Curro, en la cumbre
Curro Romero se reafirma fara¨®n vitalicio del toreo. Despu¨¦s de lo de ayer, una tarde llena de detalles, con un fara¨®n inolvidable, est¨¢ de nuevo en la cumbre y por ese olimpo revolotea ahora a sus anchas, mientras el currismo le rinde pleites¨ªa. Nadie en toda la Sevilla taurina que se abre en amplio c¨ªrculo alrededor del Baratillo le discute el liderazgo. La candidatura de Ojeda, pese a los apoyos que hab¨ªa tra¨ªdo para la ocasi¨®n result¨® derrotada."?No te mosqu¨¦es, Paco!", le grit¨® un espectador a Ojeda, cuando a este ya se le iba de vac¨ªo la tarde. Con Curro, salvo sus ex¨¦getas y quienes en materia taurina tienen doctorado, nadie cuenta. Cada a?o, y ya va por un lustro, las nuevas promociones hacen sus c¨¢lculos en el pase¨ªllo y cuentan con la inhibici¨®n de Curro. Si alguna competencia temen es la del otro la de Curro, jam¨¢s.
Plaza de Sevilla
30 de abril. Cuarta corrida de feria.Toros de Gabriel Rojas, bien presentados y con casta; derribaron segundo y quinto. Curro Romero. Estocada corta atravesada y descabello (silencio). Estocada delantera ca¨ªda (dos orejas y clamorosa vuelta al ruedo). Rafael de Paula. Estocada tendida y aviso (ovaci¨®n y salida al tercio). Cuatro pinchazos y estocada baja; la presidencia le perdon¨® un aviso (silencio). Paco Ojeda. Tres pinchazos -aviso- y bajonazo (palmas y pitos). Dos pinchazos -aviso-, otro pinchazo y rueda de peones (palmas y pitos). Curro Romero fue despedido con una gran ovaci¨®n.
Pero a veces, aunque gea muy de tarde en tarde, a Curro no le da la gana inhibirse y entonces acaba con el cuadro. Ayer fue Curro el de las esencias desde el primer capotazo. Los de la candidatura contraria aclamaban a Ojeda cuando largaba telonazos codilleros, con un capote seguramente fabricado en los astilleros de C¨¢diz, que servirla para abastecer de banderas a medio ej¨¦rcito ruso. Pero las ver¨®nicas de verdad las daba Curro, centrando al toro en la suerte, embarc¨¢ndole medio de frente, aleteando el lance, con mando hasta la caricia de los ¨²ltimos vuelos; y la media ver¨®nica era de rizo, honda, aderezada con un apuntes belmontinos.
A sus dos toros los recibi¨® por ver¨®nicas Curro e intervino en muchos quites. Paula tambi¨¦n hizo otro, gitano y superior. La tarde era de arte. Y el fara¨®n quiso hacerla suya, apurando la tarda condici¨®n de su primero -que adem¨¢s no repet¨ªa las embestidas-, a pesar de lo cual dibuj¨® alg¨²n redondo, como muestra de lo que habr¨ªa de venir despu¨¦s.
Se consum¨® el prodigio
Y lo de despu¨¦s fue el faen¨®n. En el cuarto toro se consum¨® el prodigio. Era un toro bravo, que meti¨® los ri?ones en un largu¨ªsimo puyazo, y si no le cambian el tercio, all¨ª acaba el animal, v¨ªctima de su codicia. Un toro bravo no es como el borrego; hay que torearlo de verdad. Y si adem¨¢s de bravo es noble, el toreo ha de ser de calidad suprema, As¨ª lo hizo Curro, y m¨¢s. Empez¨® en los medios con pases en redondo. Flu¨ªa el embrujo de un arte sin par, que se desgranaba poco a poco, reposadamente.En cuanto a t¨¦cnica, era perfecto: las distancias justas, en el terreno adecuado. La plaza, enloquec¨ªa por momentos. Se produjo el z¨¦nit de aqu¨¦l m¨¢gico alumbramiento cuando echaba adelante el se?uelo escarlata, prend¨ªa la embestida, hac¨ªa de seda el natural, lo ligaba con la dif¨ªcil facilidad que s¨®lo puede ser patrimonio de un maestro en tauromaquia. Volvi¨® a los redondos, y a los naturales de nuevo, cada vez m¨¢s lentos, m¨¢s plet¨®ricos de belleza. Hubo, siempre en ligaz¨®n, pases de pecho, kikirik¨ªes, molinetes, y el ayudado rodilla en tierra tambi¨¦n. Tore¨® Curro cuanto quiso y como quiso. Y cuando el toro pidi¨® la muerte, all¨ª se la di¨®.
Clamor, un escalofr¨ªo de emoci¨®n que recorr¨ªa la Maestranza, dos orejas, ?el delirio! El resto fue an¨¦cdota. Paula, evidentemente deseoso de agradar, complicaba la lidia de toros manejables y ¨²nicamente consegu¨ªa media docena de muletazos de su marca. Ojeda empleaba m¨¢s tiempo en preparar muletazos que en ejecutarlos; por a?adidura, toreaba con el enga?o atr¨¢s y el pico adelante; apenas templaba o no templaba nada. Lo suyo era no ligar ni intentarlo, el unipase, la pesadez; al cabo, el antitoreo. Mat¨® mal.
La candidatura de Ojeda qued¨® derrotada. Curro era, y sigue siendo por derecho propio, fara¨®n vitalicio de la sevillan¨ªa taurina, que cuando lo proclam¨®, sab¨ªa a quien entronizaba. Tiene a?os por delante para venir a la feria cuatro tardes o las que le parezca. Y cuando quiera, volver¨¢ a la cumbre, que ahora revolotea beat¨ªficamente, repartiendo bendiciones para gozoso llanto de la causa currista.
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