Un interminable proyecto de viaje, marcado por la fatalidad
La visita que hoy inician a Mosc¨² los Reyes de Espa?a es, sin duda, el viaje real que ha estado precedido de una m¨¢s laboriosa preparaci¨®n. Hace ya m¨¢s de cinco a?os, en enero de 1979, cuando el entonces ministro de Asuntos Exteriores espa?ol, Marcelino Oreja, se entrevist¨® en el Kremlin con su hom¨®logo sovi¨¦tico Andrei Gromiko, fuentes oficiales espa?olas daban por seguro que un a?o despu¨¦s Juan Carlos I ser¨ªa el primer jefe del Estado espa?ol que pisar¨ªa la URSS.En todo este tiempo se han encadenado una serie de acontecimientos que han hecho imposible la visita. En primer lugar, a finales de 1979, el, Ej¨¦rcito de la Uni¨®n Sovi¨¦tica invad¨ªa Afganist¨¢n, poniendo definitivo final a la distensi¨®n. Buen n¨²mero de pa¨ªses occidentales decidieron entonces boicotear los juegos ol¨ªmpicos que se iban a celebrar el verano siguiente en Mosc¨².
En 1981 y 1982 se producen dos intentos de golpe de Estado en Espa?a, cae Adolfo Su¨¢rez y llega a la Presidencia del Gobierno Leopoldo Calvo Sotelo, quien decide un m¨¢s estrecho alineamiento de Espa?a con Estados Unidos y el ingreso de Espa?a en la OTAN. A finales de 1982 fallece el l¨ªder sovi¨¦tico Le¨®nid Breznev.
Relevo en el Kremlin
El relevo en el Kremlin y la llegada de los socialistas a la Moncloa renuevan el aplazado proyecto de viaje real. Cuando era s¨®lo cuesti¨®n de meses, en la noche del 31 de agosto al 1 de septiembre de 1983, un avi¨®n de caza de la URSS derriba sobre la isla de Sajal¨ªn a un jumbo surcoreano que llevaba 269 personas a bordo.
El sangriento incidente vuelve a crear una fuerte tensi¨®n internacional: la Conferencia de Seguridad y Cooperaci¨®n Europea (CSCE), que se celebraba en Madrid, est¨¢ a punto de naufragar, y los euromisiles estadounidenses se terminan instalando sin gran oposici¨®n.
El Gobierno espa?ol logra convencer a los participantes de la CSCE para que adopten un documento de compromiso esbozado por e? ministro de Asuntos Exteriores espa?ol, Fernando Mor¨¢n, y comienza de nuevo a plantearse el proyecto de la gira sovi¨¦tica de los Reyes. El l¨ªder sovi¨¦tico Yuri Andropov desaparece de la vida p¨²blica el 18 de agosto de 1983 y no volver¨¢ a ser visto con vida.
Cuando lleva ya desaparecido casi cinco meses, en enero de 1984, el jefe de la diplomacia sovi¨¦tica, Andrei Gromiko, se compromete con su colega espa?ol a que habr¨¢ en la URSS un jefe del Estado que reciba a los Reyes cuando ¨¦stos visiten el pa¨ªs, a mediados de mayo de 1984.
En febrero muere Yuri Andropov. Como sucedi¨® ya despu¨¦s del fallecimiento de Breznev, se cubre de inmediato la secretar¨ªa general del Partido Comunista de la Uni¨®n Sovi¨¦tica (PCUS), pero queda vacante, de momento, la jefatura del Estado. Gromiko insiste en sus promesas. A mediados de abril se cubre este puesto y, poco m¨¢s de una semana despu¨¦s, se anuncia oficialmente el viaje real.
Esta historia tan accidentada tiene unos antecedentes no menos laber¨ªnticos. Cuando, el 28 de julio de 1933, el presidente de la II Rep¨²blica espa?ola, Manuel Aza?a, decide, por primera vez en la historia de Espa?a, intercambiar embajadores con la URSS, las circunstancias le obligar¨ªan a esperar todav¨ªa m¨¢s de tres a?os. El triunfo de la derecha, a finales de ese a?o, y la revoluci¨®n asturiana de octubre de 1934 retrasan las relaciones diplom¨¢ticas plenas hasta ya comenzada la guerra civil, a finales de agosto de 1936, y son interrumpidas de nuevo con la victoria del general Franco. Para normalizar de nuevo el di¨¢logo entre Mosc¨² y Madrid ha habido que esperar a¨²n al restablecimiento de la democracia. El 9 de febrero de 1977 se produjo un intercambio de notas entre los ministerios de Asuntos Exteriores de Espa?a y la URSS que prolog¨®, por fin, la apertura de embajadas en ambas capitales.
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