratorio, pudieron descubrir que quien torea -y bien- es Paco Villalta. Variado con el capote, suyo fue el mejor repertorio de lances, que interpret¨® por ver¨®nicas, tambi¨¦n media -una de ellas, superior-, navarras, chicuelinas y tijerillas.
El viento, el fr¨ªo, el genio de los novillos, la inexperiencia propia del encausado, pudieron provocar que superficiales observadores le tuvieran poco en cuenta, pero quienes hicieron las reacciones y contrastes torerom¨¦tricos que son del caso, apreciaron valor, conocimiento de las suertes, gusto para interpretarlas. Ya se ver¨¢, tiempo adelante, con toros buenos, sol y moscas a d¨®nde puede llegar Villalta.
Con el peor lote hubo de medirse Emilio Oliva. Se trat¨® de g¨¦nero sobrero, pues lo titular que le sacaron en principio ten¨ªa salud precaria. La presidencia orden¨® su retorno al corral, despu¨¦s de permitir que la afici¨®n se llevara un disgusto tremendo porque parec¨ªa que no iba a hacer ni caso de sus protestas. Ambos novillos hocicaban la arena, ca¨ªan de boca, de anca y de costado, rodaban. Todo tipo de volantines hicieron los novillos bajo el griter¨ªo general, crispado flamear de pa?uelos, severas recriminaciones a la competencia del palco y a la probidad de la empresa, sin que el presidente, llamado el se?or Font, pareciera inmutarse: hac¨ªa el Don Tancredo con admirable propiedad.
Finalmente, cuando ya a la afici¨®n le iba a dar una alferec¨ªa, exhib¨ªa el pa?uelo, por cierto no blanco, ni de ninguno de los dem¨¢s colores que prescribe el reglamento, pues la mugre le daba un tono indefinible. Los sobreros eran de Moreno Pidal. Apagado y corto de arrancada uno, manso, berre¨®n, duro y bronco otro. Emilio Oliva estuvo con ambos tan valent¨®n como destemplado y dio r¨¦plica violenta a las embestidas. Como lidiador a¨²n lo hizo peor, y los primeros tercios eran un barullo.
Entre toses, estornudos e imprecaciones (al palco y a la empresa, principalmente) concluy¨® la novillada. De ella sal¨ªa para matador un novillero con oficio, y lo hac¨ªa en silencio, sin ru¨ªdo, de puntillas. Malo, porque, as¨ª las cosas, nadie se va a enterar de que llega al nuevo escalaf¨®n.
Babelia
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