Una brillante amoralidad
El bot¨ªn, de Joe Orton, es de una comicidad al mismo tiempo violenta y comedida, lo cual parece ser uno de los secretos de los dramaturgos ingleses. En su tiempo se ten¨ªa a Orton como un dramaturgo de la escuela de Pinter y de la l¨ªnea del teatro del absurdo. Visto con la perspectiva de hoy parece despegado de todo ello y due?o de un estilo propio; el absurdo, aqu¨ª, no es m¨¢s que una forma teatral antigua del teatro c¨®mico, del juguete o disparate, y Pinter ha ido por otro sendero m¨¢s misterioso, m¨¢s profundo. Lo que aparece como ideolog¨ªa de Orton es una cr¨ªtica, una burla acerada del t¨®pico social sin ninguna contenci¨®n ni ning¨²n l¨ªmite de toda la trama de la organizaci¨®n burguesa.
El bot¨ªn
De Joe Orton. Traducci¨®n y adaptaci¨®n de Manuel Coronado y Jos¨¦ Echevarr¨ªa. Int¨¦rpretes: Miguel Nieto, Kiti Manver, Carlos Hip¨®lito, Mariano Buend¨ªa, Juan Guitart, Jorge Amich. Direcci¨®n: Domingo Lo Giudice. Teatro Mart¨ªn. Madrid, 29 de mayo.
Proximidades
Para situarlo podr¨ªa decirse que est¨¢ en las proximidades de Dar¨ªo Fo, con dos diferencias: en Fo hay un aspecto constructivo, o pol¨ªtico, que tiende a cuajar en una defensa de clase social y de libertades p¨²blicas, y en Orton no hay ese prop¨®sito. La otra diferencia es que Fo es un mediterr¨¢neo exuberante y directo, y Orton est¨¢ dentro del innuendo del di¨¢logo brit¨¢nico.En El bot¨ªn todo gira en torno a un funeral -el desastroso cuerpo salta de un lado a otro de la habitaci¨®n- y a una investigaci¨®n policiaca acerca del robo a un banco. Los personajes son ellos mismos y simult¨¢neamente representaciones caricaturescas de sectores sociales: la polic¨ªa, la religi¨®n, los j¨®venes marginados. La amoralidad y el cinismo son fuentes b¨¢sicas: m¨¢s que datos de la personalidad cr¨ªtica del autor lo son de aquello que presenta. Cada frase hace impacto, y ofrece la mezcla del disparate con la realidad. La versi¨®n castellana de Manuel Coronado y Jos¨¦ Echevarr¨ªa tiene la fortuna de encontrar equivalencias, de repetir los rasgos coloquiales de la obra y mantener la identificaci¨®n de los personajes. Arranca las carcajadas del p¨²blico desde que ¨¦ste entra en situaci¨®n. Hay una direcci¨®n leal y astuta al mismo tiempo de Domingo Lo Giudice y una interpretaci¨®n que consigue una media muy aceptable, especialmente en los dos m¨®viles, asustados y codiciosos mozalbetes que representan Carlos Hip¨®lito y Mar¨ªano Buend¨ªa; y en el retumbante Miguel Nieto y en la sequedad de Kiti Manver. Juan Guitart compone perfectamente un tipo de polic¨ªa de caricatura. La pieza se apoya continuamente en la teatralidad como virtud b¨¢sica y antigua -la modernidad va por dentro-, y en ese sentido deliberadamente convencional est¨¢n la direcci¨®n y la interpretaci¨®n. Para el p¨²blico, todo ello fue un regalo de comicidad y de significado.
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