El fortalecimiento de Europa, un reto frente a Jap¨®n y Estados Unidos
INMACULADA DE LA FUENTE El economista Andr¨¦ Gunder Frank, un cl¨¢sico de la izquierda latinoamericana que tuvo el raro privilegio de vivir la teor¨ªa y la, pr¨¢ctica revolucionaria en su propia carne durante la etapa de Salvador Allende en Chile, reflexiona ahora sobre los movimientos pacifistas en relaci¨®n a la crisis econ¨®mica europea. Frank, 53 a?os, combina una rigurosa formaci¨®n econ¨®mica con un escepticismo elegante sobre el provenir de Europa. Profesor en la universidad de Amsterdam, tras una estancia en Inglaterra y una etapa de paro forzoso por motivos pol¨ªticos en Alemania, pa¨ªs de origen al que regres¨® tras su huida de Chile en 1973, ha visitado Espa?a para presentar su ultimo libro, El desaf¨ªo europeo, en el que defiende la distensi¨®n como f¨®rmula de recuperaci¨®n econ¨®mica para Europa.
El golpe militar chileno destroz¨® la etapa m¨¢s intensa de Frank, la aventura personal que le uni¨® a la izquierda radical chilena en un intento de hacer tangibles sus teor¨ªas sobre el desarrollo del subdesarrollo. El sangriento final de su sue?o sumi¨® a este intelectual en una d¨¦cada pesimista, con un importante peso bibliogr¨¢fico: cuatro libros sobre la crisis econ¨®mica, publicados en Bruguera, Siglo XXI de M¨¦xico, Anagrama y -este ¨²ltimo- en la Fundaci¨®n Pablo Iglesias. Ahora Frank ve en la colaboraci¨®n econ¨®mica con los pa¨ªses del Este una salida econ¨®mica y pol¨ªtica para el continente europeo, frente al nepotismo de Estados Unidos y la primac¨ªa de Jap¨®n."El creciente conflicto dentro de la Alianza Atl¨¢ntica, que empez¨® por motivos econ¨®micos, se manifiesta", dice al empezar la entrevista, "cada vez m¨¢s en desacuerdos pol¨ªticos y estrat¨¦gicos. El desaf¨ªo europeo es por lo mismo doble: sobreponerse al debilitamiento de la alianza con Estados Unidos y solucionar sus problemas econ¨®micos y pol¨ªticos, especialmente el peligro de guerra nuclear".
Pregunta. Seg¨²n expone en su libro, la llamada amenaza sovi¨¦tica -en la que usted no cree- se vuelve imposible si se estrechan los lazos comerciales con los pa¨ªses del Este. ?De veras conf¨ªa en que los intereses econ¨®micos por s¨ª solos contribuyan a la superaci¨®n de los bloques?
Respuesta. Depende. El libro da cuenta del deterioro de las relaciones entre Estados Unidos y Europa, que yo entiendo como una de las muchas manifestaciones de la crisis mundial. En anteriores crisis econ¨®micas mundiales tambi¨¦n hubo p¨¦rdida de la hegemon¨ªa del poder central, como pas¨® con Inglaterra. En la crisis actual hay una p¨¦rdida relativa del poder¨ªo norteamericano frente al desaf¨ªo europeo y japon¨¦s. Claro que tambi¨¦n hay otras manifestaciones de la crisis, como el paro... Y Europa se enfrenta a varias opciones. Una es la de seguir, como anta?o, la pol¨ªtica norteamericana y monetarista, con grandes costes sociales y pol¨ªticos y sin mayor ¨¦xito, porque ya no es viable. Otra es el nacionalismo creciente, una especie de involuci¨®n hacia dentro, pero en los pa¨ªses europeos eso no es soluci¨®n ni frente a la crisis ni frente al peligro de guerra. Una tercera opci¨®n, la que se denomina fortaleza europea, empezando a partir de la CEE y otros pa¨ªses occidentales para hacer la reconversi¨®n industrial, con una nueva pol¨ªtica keynesiana, con altos aranceles hacia todos los lados y la tentativa de mantener dentro de Europa ooccidental cierta integraci¨®n. Y la cuarta posibilidad...
