Ana Mil¨¢
La defensora del llamado 'violador del Ensanche', de Barcelona, es prima de la periodista Mercedes Mil¨¢
Ana Mil¨¢, de 32 a?os, natural de Esplugues de Llobregat (Barcelona), es miembro de un importante bufete de abogados barcelon¨¦s en cuya puerta aparecen, con letras de igual tama?o, los nombres de Alfredo Font, Juan Merelo-Barber¨¢, Federico de Valenciano y Ana Mil¨¢. Un despacho situado en el Ensanche, en el mismo territorio donde Francisco L¨®pez Ma¨ªllo despleg¨® su agresividad durante m¨¢s de un a?o, y que le vali¨® su sobrenombre de el violador del Ensanche. Ana Mil¨¢, hija de Leopoldo Mil¨¢, soltera, la mayor de una familia de siete hermanos en la que s¨®lo hay un var¨®n, cuenta con 10 a?os de profesi¨®n a sus espaldas. Empez¨® el ejercicio de la abogac¨ªa en Barcelona -despu¨¦s se colegiar¨ªa tambi¨¦n en Baleares- cuando el movimiento feminista estaba en la cresta de la ola. Entonces su nombre y su r¨²brica respaldaron durante a?os comunicados en favor del divorcio, la igualdad de derechos o el derecho al propio cuerpo. Matrimonialista y penalista, algunas de sus compa?eras de firmas de hace 10, 8 ¨® 5 a?os se han llevado las manos a la cabeza cuando se han enterado a qui¨¦n iba a defender."Los abogados no nos identificamos con los delitos de los que se acusa a nuestros defendidos, sean cuales sean. Somos parte legalmente necesaria de un proceso y, como tales, coadyuvantes a que ¨¦ste se desarrolle y llegue a su fin con estricta sumisi¨®n a las leyes", dice la letrada Mil¨¢. Estos d¨ªas aunque huye de la pol¨¦mica, se ha encontrado en los peri¨®dicos con alguna carta de asociaciones feministas que no entienden su postura y le recuerdan las brutales agresiones que algunas mujeres han recibido por parte de L¨®pez Ma¨ªllo. Pero tambi¨¦n ha recibido numerosas llamadas de compa?eros y compa?eras que le animan a seguir adelante porque "toda persona tiene el derecho constitucional a la defensa y asistencia del letrado, a las garant¨ªas procesales y a utilizar los medios de prueba pertinentes para su defensa". Y a Ana Mil¨¢ le escuece que las cr¨ªticas le vengan por su condici¨®n de mujer. "Quienes establecen diferencias entre abogados por raz¨®n de su sexo en asuntos profesionales reproducen un esquema por suerte superado".
A L¨®pez Ma¨ªllo lo conoci¨® en una asistencia: "Estaba en el turno de asistencia al detenido en uno de los d¨ªas en que se hicieron diligencias, y me toc¨® estar presente en el reconocimiento de algunas de las perjudicadas". La familia del joven le pidi¨® que les llevara el caso, y en eso est¨¢. "No, mi defendido nunca ha puesto ninguna pega por el hecho de que fuera mujer". Una o dos veces por semana acude a la prisi¨®n, donde conversa largamente con el detenido, quien se muestra incapaz de decirle por qu¨¦ un d¨ªa convirti¨® sus hurtos en violaciones.
Como buena Leo, no desfallece en sus empresas por inconvenientes que encuentre en su camino. Cin¨¦fila -"no me entusiasm¨®, Silkwood"-, buena cocinera -"hago los espaguetis como nadie"- y lectora impenitente -"estoy alternando los libros profesionales con Te tratar¨¦ como a una reina, de Rosa Montero"-, suele vestir informalmente, menos los d¨ªas en que acude al Palacio de Justicia: "Cuando debo guardar sala, me pongo impecable, con camisa blanca y chaqueta negra bajo la toga. En eso sigo al pie de la letra los c¨¢nones de la abogac¨ªa.
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