?Portavoz, portavoz!
"EL MINISTRO de la Presidencia dictar¨¢ las normas de r¨¦gimen interior y funcionamiento del Centro Internacional de Prensa". Este sencillo art¨ªculo 52 del "proyecto de real decreto por el que se crea un Centro Internacional de Prensa dependiente de la oficina del portavoz del Gobierno" resume bien a las claras las intenciones y enso?aciones de dicho portavoz, que fue tachado, no sin raz¨®n, de autoritario por varios ministros de Felipe Gonz¨¢lez cuando tuvieron conocimiento del decreto que se quer¨ªa aprobar. Manuel Fraga no hubiera aspirado a tanto en sus tiempos de ministro de Informaci¨®n de la dictadura. Que lo haga el portavoz del cambio da mucha risa, pero tambi¨¦n da pena e indignaci¨®n.Sin embargo, mantenerla y no enmendarla es la norma que parece cundir en el Ejecutivo. El portavoz del Gobierno se permite en nota oficial (v¨¦ase EL PAIS de hoy, p¨¢gina 15) sugerir que la interpretaci¨®n de nuestro peri¨®dico acerca de sus proyectos de control ingenuo sobre los corresponsales extranjeros resulta "malintencionada" y "fruto de la ignorancia". Le faltaba saber -?ignorancia suya?- que el proyecto de decreto era conocido por EL PAIS en todos sus escasos pormenores. Para nada ha sido manifiesta la voluntad de la oficina del portavoz -en contra de lo que afirma- de hacer recaer en los periodistas la organizaci¨®n plena de las actividades del Centro Internacional de Prensa. Por si fuera poco, el art¨ªculo rese?ado al principio de este editorial -el tercero del mismo decreto, que no vio la luz, pero que se llev¨® a la mesa del Consejo de Ministros para ser aprobado- dice que la "oficina del portavoz del Gobierno tendr¨¢ a su cargo la direcci¨®n, administraci¨®n y gesti¨®n de todos los servicios necesarios para el funcionamiento del Centro Internacional de Prensa". Y como la cosa corr¨ªa prisa, se se?alaba que el decreto de marras entrar¨ªa en vigor al d¨ªa siguiente de su publicaci¨®n en el Bolet¨ªn Oficial del Estado. Si esto equivale a que los periodistas tengan la organizaci¨®n plena de las actividades del mismo, nuestra ignorancia debe ser, en efecto, grande, pues se habr¨¢ demostrado que ni siquiera sabemos leer. Como en cambio pensamos que el portavoz s¨ª sabe, habr¨¢ que convenir que su nota de ment¨ªs a nuestra informaci¨®n tiende a confundir a la opini¨®n p¨²blica. Nos preguntamos si eso lo hace tambi¨¦n con las referencias habituales del Consejo de Ministros.
Los h¨¢bitos tercermundistas de nuestra clase pol¨ªtica permit¨ªan hasta ahora que este Gobierno funcionara con un portavoz desacreditado ante los periodistas espa?oles, pero todav¨ªa es una inc¨®gnita si resistir¨¢ el embate del rid¨ªculo ante la Prensa extranjera, ante la que sigue siendo tan sensible la elite de nuestro pa¨ªs. Si Felipe Gonz¨¢lez prefiere mantener el principio de autoridad al de la l¨®gica y mantener sus errores de pol¨ªtica informativa, su decisi¨®n debe ser respetada. Pero, puesto que un buen portavoz debe ser la fiel imagen de lo que representa, habr¨¢ que concluir que el presidente del Gobierno est¨¢ satisfecho con la imagen que proyecta Eduardo Sotillos. No sab¨ªamos que la soledad de la Moncloa diera para tanto.
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