Fulgor y muerte del 'Felipe'
Desde estas mismas p¨¢ginas, Alejandro Vargas se extra?aba de la ausencia en las librer¨ªas de una historia global del FLP (el Felipe), parte importante y desconocida de nuestro reciente pasado de lucha pol¨ªtica contra la dictadura. No es casualidad; la dificultad de la empresa estriba en el mismo objeto de estudio: las organizaciones frente. Hubo varias etapas en su existencia marcadas por golpes represivos, cambios en la direcci¨®n y en la base militante, y una falta de continuidad entre una fase y otra. Hubo desarrollos y experiencias muy distintas por parte de ESBA en Euskadi, el FOC en Catalu?a y el FLP en Castilla y Asturias, con escaso grado de centralizaci¨®n pol¨ªtica y de intercambio de informaci¨®n y experiencias: valga como ejemplo el que el FOC lleg¨® a tener una presencia en las f¨¢bricas que el FLP jam¨¢s tuvo. A esto se a?ade la inexistencia de archivos y la dispersi¨®n y p¨¦rdida documental. De ah¨ª que sea dif¨ªcil elaborar una historia como no sea mediante el recuerdo y la reflexi¨®n de muchos y muchas ex felipes. La recreaci¨®n hist¨®rica del fen¨®meno Felipe, como su propia existencia, est¨¢ marcada por el signo de lo colectivo.Mi conocimiento directo es del FLP de los a?os 1966 a 1969 en Madrid, en un per¨ªodo especialmente activo y ¨²ltima etapa de existencia del partido. Dejo para catalanes y vascos lo que no conozco sino por referencias.
Las dos preguntas centrales para conducir el hilo de esta parte de la historia de la organizaci¨®n son: ?qu¨¦ represent¨® pol¨ªticamente el FLP? ?Por qu¨¦ desapareci¨® precisamente cuando hab¨ªa alcanzado la m¨¢xima cota de influencia en las movilizaciones antifranquistas y estaba s¨®lidamente asentado en centenares de activistas y en un movimiento social de gran vitalidad? Ambas se entrecruzan y, por tanto, deben ser respondidas a la par, en paralelo.
En su origen, las organizaciones frente surgieron como producto de diversas causas y factores: el vac¨ªo y el corte generacional habido en el campo de la izquierda tras la derrota de las organizaciones obreras en la guerra civil; la entrada en pol¨ªtica de sectores cristianos que se hab¨ªan aproximado al marxismo y de marxistas que desconfiaban de la URSS como modelo de sociedad socialista y de los partidos comunistas como instrumentos v¨¢lidos para la lucha social revolucionaria; el prestigio de la revoluci¨®n cubana (un cambio real en la mismas puertas de Estados Unidos).
Pero en los a?os 1966 a 1969, el resurgimiento del FLP tiene otras componentes m¨¢s espec¨ªficas: el movimiento obrero hab¨ªa iniciado ya un despegue en Espa?a, en plena ¨¦poca de expansi¨®n econ¨®mica, pero todav¨ªa no ocupaba totalmente un papel central en la escena pol¨ªtica, lo que permiti¨® un grado importante de protagonismo al movimiento estudiantil, que se extendi¨® y creci¨® sin poder ser controlado por el PCE y ante la esclerosis creciente de una dictadura cada vez m¨¢s senil e incapaz de reaccionar pol¨ªticamente.
Su fuerza y su debilidad
El FLP fue durante esos a?os la mejor, aunque no la ¨²nica, expresi¨®n pol¨ªtica del movimiento y la revuelta de un sector social: los estudiantes. Ah¨ª radic¨® su fuerza y debilidad en lo pol¨ªtico y en lo organizativo. Sus militantes dirigieron naturalmente, con escasos rudimentos de pol¨ªtica y con inexperiencia t¨¢ctica, la protesta en las aulas y en los campus. Eran la gen te que representaba no s¨®lo pol¨ªticamente, sino socialmente, el me dio estudiantil, de tal forma que cuando uno de ellos, Juan Jos¨¦ Bajo, muri¨® en accidente de circulaci¨®n, la Universidad estuvo de luto. Decenas de activistas estudiantiles entraban a formar parte del partido casi sin conocer sus escasos elementos de estrategia, con una mera referencia de r¨¢pidas lecturas de Ruedo Ib¨¦rico o simplemente sobre la marcha, porque la acci¨®n lo exig¨ªa.
Hubo una cierta convocatoria m¨¢gica en tomo a unas siglas, un partido nuevo radical, socialista revolucionario y ¨²til. Durante esa ¨¦poca, no era un partido preparado para recibir los golpes represivos. La mayor¨ªa de los activistas no hab¨ªa conocido experiencias de comisar¨ªa, aunque algunos s¨ª, como Paco Pere?a, que tuvo un comportamiento ejemplar frente a los torturadores. Pero estaban protegidos por el movimiento que hegemonizaban, que actu¨® una y otra vez de escudo protector frente a la represi¨®n franquista. Solamente cuando Enrique Ruano fue detenido y asesinado por la polic¨ªa, poco antes de la declaraci¨®n del estado de excepci¨®n de 1969, se generalizaron ciertas medidas de seguridad impuestas por la misma situaci¨®n y el partido comenz¨® a vertebrarse de forma m¨¢s s¨®lida, lo que, por otro lado, comenzaba a ser una necesidad impuesta por la creciente influencia pol¨ªtica.
