Un pol¨ªtico con instinto de poder y gancho popular
La Rep¨²blica Federal de Alemania (RFA) tiene en el democr¨ªstino Helmut Kohl un canciller que ha entrado ya en las antolog¨ªas del chiste, pero tambi¨¦n un pol¨ªtico con instinto para el poder, electoralmente atractivo para el hombre de la calle.Hace tan s¨®lo unos d¨ªas, el diario derechista Bild publicaba, como chiste del d¨ªa, uno m¨¢s en la lista de los que se atribuyen a Kohl, y que hace alusi¨®n a su capacidad intelectual. Durante las pasadas vacaciones, junto a un lago austriaco, el director del hotel le ense?aba a Kohl los alrededores, dici¨¦ndole: "Y aqu¨ª puede usted practicar el esqu¨ª acu¨¢tico". Kohl preguntaba sorprendido: .?Pero c¨®mo es posible? Yo no sab¨ªa que los lagos fuesen tan inclinados".
Los c¨ªrculos del esnobismo pol¨ªtico en Bonn y period¨ªstico en Hamburgo no han cesado de ironizar sobre la pera, el mote que le dan al canciller Kohl desde el cambio de Gobierno en Bonn. El canciller ha provocado libros con sus frases antol¨®gicas y compilaciones de chistes del cambio.
El primero en advertir abiertamente sobre el peligro de infravalorar a Kohl fue el presidente de los socialdem¨®cratas, Willy Brandt. Con su fuerte acento del palatinado y un aire provinciano que no desapareci¨® tras casi 10 a?os en Bonn, Kohl es la ant¨ªtesis del intelectual. Su discurso pol¨ªtico es de un simplismo total.
A pesar de todas estas limitaciones Kohl ha demostrado ser un pol¨ªtico capaz de moverse con habilidad dentro de las intrigas, del poder, un hombre que supo desembarazarse de todos los posibles competidores hasta conseguir llegar a la canciller¨ªa. Kohl aguant¨® las humillaciones de un canciller, Helmut Schmidt, que hac¨ªa signos ostentosos de ignorarle en el Parlamento; las maniobras de su amigo Franz Josef Strauss, que lleg¨® a decir un d¨ªa que Kohl no podr¨ªa ser nunca canciller por faltarle las condiciones elementales de personalidad para el cargo. El m¨¦rito de Kohl es sintonizar con la mentalidad del llamado hombre de la calle.
En plena discusi¨®n sobre euromisiles at¨®micos, Kohl habla de las botas que llevan los soldados en el Ej¨¦rcito federal alem¨¢n, que calan el agua en invierno, seg¨²n le ha dicho su hijo, que est¨¢ en el servicio militar. Los problemas de los trabajadores espa?oles en Alemania Occidental no son graves porque ¨¦l les encuentra los domingos cuando va a misa y todos est¨¢n contentos.
Kohl respira optimismo, y esto a veces resulta contagioso. En las pasadas elecciones, en marzo de 1983, llev¨® a los democristianos hasta el 48,8%, un resultado s¨®lo superado por el legendario canciller democristiano Konrad Adenauer, de quien Kohl gusta definirse como nieto.
Ha sido quiz¨¢ Strauss, el presidente del Gobierno de Baviera y del partido gemelo de Kohl, quien mejor ha definido en los ¨²ltimos tiempos el gancho popular del canciller. Seg¨²n Strauss, Kohl "encarna en s¨ª el tipo del pol¨ªtico con efecto en la televisi¨®n sobre los ciudadanos; antes se le achacaba que le faltaba esto. Muchos alemanes se sienten identificados en ¨¦l. Por decirlo de forma ir¨®nica, pero sin malicia, en ¨¦l muchos descubren que tambi¨¦n ellos podr¨ªan llegar a canciller".
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