Catalanismo y sistema de partidos
El catalanismo como sentimiento profundo del pueblo de Catalu?a se ha expresado pol¨ªticamente, explica el autor, con formas partidarias diferenciadas en cada momen¨ªo, hist¨®rico. El renacimiento cultural y la formulaci¨®n de alternativas al Estado liberal-centralista moldearon una expresi¨®n pol¨ªtica del catalanismo que se generaliz¨® y populariz¨® en el primer tercio de este siglo. La propia generalizaci¨®n del sentimiento produjo proyectos pol¨ªticos racionales diferenciados, que adquierieron consistencia progresivamente a partir de 1931 a trav¨¦s de un bipartidismo tendencial, dentro de un esquema pluripartidista que encabezan la Liga Catalana y Esquerra Republicana de Catalunya.
La acci¨®n pol¨ªtica o de resistencia contra el r¨¦gimen de Franco incluye siempre la reivindicaci¨®n nacional catalana. Existe durante este per¨ªodo una acci¨®n de resistencia no partidaria o sin expresi¨®n pol¨ªtica directa, junto a una acci¨®n conducida por los distintos grupos pol¨ªticos que as¨ªmila o incluye la reivindicaci¨®n nacional en la lucha por la recuperaci¨®n de la libertad y la democracia.En la perspectiva del final del franquismo aparecen a la luz pol¨ªtica los proyectos nacionales diferenciados que muestran la incidencia del catalanismo en los distintos proyectos pol¨ªticos. En este contexto se mueven las acciones dirigidas a conseguir la unificaci¨®n de las diversas opciones socialistas existentes en Catalu?a y la creaci¨®n de Convergencia Democr¨¢tica de Catalunya, que, buscando la confluencia de otros grupos preexistentes o de reciente creaci¨®n en el proyecto, pretende expresar pol¨ªticamente la mayor parte de aquella, acci¨®n de resistencia no partidaria y aparecer as¨ª como el proyecto pol¨ªtico nacional por excelencia. La constituci¨®n de Catalu?a, que se hab¨ªa concretado en la creaci¨®n de una infraestructura sociocultural durante el per¨ªodo de resistencia al franquismo, encuentra ahora: su expresi¨®n pol¨ªtica en CDC y en un l¨ªder, Jordi Pujol, que conecta con buena parte de la tradici¨®n catalanista y se s¨ªt¨²a dentro de las corrientes del catalismo cat¨®lico de posguerra.
Desde la ¨®ptica electoral, la estrategia de CDC conecta, de manera general, con la pretensi¨®n de configurar y aglutinar una opci¨®n de centro-izquierda capaz de ofrecer una alternativa mayoritaria en Catalu?a que tendr¨ªa el catalanismo como sustrato com¨²n.
Los resultados de las primeras elecciones democr¨¢ticas de 1977, que dan la victoria a la opci¨®n socialista, promueven una recomposici¨®n del panorama pol¨ªtico de Catalu?a. Se acelera y concreta el proceso de unificaci¨®n de los diversos grupos socialistas con la creaci¨®n del Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC-PSOE), que se sit¨²a como principal opci¨®n dentro de la izquierda, donde existe un partido comunista, el PSUC, que muestra una buena implantaci¨®n electoral, especialmente en el cintur¨®n de Barcelona. Y tiende a centralizarse el proyecto pujolista a trav¨¦s de la incorporaci¨®n del grupo de Trias Fargas a CDC, y el pacto electoral estable de estos con la democracia cristiana c¨¢talana (UCD), formando la coalici¨®n Converg¨¨ncia i Uni¨®, que compite, dentro del espacio del centro y la derecha, con el centrismo suarista de la UCD.
Las elecciones al Parlament de 1980, que dan la victoria a CiU, junto a un retroceso socialista, configuran un esquema de cinco partidos, o, m¨¢s concretamente, de tres partidos principales (CiU, PSC, PSUC) junto a otros dos (ERC y UCD) situados a cierta distancia.
Los resultados de estas primeras elecciones auton¨®micas apuntan ya algunos elementos que pueden considerarse determinantes con vistas al an¨¢lisis de las recientes elecciones catalanas del 29 de abril.
