Muri¨® el ciclista Agostinho, tras 10 d¨ªas de agon¨ªa
Joaquim Agostinho muri¨® ayer en Lisboa poco antes de las once de 1 ma?ana la larga agon¨ªa del veterano ciclista portugu¨¦s fue una ¨²ltima prueba de su extraordinaria resistencia f¨ªsica: 48 horas despu¨¦s de su ca¨ªda en la quinta etapa de la Vuelta al Algarve, los m¨¦dicos hab¨ªan dado a Agostinho como "cl¨ªnicamente muerto", pero durante diez d¨ªas su coraz¨®n continu¨® funcionando, alimentando las m¨¢s locas esperanzas de familiares, amigos y admiradores del ciclista. 16 a?os de corredor profesional y 13 participaciones en el Tour quedaron truncados cuando un perro se le cruz¨® a 300 metros de la meta un 30 de abril de 1984. Agostinho hab¨ªa nacido 41 a?os antes.
El hospital de la Cuf en Lisboa, donde estaba internado, recibi¨® diariamente miles de llamadas telef¨®nicas de Portugal y del extranjero preguntando por la evoluci¨®n del estado de salud de Agostinho. Uno de los m¨¢s asiduos fue el campe¨®n espa?ol Luis Oca?a.Desde la tarde de ayer, el cuerpo de Agostinho fue colocado en una capilla ardiente en la bas¨ªlica de la Estrella en Lisboa, donde fue visitado por miles de personas y donde recibi¨® las honras reservadas a los h¨¦roes nacionales portugueses. El entierro se realiza esta tarde en su pueblo natal, Brejenjas, a unos 100 kil¨®metros al nordeste de Lisboa.
El mejor ciclista portugu¨¦s de todos los tiempos corri¨® con Anquetil, Merckx e Hinault. Despu¨¦s de trabajar en una azucarera de Mozambique, en 1967 se hizo profesional. Buen escalador y s¨®lido rodador, sacrificado y duro, en 1969 salt¨® a la fama al ganar el Trofeo Barachi. Particip¨® en 13 ocasiones en el Tour de Francia y gan¨® cuatro etapas. En 1969 fue 9?; en 1970, el 14?; en 1971, el 5?; en 1972 y 1973, el 8?; y 6? en 1974.
El ¨ªdolo portugu¨¦s
?dolo de un mill¨®n de emigrantes portugueses en Francia, h¨¦roe nacional en su propia tierra, Agostinho era f¨ªsica y moralmente, con sus virtudes y sus defectos, "el emigrante portugu¨¦s". Cuando dec¨ªa que la bicicleta era su arado" no hab¨ªa en sus palabras sombra de afectaci¨®n: era demasiado evidente que el deporte era, para ¨¦l, ¨²nicamente un medio de promoci¨®n social, que acept¨® y trat¨® de aprovechar al m¨¢ximo, como otros de sus compatriotas que salieron un d¨ªa de su pueblo para cortar remolachas o fabricar tornillos por la Europa rica.
Dice la Prensa, un¨¢nime, que Agostinho fue v¨ªctima de un conjunto de circunstancias inconcebibles a finales del siglo XX: los perros que irrumpen en medio del pelot¨®n; la ausencia de un m¨¦dico en la prueba; las dos horas que pas¨® en el hotel para descansar, el hospital provincial de la regi¨®n m¨¢s tur¨ªstica de Portugal, sin servicio de neurociruj¨ªa; los 300 kil¨®metros en ambulancia hasta Lisboa, y otra hora p¨¦rdida, porque en el ¨²ltimo momento la direcci¨®n del Sp¨®rting decide no confiar su campe¨®n a un hospital p¨²blico; la operaci¨®n ya era in¨²til. Ahora es el esc¨¢ndalo, el rasgar de vestiduras, el recordar que el 5 de mayo de 1972, en la octava etapa de la Vuelta a Espa?a, Agostinho tambi¨¦n cay¨® y se fractur¨® el cr¨¢neo, y, operado a tiempo en el hospital de Tarragona, estaba suficientemente recuperado tres meses despu¨¦s para el Tour.
Esta vez todo fue diferente, "porque era Agostinho y porque era Portugal". No s¨¦ si en las tabernas del barrio alto ya se canta el fado de Agostinho, que muri¨® de amor por Portugal.
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