La vida de Madrid, alterada hoy por los maratonianos
Como una evocaci¨®n de la gesta de Fil¨ªpides, el soldado griego que corri¨® de Marat¨®n a Atenas para anunciar la victoria sobre los persas y que muri¨® a consecuencia del esfuerzo, naci¨® la carrera de marat¨®n. Hoy, desde las 8.30 hasta las 14.00 horas, 3.500 deportistas realizar¨¢n la gesta de repetir la distancia (42,195 kil¨®metros) por las calles de Madrid. Nadie va a morir. Todos demostrar¨¢n que el entrenamiento es capaz de aumentar la resistencia f¨ªsica del hombre hasta l¨ªmites todav¨ªa insospechados. Vivir¨¢n la agon¨ªa del esfuerzo y el ¨¦xtasis de la llegada. Es una manifestaci¨®n m¨¢s del movimiento deportivo, que es capaz de alterar, una vez al a?o, la vida normal de una ciudad, como ocurre ya en Nueva York, Londres, Tokio y Melbourne, por el cierre al tr¨¢fico de las calles principales.A los participantes de la marat¨®n les espera un duro camino hasta la meta. Apenas media docena de corredores optan al triunfo; los dem¨¢s, s¨®lo a rebajar sus marcas personales. No hay rivales. Todos se ayudan. El objetivo es llegar a la meta. Para ello se ha estado robando un tiempo precioso desde tres meses atr¨¢s en busca de lograr una puesta en forma ¨®ptima.
Se corre despacio. En la marat¨®n las alegr¨ªas se pagan. Cualquier esfuerzo in¨²til que se haga al principio, se paga al final con creces. Cuando a partir del kil¨®metro 30 las piernas duelen porque los m¨²sculos han quemado ya todo el gluc¨®geno y la mente queda en blanco por la falta de una preparaci¨®n psicol¨®gica adecuada, cada metro puede ser una agon¨ªa. Los puestos de agua y de esponjas, que se suceden alternativamente cada 2,5 kil¨®metros, llegan a ser una bendici¨®n, y la visi¨®n de la meta, ya cercana, el ¨¦xtasis.
La marat¨®n est¨¢ abierta a todos. Menos, este a?o, a los menores de 18 a?os, porque sus huesos pueden quedar resentidos del largo esfuerzo. Hoy participan gentes de todas las provincias espa?olas, en su mayor¨ªa hombres -las mujeres no llegan a 100. Casi todos tienen entre 23 y 38 a?os, de 1,70 metros de estatura y 70 kilos de peso. Casados, la mitad. Son gente corriente, an¨®nima, que a base de un entrenamiento son capaces de mantener un ritmo constante de cinco minutos por kil¨®metro.
Ma?ana, pocos ser¨¢n los que tengan agujetas. Es el milagro del entrenamiento. Hasta habr¨¢ quien se haga unos kil¨®metros para relajar m¨²sculos. La marat¨®n ya no es ninguna barbaridad. Los abandonos son cada a?o menos, aunque ¨²ltimamente se haya desvirtuado el sentido de la marat¨®n y se corre s¨®lo para hacer marca, y si los tiempos parciales no la garantizan, se opta por la retirada.
Entre la gente preparada, es dif¨ªcil que una marat¨®n ocasione lesiones. Se han entrenado duro y el organismo no se va a resentir por una prueba continuada de larga duraci¨®n cuando lleva ya meses realizando esfuerzos de m¨¢s de 100 kil¨®metros semanales. En la ¨²ltima marat¨®n de Barcelona el doctor Pere Pujol realiz¨® un estudio con los siguientes resultados: de los 2.900 corredores, 119 experimentaron contracturas musculares; 61, agotamiento f¨ªsico, 34, heridas superficiales y erosiones; 22, tirones musculares; 5, contusiones; 4, ampollas; 1, una torcedora, y 1, una disnea.
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