Un partido combativo
Si cabe emplear una palabra para caracterizar a los militantes de esta etapa del FLP, no cabe otra que combatividad. Era un partido fundamentalmente juvenil y radical, que no estaba formado por hombres del pensamiento y la cultura, y la mayor¨ªa de ellos no est¨¢ actualmente en el candelero, empleando las expresiones aparecidas en el art¨ªculo citado. Excepto Carlos Romero, Joaqu¨ªn Arango o Nacho Quintana, pocos notables actuales conoc¨ª como activistas pol¨ªticos. Quiz¨¢ ya no eran miembros del FLP. Quiz¨¢ lo eran de la segunda l¨ªnea, eufemismo con el que se denominaba al sector de intelectuales y profesionales, cuya principal actividad era el apoyo moral y material que prestaban a los activistas, que conformaron una corriente ideol¨®gica en tomo al FLP similar a la representada en Francia por el PSU y cuya militancia se ve¨ªa frenada por la ilegalidad. Quiz¨¢ no estuvieron nunca, pero ante la ausencia de archivos y memoria se reclaman hoy de una militancia con la que embellecer un curr¨ªculo pol¨ªtico.
No lo s¨¦, y es algo que nada me importa. Sin embargo, s¨ª que combat¨ª junto a otros muchos militantes, como Javier Sauquillo y Dolores Gonz¨¢lez, v¨ªctimas del atentado fascista de Atocha, o Jos¨¦ Mar¨ªa Mohedano, presidente de la Asociaci¨®n Pro Derechos Humanos, y que posteriormente a la disoluci¨®n del FLP siguieron militando activamente en las filas del PCE. Militantes como Jos¨¦ Luis Z¨¢rraga o Paco Alburquerque (al que se le sigue encontrando cada vez que una causa vale la pena); como Jaime Pastor, Miguel Romero o Leoncio S¨¢nchez, que fueron algunos de los fundadores de la Liga Comunista Revolucionaria, en la cual siguen militando.
Pol¨ªticamente, el FLP represent¨® algo m¨¢s que el intento de acabar con la hipocres¨ªa, la mediocridad y la indigencia intelectual significadas por el franquismo. Ten¨ªa como objetivo la revoluci¨®n socialista como cambio necesario para erradicar los males de fondo de la sociedad espa?ola, defendi¨® un sistema social basado en la democracia socialista y se plante¨® aunar voluntades. El mayo franc¨¦s golpe¨® el FLP, ya que mostr¨® la posibilidad del cambio de sistema, pero tambi¨¦n las ingentes dificultades. Hab¨ªa que pasar de los grandes enunciados al desarrollo estrat¨¦gico y la concreci¨®n t¨¢ctica; para ello, ni sus d¨¦biles lazos con la clase obrera, ni su base social estudiantil -cuyo papel social comenzaba a ser secundario-, ni su d¨¦bil sistema organizativo le permit¨ªan transformarse en una direcci¨®n revolucionaria.
El FLP se lo plante¨®, pero el peso result¨® excesivo. Bast¨® que una veintena de militantes rompiera criticamente con el pasado y anunciara que no le ve¨ªan futuro al frente para que se disolviera en pocas semanas. Pareci¨® que con la autoexclusi¨®n del grupo comunismo, embri¨®n de la LCR, se fuera el cemento que aglutinaba a cientos de militantes. La b¨²squeda de ra¨ªces en la clase-obrera y de un modelo organizativo s¨®lido frente a la debilidad del Felipe llev¨® a unos a construir un nuevo partido; a otros, a su incorporaci¨®n al PCE. EL FLP dej¨® de existir tal como hab¨ªa resurgido tres a?os -antes: de la noche a la ma?ana. Muri¨® porque dej¨® de tener una funci¨®n social y pol¨ªtica que cumplir. Y por eso mismo ya nunca habr¨¢ un nuevo Felipe.
?Cabe hablar de olvido de unas siglas o simplemente de un grato recuerdo juvenil? En realidad, el FLP plante¨® verdaderos problemas pol¨ªticos que no supo resolver. Algunos ex felipes, la mayor¨ªa, no creen ya en esos problemas. Otros seguimos buscando nuevas soluciones, pero recordamos muy bien que el Felipe represent¨® el origen de nuestras mismas aspiraciones actuales: el internacionalismo, la lucha por la revoluci¨®n socialista en la Europa capitalista, la voluntad de unir esfuerzos en ella, el rechazo de las pr¨¢cticas burocr¨¢ticas o manipuladoras en la acci¨®n pol¨ªtica... Esto es lo que no ha muerto, lo que con otras formas, otras siglas, merece seguir vivo, y sigue vivo, del FLP.
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