P. Que es la que contempla usted...
R. S¨ª. Hay que ensanchar la base de intereses econ¨®micos hacia la Europa oriental, porque tambi¨¦n hay crisis econ¨®mica y pol¨ªtica en Europa oriental, as¨ª como problemas de relaci¨®n con la URSS. Hay un inter¨¦s por comerciar y obtener tecnolog¨ªa occidental. Hay inter¨¦s en Europa occidental por el mercado de Europa oriental. Sobre esta base, existe la posibilidad de una distensi¨®n y acaso la construcci¨®n de una Europa desnuclearizada.
P. Otros piensan que la dependencia de Europa respecto a Estados Unidos es muy fuerte y que militarmente hay una supremac¨ªa occidental.
R. D¨¦jeme seguir entonces. Que esos intereses econ¨®micos existen se comprob¨® el a?o pasado con la batalla del gasoducto, en la que los europeos no aceptaron el embargo impuesto por Estados Unidos y adujeron, incluso, que se trataba de una intromisi¨®n en su soberan¨ªa. Luego los alemanes de la RFA concedieron un cr¨¦dito de mil millones de marcos a Alemania oriental y el Gobierno de derechas de Khol ha insistido tanto o m¨¢s que Schmidt en mantener buenas relaciones con la RDA y Europa oriental en general. Y Margaret Thacher va a Hungr¨ªa a pesar de los evidentes desacuerdos ideol¨®gicos. En la Conferencia de Madrid fueron los europeos los que propusieron la de Estocolmo y que en la de Estocolmo se tratara de construir esas medidas de confianza. Los norteamericanos no ten¨ªan ning¨²n inter¨¦s. Todos los conflictos que ha habido respecto al emplazamiento de cohetes demuestran la diferencia de intereses entre norteamericanos y europeos.
P. Pero la doble decisi¨®n ha sido una cesi¨®n de derechos por parte de los europeos. Y el no tener la llave para lanzar los misiles es tambi¨¦n una dejaci¨®n de derechos. ?No es aventurado esperar que los intereses econ¨®micos van a impedir una guerra de teatro en Europa promovida desde fuera?.
R. Mi opini¨®n es que esta base econ¨®mica no garantiza, pero s¨ª facilita una pol¨ªtica en favor de la paz y el pan y el trabajo. Permitir¨ªa un relanzamiento econ¨®mico que podr¨ªa ser el fundamento de una eventual desnuclearizaci¨®n de Europa, por cuanto ofrece una alternativa adicional a los movimientos por la paz en Europa occidental. No basta pronunciarse contra los cohetes, que est¨¢ muy bien, pero hay que buscar aliados t¨¢cticos y estrat¨¦gicos entre los intereses econ¨®micos y pol¨ªticos creados, cosa que se ha descuidado mucho, excepto en el SPD alem¨¢n, que, como se sabe, habiendo sido a trav¨¦s de Schmidt el iniciador de la doble decisi¨®n, luego se ha opuesto al emplazamiento de los misiles. Esta estrategia, adem¨¢s, tiene la ventaja de que ofrece una base de liberalizaci¨®n pol¨ªtica en Europa oriental.
P. Por la v¨ªa econ¨®mica tambi¨¦n.
R. S¨ª, porque a m¨¢s austeridad, mayor represi¨®n pol¨ªtica, lo mismo que a menor austeridad, m¨¢s factible resulta la liberalizaci¨®n pol¨ªtica. Una pol¨ªtica paneuropea, por otra parte, ofrecer¨¢ mayores espacios de maniobra para movimientos de liberaci¨®n y socialistas del Tercer Mundo. Claro que usted puede pensar que eso est¨¢ muy bien en principio, pero que como llevarlo a la pr¨¢ctica no es f¨¢cil. Sin embargo, yo veo que a los norteamericanos les gusta decir a menudo que los sovi¨¦ticos no tienen m¨¢s que el poder militar, y que econ¨®mica y pol¨ªticamente son d¨¦biles. En gran parte es cierto, y es igualmente cierto que aprovechan su fuerza militar y la protecci¨®n militar de sus aliados para sacarles concesiones de tipo econ¨®mico y pol¨ªtico. De eso han estado hablando hace poco Gromiko y Ceaucescu en Ruman¨ªa. Pero si uno es realista, se da cuenta de que eso pasa tambi¨¦n en el lado occidental, porque tambi¨¦n los norteamericanos est¨¢n perdiendo poder econ¨®mico en el plano mundial y respecto a Europa. Y ellos tambi¨¦n se valen del paraguas nuclear como instrumento de chantaje sobre sus propios aliados.
