La despenalizaci¨®n de la droga
?rase una vez un pa¨ªs cuyo Gobierno consider¨® prudente y oportuno el despenalizar el tr¨¢fico de drogas. La medida pill¨® de sorpresa a casi todo el mundo. Despu¨¦s, unos y otros fueron reaccionando. Los m¨¢s espabilados vieron el negocio en seguida: como consecuencia de la prohibici¨®n anterior, todos los tipos de droga se vend¨ªan muy por encima de sus costes de producci¨®n. A medida que m¨¢s gente se fue incorporando a la nueva actividad del tr¨¢fico legal de drogas, la diferencia entre precio y coste medio se fue cerrando.Cuando ces¨® el boom inicial y la situaci¨®n se estabiliz¨®, los precios de los opi¨¢ceos, alucin¨®genos y derivados del cannabis hab¨ªan disminuido brutalmente, si bien hay que se?alar que la coca¨ªna segu¨ªa estando cara. Los yonquis pod¨ªan adquirir hero¨ªna sin adulterar casi a precio de costo, de manera que un gramo les costaba igual que media raci¨®n de gambas al ajillo. As¨ª, ya no ten¨ªan que ir por la vida con malos rollos dando el palo a los dem¨¢s. Disminuyeron los delitos contra la propiedad (aunque no desaparecieron totalmente, pues en ese pa¨ªs segu¨ªa habiendo mucho paro) al disminuir la necesidad de cometerlos.
Unos encontraron su felicidad en una jeringuilla; otros, en un canuto trompetero; los m¨¢s pudientes, en unas l¨ªneas de coca, mientras que otros, por el contrario, se mostraron ap¨¢ticos y pasaron del asunto, pues no les interesaba. As¨ª, mientras unos recorr¨ªan para¨ªsos hasta entonces prohibidos, otros le¨ªan el peri¨®dico, miraban a la caja boba o practicaban la sexualidad t¨¢ntrica sin ser molestados. Todos comieron felices y fueron perdices, y este cuento se acab¨®. /
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