La inmigraci¨®n
Hay que notar, por un lado, la d¨¦bil conexi¨®n de sectores de la inmigraci¨®n existente en Catalu?a con la autonom¨ªa y, de forma m¨¢s gen¨¦rica, con el sentimiento catalanista globalmente asum¨ªdo por la inmensa mayor¨ªa de las fuerzas pol¨ªticas concurrentes. El importante ¨ªndice de abstenci¨®n registrado en las elecciones del 20 de marzo de 1980 (38%) es ilustrativo en este sentido, m¨¢xime s¨ª localizamos geogr¨¢ficamente las diferencias de participaci¨®n electoral existentes entre zonas de mayor o menor recepci¨®n de inmigraci¨®n.
Por otro lado, la tendencia a votar al partido mejor situado dentro de la propia opci¨®n gen¨¦rica, que se entrecruza con la existencia de un corte, de un clearage, configurado por la contraposici¨®n nacionalismo-no nacionalismo y que parece incidir de forma m¨¢s sustancial dentro del bloque del centro y la derecha, produjo un importante trasvase de votos, principalmente de UCD hacia CiU.
Finalmente, cierta defecci¨®n de sectores votantes socialistas, receptivos a la cr¨ªtica de tibieza catalanista lanzada sobre el PSC, esencialmente desde los partidos que mantienen este atributo como principal o casi exclusivo definidor, motiv¨® un peque?o flujo de voto socialista hacia ERC y la propia CiU.
Las elecciones de octubre de 1982 vienen a constatar la incidencia de la pol¨ªtica estatal en Catalu?a, de forma distinta a lo que ocurre en Euskadi. Pero dicha incidencia se manifiesta con caracteres propios de Catalu?a, dado que junto a la victoria socialista, paralela al resto de Espa?a, que implica a su vez la pr¨¢ctica oclusi¨®n de la opci¨®n, comunista, en el espacio pol¨ªtico del centro y la derecha se reproduce la doble expresi¨®n de opciones, aunque la sustituci¨®n de la UCD por AP beneficia en gran parte a CiU, que mantiene, e incluso incrementa ligeramente, la recepci¨®n del antiguo electorado centrista. Se apunta entonces un bipartidismo imperfecto que, no obstante, no coincide con el existente a nivel estatal, dado que la principal competencia electoral se polariza en Catalu?a entre PSC y CiU, hecho que se reproduce en las elecciones auton¨®micas celebradas el pasado 29 de abril.
Los resultados de estas recientes elecciones muestran una cierta amplificaci¨®n de los elementos que ya fueron determinantes en las de 1980. Frente al mantenimiento del fen¨®meno abstencionista selectivo, producto de la falta de conexi¨®n de sectores de inmigraci¨®n con la autonom¨ªa, se inciementan en mayor medida los dem¨¢s elementos. De esta forma, crece la tendencia a votar al mejor situado y el clerage definido por la contraposici¨®n nacionalismo-no nacionalismo en el bloque del centro y la derecha, junto a una especie de pragmatismo electoral del sent¨ªmiento catalanista que conduce al voto ¨²til nacionalista hacia CiU, y dirija tambi¨¦n hacia este partido los sectores de votantes de opciones de izquierda, posiblemente de alguna mayor importancia num¨¦r¨ªcal que acusan en mayor medida el impacto de la cr¨ªtica de poco contenido o firmeza en la afirmaci¨®n catalanista del proyecto pol¨ªtico del PSC. Este pragmatismo electoral, junto a una voluntad de mayor integraci¨®n o incorporaci¨®n a Catalu?a, incidir¨ªa tambi¨¦n en algunos sectores de inmigraci¨®n, lo cual ha producido un crecimiento electoral, aunque sea moderado, de CiU entre estos sectores en determinadas poblaciones.
Parece claro que la reflexi¨®n que realizan y realizar¨¢n las diversas fuerzas pol¨ªticas, ju¨ªnto a la a¨²n corta, aunque intensa, vida pol¨ªtica y electoral de Catalu?a, no configura un panorama ya estabilizado o consolidado. El an¨¢lisis de los resultados electorales, de sus consecuencias y proyecciones, debe ser un elemento m¨¢s en este proceso de reflexi¨®n que.ha de conducir a la afirmaci¨®n de la existencia de proyectos pol¨ªticos nacionales diferenciados y no exclusivistas, base de toda democracia pluralista.
es diputado del PSC-PSOE por Barcelona y profesor de Derecho Pol¨ªtico en la Universidad Aut¨®noma de Barcelona.
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