Renace en Hollywood la leyenda de los 'oscars'
'La fuerza del cari?o' y 'Fanny y Alexander', favoritas para el premio a las mejores pel¨ªculas del a?o
Desde primeras horas de ma?ana, fan¨¢ticos del cine comenzar¨¢n a congregarse junto al Dorothy Chandler Pavillion de Los Angeles, horas antes de la entrega de los 'oscars', el rito que, desde 1929, jalona cada primavera del cine norteamericano. Un director nuevo, James Brooks, con La fuerza del cari?o, suena; como suenan Shirley McLaine o Jack Nicholson, entre otros. Espa?a, con la Carmen de Saura, tiene opci¨®n a repetir la suerte de Jos¨¦ Luis Garci, pero Bergman es un rival nada f¨¢cil. Los premios de la Academia sufrieron, con el ocaso del viejo Hollywood, un eclipse casi mortal, pero resurgen, tal vez porque los otorgan por votaci¨®n los profesionales de un medio caracterizado por su innegable eficiencia.Desde primeras horas del lunes, cientos de ¨¢vidos aficionados, t¨¦cnicos de las cadenas de televisi¨®n y ejemplares variados de la fauna del downtown angelino empezar¨¢n a congregarse en los aleda?os del Dorothy Chandler Pavillion, la mayor sala de conciertos de la ciudad, donde desde 1969 se celebra la gala de los oscars de la academia.Desde sus comienzos, el 16 de mayo de 1929, cuando unos 270 invitados acudieron a la cena en el Roosevelt Hotel, de Hollywood, hasta la actualidad, el acontecimiento ha sufrido notables cambios, el mayor la llegada de la televisi¨®n en 1953, cuando aun se celebraba en el teatro Pantages.
Tambi¨¦n en esta fecha se solucion¨® uno de los problemas que oscurec¨ªan m¨¢s la imagen de estos premios, las acusaciones de manipulaci¨®n que se vert¨ªan sobre los grandes estudios que controlaban la academia, concretamente sobre la Metro-Goldwin-Mayer y la figura de Louis B. Mayer.
Durante la primera d¨¦cada, MGM consigui¨® ser seleccionada 155 veces y gan¨® 33 oscars, el doble de cualquier otro estudio. La decisi¨®n de poner en manos de Price Waterhouse, una auditora econ¨®mica privada, el recuento de los votos, disip¨® definitivamente los rumores de fraude.
La sorpresa como norma
Se equivocan quienes, especialmente en Europa, consideran que los resultados se saben ya, o que la academia al seleccionar tiene en cuenta factores pol¨ªticos, comerciales o, simplemente, pr¨¢cticos, como cuando se minimizan las posibilidades de la pel¨ªcula espa?ola este a?o, simplemente porque ya gan¨® el pasado. Esto se ha producido muchas veces y las sorpresas son m¨¢s norma que excepci¨®n de la historia de los oscars que conmemoran su 56? edici¨®n.
Por esta raz¨®n La fuerza del cari?o, que est¨¢ seleccionada en 11 diferentes categor¨ªas, es, indiscutiblemente, la favorita. Su director, el debutante James L. Brooks, tiene ya asegurado el premio a la mejor direcci¨®n tras ganar el del sindicato de directores que tradicionalmente ha coincidido siempre con el oscar. Es el filme que mejor representa la tradici¨®n de la cinematograf¨ªa norteamericana: comercial, bien escrito y realizado, rebosante de estrellas.
Si a?adimos que este tipo de temas relacionados con la vida cotidiana, con los problemas de la sociedad actual norteamericana, son unos de los preferidos de los acad¨¦micos -Kramer contra Kramer, Gente corriente- se ver¨¢ claro que entre sus competidoras s¨®lo Tender mercies, del australiano Bruce Beresford, podr¨ªa sorprenderla. Ni The right stuff, la fallida saga de los primeros astronautas, ni El reencuentro ni The dresser, filme brit¨¢nico de lucimiento de actores, parecen contar con posibilidades.
'Estrellas' y actores
Tampoco Shirley McLaine lo tiene muy dif¨ªcil. El impacto de su trabajo en La fuerza del cari?o la sit¨²a muy por encima de sus competidoras. Ni su compa?era de trabajo, Debra Winger, ni Meryl Streep por la caracterizaci¨®n de Karen Silkwood, la trabajadora de la planta nuclear, alcanzan en estos momentos su popularidad. Tal vez la ¨²nica actriz que podr¨ªa sorprenderla sea Jane Alexander, una impecable, aunque oscura profesional, cuyo trabajo en Testament, uno de los mejores, tiene posibilidades de sor tomado en serio por sus colegas, que gustan, a veces, de conceder la estatuilla a actores sin carisma de estrellas.
Las otras categor¨ªas se presentan mucho m¨¢s inciertas. El premio al mejor actor est¨¢ abierto a todo tipo de especulaci¨®n. De los cinco candidatos tan s¨®lo uno podr¨ªa descartarse, Tom Conti, por su papel del poeta alcoholizado en Reuben, reuben. De los dem¨¢s la academia podr¨ªa inclinarse por Robert Duval, extraordinario como el cantante fracasado en Tender mercies, aunque la abrumadora representaci¨®n brit¨¢nica -Tom Courtenay, Albert Finney y Michael Caine, adem¨¢s de Conti- deber¨ªa, en buena l¨®gica, llevarse la estatuilla al Reino Unido.
Igual sucede con los candidatos a los premios para mejor actor y actriz secundarios. Entre las mujeres, la vencedora deber¨ªa estar entre la peque?a Linda Hunt, seleccionada por un papel masculino el fot¨®grafo de la pel¨ªcula El a?o que vivimos peligrosamente- y Glenn Close, la ¨²nica de los ocho actores de El reencuentro que est¨¢ en liza.
Entre los secundarios masculinos, el favorito del p¨²blico es Jack Nicholson, el astronauta de La fuerza del cari?o, pero la cr¨ªtica parece preferir a Sam Shepard, el hombre que rompi¨® la barrera del sonido en The right stuff. Como tercero, John Lithgow, actor secundario en la gran tradici¨®n norteamericana, aunque competir en el mismo filme que Nicholson le resta posibilidades.
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