Esperanzas en L¨ªbano
POR FIN parece que un nuevo Gobierno, encabezado por Rachid Karame, se ha constituido en L¨ªbano. Ayer celebr¨® una reuni¨®n, con la participaci¨®n de todos los ministros menos uno, el ortodoxo griego Abdullah Rasi, yerno del veterano dirigente maronita del Norte Suleim¨¢n Franji¨¦; pero esta ausencia no impedir¨¢ que se ponga en marcha. La singularidad del Gabinete que acaba de nacer es que en ¨¦l participan los dirigentes de: los principales grupos y milicias que se han enfrentado en una interminable guerra civil; nos encontramos ante un hecho realmente extraordinario, con escasos precedentes; nadie hubiese podido imaginar algo semejante hace unos meses. El presidente Xarame ocupa por d¨¦cima vez, a los 62 a?os, el cargo de jefe del Gobierno; la primera fue en 1955, cuando ten¨ªa 34 a?os, y era el primer ministro m¨¢s joven de la historia libanesa. Personalidad m¨¢s bien gris, poco brillante, tiene fama, en cambio, de ser un negociador paciente, tenaz, eficiente. En su no corta vida pol¨ªtica -y aqu¨ª reside una de las claves para entender lo que est¨¢ ocurriendo- ha defendido [a amistad y alianza con Siria; ha tenido relaciones siempre estrechas, con el presidente de Siria, Hafez el Assad. Contrariamente a lo que se hab¨ªa previsto en la conferencia de reconciliaci¨®n celebrada en Lausana, el Gobierno no se compone de 26 ministros, con los cuatro principales jefes de los grupos musulmanes y cristianos como vicepresidentes,Sino de 10, cada uno con varias carteras. Esta reducci¨®n del n¨²mero ha creado serias dificultades, sobre todo con el dirigente chiita Nabih Berri, pero Karame ha querido con ello evitar interminables controversias en torno a la forma de equilibrar a los diferentes grupos.Que la influencia siria es el factor decisivo que permite hoy mantener juntos a los diversos grupos libaneses no lo discute nadie. Por razones obvias, Siria conoce bien las realidades de L¨ªbano y ha sabido tener en cuenta sus complejos factores. El presidente Assad ha comprendido que el camino hacia un papel hegem¨®nico sirio no era el de apoyar a los amigos de siempre, sino, al contrario, promover, incluso contra el sectarismo de algunos pol¨ªticos prosirios, la reconciliaci¨®n de todas las fracciones. Ha sido el ¨¦xito de una pol¨ªtica inteligente partiendo de realidades concretas, frente a la carencia de pol¨ªtica de Israel y EE UU, por muchos que fuesen los medios militares empleados en la empresa. La invasi¨®n israel¨ª y luego el env¨ªo de la fuerza multinacional, fomentada sobre todo por Washington, han desembocado en un evidente fracaso. El presidente Reagan repiti¨® en varias ocasiones que si la escuadra norteamericana se retiraba, L¨ªbano desaparecer¨ªa. Las cosas han ido por otro camino; una vez m¨¢s, los hechos han desmentido la visi¨®n simplista, que tanto influye hoy en la Casa Blanca, que pretende encerrar situaciones muy diferentes en un esquema prefabricado.
De cara al futuro s¨®lo se puede hablar con mucha precauci¨®n de la actividad del nuevo Gobierno liban¨¦s. Si los principales dirigentes sunitas, chiitas y drusos, de un lado, y cristianos, de otro, logran mantener y consolidar la tregua, poner fin a los combates, restablecer la paz interna, ser¨¢ ya un progreso decisivo. Hace falta recordar que desde hace nueve a?os, en unas u otras condiciones, el pa¨ªs sufre las terribles consecuencias de una guerra civil que ha causado m¨¢s de 100.000 muertos. El presidente Karam¨¦ ha definido con modestia y realismo los objetivos de su Gobierno: la seguridad ciudadana, la remodelaci¨®n de las instituciones, la evacuaci¨®n por Israel del territorio que ocupa en la parte meridional del pa¨ªs. El primer punto, la seguridad, la paz, permitir¨ªa el retorno a sus ciudades de las masas de refugiados que han tenido que desplazarse e iniciar la reconstrucci¨®n. La remodelaci¨®n institucional ser¨¢, l¨®gicamente, una tarea que, exigir¨¢ tiempo; pero ciertos cambios empiezan a apuntar ya en la pr¨¢ctica, como la disminuci¨®n evidente del papel del presidente Gemayel. Dos concepciones principales se van a enfrentar: una, m¨¢s bien cantonalista, defendida por los cristianos; otra, partidaria de un Estado m¨¢s centralista y aconfesional, que preconizan los grupos musulmanes, pensando lograr as¨ª que su mayor peso demogr¨¢fico se traduzca en hegemon¨ªa en la direcci¨®n del pa¨ªs. Que discrepancias de este g¨¦nero no enciendan de nuevo la guerra civil es la raz¨®n de ser misma del Gobierno Karame. ?ste puede significar el anuncio de una nueva vida para un pueblo que ha sufrido mucho. Pero los problemas, y los peligros, son a¨²n enormes.
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