La mano tendida de Reagan

LOS LLAMAMIENTOS a la URSS para que retorne a la mesa de negociaciones sobre las armas nucleares, las expresiones del deseo de mejorar las relaciones entre Washington y Mosc¨², la propuesta incluso de una reconciliaci¨®n se han convertido en una campa?a sistem¨¢tica del presidente Reagan en el curso de su reciente viaje a Irlanda, proseguida durante su estancia en Londres e incluso en sus discursos con motivo del aniversario del desembarco de Normand¨ªa. La primera idea que viene a la mente es el objetivo netamente electoral que persigue el candidato Reagan. Que utilice hoy, para preparar su victoria en la batalla electoral de noviembre, un lenguaje tan distinto al de su campa?a de 1980 indica, sin embargo, un cambio interesante, sobre todo en la mentalidad del electorado norteamericano.Desgraciadamente, parece que estamos s¨®lo en el reino de la propaganda, no en el de la gesti¨®n diplom¨¢tica, o pol¨ªtica, para buscar un acuerdo. El ¨²nico punto concreto en el que Reagan ha modificado su actitud ha sido en su discurso ante el Parlamento irland¨¦s, con referencia a una propuesta de la URSS en la Conferencia de Estocolmo sobre una "declaraci¨®n de renuncia al uso de las armas" por parte de los Estados participantes. Los occidentales rechazaron esa propuesta con el argumento de que repetir¨ªa un compromiso que ya existe en la Carta de la ONU. Argumento discutible porque podr¨ªa servir para considerar in¨²tiles las tres cuartas partes del Documento de Helsinski o, m¨¢s recientemente, de la Declaraci¨®n de Madrid. En todo caso, Reagan ha dicho en Dubl¨ªn que estaba dispuesto a considerar esa propuesta sovi¨¦tica, pero a?adi¨® una condici¨®n: que no afectase a las armas nucleares. As¨ª reafirma la llamada estrategia flexible de la OTAN, que prev¨¦ emplear armas nucleares ante una eventual agresi¨®n convencional del Este.

El persistente niet de los sovi¨¦ticos tiene sin duda en cuenta el aspecto electoral de la campa?a de sonrisas de Ronald Reagan. ?ste proclam¨® que la instalaci¨®n de los euromisiles obligar¨ªa a los sovi¨¦ticos a negociar, y ellos quieren que tenga que presentarse ante los electores con la demostraci¨®n fehaciente de que no ha sido as¨ª, de que su c¨¢lculo ha fallado. Es probable que Mosc¨² piense que con su actitud cerrada aumenta las posibilidades de los candidatos dem¨®cratas, ya que, tanto Mondale como Hart y Jackson, preconizan el freeze, la congelaci¨®n; es decir, una estrategia nuclear radicalmente diferente de la de Reagan, consistente en congelar los niveles existentes en la URSS y en EE UU para iniciar luego una reducci¨®n controlada y equilibrada. En realidad, la URSS no ha sido capaz de elaborar una nueva estrategia de cara a Occidente una vez que empez¨® la instalaci¨®n de los primeros euromisiles. Incluso ideas que se perfilaban en determinadas declaraciones de Andropov (que parec¨ªan buscar niveles m¨¢s bajos que los estipulados en la decisi¨®n de la OTAN de 1979) han desaparecido del horizonte diplom¨¢tico sovi¨¦tico. Con esta actitud rutinaria, atada al pasado y carente de imaginaci¨®n, los gobernantes de la URSS est¨¢n ayudando a Reagan m¨¢s de lo que sin duda suponen. Le permiten continuar su pol¨ªtica de rearme y presentarse a la vez como el hombre de la mano tendida.

Por otro lado, en Europa existe una voluntad creciente de salir del actual c¨ªrculo vicioso de acumulaci¨®n de misiles nucleares en una parte y en otra. Esta tendencia se manifiesta tambi¨¦n en el seno del Pacto de Varsovia. Una frase de un brindis de Chernenko en una cena con Ceaucescu, en la que el m¨¢ximo dirigente sovi¨¦tico reiteraba que la URSS no volver¨ªa a la mesa de negociaciones, ha sido citada en muchos comentarios internacionales como una respuesta a Reagan, pero no se puede olvidar que era sobre todo pol¨¦mica con relaci¨®n a las posiciones de su hu¨¦sped. Ruman¨ªa ha exigido en reiteradas declaraciones oficiales que tanto la URSS como EE UU reemprendan las negociaciones. Lo mismo piensan, sin decirlo p¨²blicamente, otros Gobiernos del Este. Por otro lado, la actitud de aplazamiento condicionado de la decisi¨®n sobre si aceptar¨¢ los euromisiles que le han sido asignados por la OTAN adoptada por Holanda es muy significativa, sobre todo si se piensa que la ha tomado un Gobierno de centro-derecha y frente a una posici¨®n de rechazo total de los socialistas.

Varios Gobiernos, incluso entre los que han aceptado los euromisiles bajo la presi¨®n norteamericana, desean una negociaci¨®n que permita limitar su n¨²mero. En los partidos pol¨ªticos de izquierda -e incluso entre varios del centro, como los liberales brit¨¢nicos-, en los medios religiosos, en la opini¨®n p¨²blica en general crece la oposici¨®n a los misiles nucleares, que parte de la convicci¨®n de que dichos misiles no pueden ser garant¨ªa de seguridad. No cabe duda de que los pueblos est¨¢n entendiendo esta verdad esencial mejor que la mayor¨ªa de sus gobernantes.