P. Ahora resulta que los movimientos pacifistas no s¨®lo no son tan tontos ni tan ut¨®picos, sino que tienen un sentido hist¨®rico. Se les suele tachar de estar fuera de la realidad, pero, seg¨²n usted, la distensi¨®n favorece la salida de la crisis econ¨®mica.
R. Desde luego. Si los norteamericanos pueden chantajear a los europeos es sobre la base de que los europeos temen realmente una invasi¨®n sovi¨¦tica. Y hoy d¨ªa no hay casi nadie que crea en eso, ni siquiera en Estados Unidos, pero mucho menos en Europa. En encuestas de opini¨®n, por ejemplo, en el ¨²ltimo a?o la confianza en la Alianza con Estados Unidos para enfrentar los problemas nacionales actuales ha bajado m¨¢s del 25% en Europa occidental y m¨¢s del 35% en Alemania. No es que la URSS y los americanos vayan a aceptar de buena gana una Europa independiente. Pero la tienen que aceptar de mala gana como mal menor. En el propio Estados Unidos hay intereses creados que quieren desentenderse de Europa y volcar su atenci¨®n hacia el Pac¨ªfico, ¨¢rea hacia la que converge la mayor parte de las exportaciones norteamericanas desde 1980. Me parece que la corriente de la historia va por ah¨ª: el poder¨ªo norteamericano se debilita de todas formas, tambi¨¦n el sovi¨¦tico, a la vez que el europeo se fortalece, aunque no tanto como el japon¨¦s. Y ese es parte de otro desaf¨ªo, porque s¨®lo sobre esa base pueden los europeos mantenerse en la carrera con los japoneses. No quiero decir con esto que ¨¦sta sea una f¨®rmula revolucionaria o que cambie totalmente la estructura econ¨®mica mundial: el conflicto Norte-Sur sigue, aunque bajo otras f¨®rmulas; los pa¨ªses del Este tambi¨¦n quedan dependientes, pero en mejores condiciones que en la actualidad.
P. Es curioso, pero los defensores del rearme en Europa y Estados Unidos suelen justificarlo por razones econ¨®micas. ?Usted tambi¨¦n considera que el desarme es antiecon¨®mico?
R. Se suele esgrimir ese motivo cuando se habla del esfuerzo econ¨®mico y cient¨ªfico que pone Estados Unidos en aparato militar. Pero los europeos y los japoneses no han tenido que hacer eso para crecer. Y son los norteamericanos los que presionan a los europeos y a los japoneses para gastar m¨¢s en la llamada defensa. Es decir, para comprarles m¨¢s a los norteamericanos. Mientras tanto, europeos y norteamericanos han descubierto que acaso el gasto militar no sea tan beneficioso. Una de las muchas querellas entre europeos y norteamericanos es la tasa de inter¨¦s, que seg¨²n los europeos es alta e impide la inversi¨®n y atrae adem¨¢s un flujo de capitales de ac¨¢ para all¨¢, tanto que el ministro franc¨¦s de Finanzas pidi¨® hace un mes que los europeos establezcan un control sobre el flujo de capital, porque se est¨¢ descapitalizando Europa en favor de Estados Unidos. Ahora la tasa de inter¨¦s es alta porque el d¨¦ficit en el presupuesto es alto en el Estado norteamericano, y tienen que tapar ese hueco de capitales pidiendo pr¨¦stamos, aumentando la demanda para el dinero y subiendo el precio del dinero. Pero el hoyo creciente en el presupuesto se debe especialmente a los gastos militares. Lo mismo pasa en la Uni¨®n Sovi¨¦tica, que, a causa del desarrollo militar, no puede dedicar el esfuerzo cient¨ªfico y econ¨®mico no s¨®lo a lo social, sino a las nuevas tecnolog¨ªas de punta, dejando a los japoneses y acaso a los europeos estos campos. El armamentismo puede que sea una necesidad y menos a¨²n, un beneficio econ¨®mico.
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