Cuando los acusados son inocentes
La policia anuncia con cierta frecuencia la resoluci¨®n de homicidios cuyos presuntos autores quedan en libertad poco despu¨¦s
La persona o personas que el 11 de noviembre de 1983 acabaron con la vida de Antonia Clavero, de 73 a?os, se ensa?aron con su v¨ªctima. El cad¨¢ver de la anciana fue encontrado con 64 pu?aladas poco profundas, al mediod¨ªa, en su domicilio de la calle de San Mariano, en el distrito de San Blas. Antonia Clavero viv¨ªa sin grandes recursos econ¨®micos con su marido y dos nietos de seis y nueve a?os, pero aquella ma?ana se encontraba sola. Poco antes del suceso hab¨ªa regresado de la peluquer¨ªa.Pedro Alc¨¢ntara, m¨¢s conocido como Kung-Fu, tard¨® poco en ser acusado del crimen. Kung-Fu es un muchacho de 18 a?os que, a su pesar, se ha hecho c¨¦lebre en los barrios del noreste de Madrid como chorizo de poca monta. A ello ha contribuido no poco el tener la garganta y medio rostro destrozados desde que a los 14 a?os recibi¨® una r¨¢faga de metralleta disparada por una patrulla de la Guardia Civil.
A las cinco de la ma?ana del 12 de noviembre, con el cuerpo de Antonia Clavero a¨²n en el dep¨®sito de cad¨¢veres, inspectores de la comisar¨ªa de San Blas detuvieron a Pedro Alc¨¢ntara. Contra ¨¦l hay una llamada telef¨®nica, cuyo autor nunca se ha identificado, que asegura haberle visto salir, en compa?¨ªa de otro muchacho, del piso de la anciana muerta. Su amigo Guillermo E. R. es arrestado asimismo por este motivo.
Los polic¨ªas suelen lamentar que operan con excesivas prisas ante la presi¨®n de la opini¨®n p¨²blica. En las fechas en las cuales fueron detenidos Kung-Fu y su amigo Guillermo la campa?a pol¨ªtica y period¨ªstica que a lo largo de los ¨²ltimos meses ha denunciado la inseguridad ciudadana se encontraba en uno de sus momentos m¨¢s cr¨ªticos. Tal vez por eso, el 15 de noviembre la Jefatura Superior de Polic¨ªa de Madrid convoca una conferencia de prensa para informar del supuesto esclarecimiento del crimen de San Blas y de otros delitos de sangre.
Dos d¨ªas m¨¢s tarde, el 17 de noviembre, Kung-Fu sale en libertad de los juzgados de la plaza de Castilla. El titular del Juzgado de Instrucci¨®n n¨²mero 5 no ha encontrado ning¨²n indicio racional para ingresarlo en prisi¨®n por su posible participaci¨®n en el crimen. Sin embargo, en la misma puerta del edificio judicial, el joven delincuente es capturado de nuevo por la polic¨ªa. El 20 de noviembre vuelve a los juzgados y, al d¨ªa siguiente, el titular del n¨²mero 2 le vuelve a poner en libertad sin cargos. La polic¨ªa, como suele ser habitual, no rectific¨® nunca la imputaci¨®n.
Transcurrieron varios meses. El pasado 3 de mayo, inspectores de la comisar¨ªa de Buenavista detienen a los hermanos Antonio e Isidoro Silva Montoya, de 43 y 23 a?os, respectivamente, y les acusan de forma oficial, aunque con menos aparato informativo que en la anterior ocasi¨®n, del crimen de San Blas. Ambos son gitanos madrile?os, casados, son padres de siete hijos en total, carecen de antecedentes y se dedican a la venta ambulante de frutas y verduras.
La denunciante, cuyo nombre se mantiene en el anonimato, afirma que vio a los dos detenidos entrar en el portal de la casa de la calle de San Mariano poco antes de que la anciana fuera apu?alada. Ha callado el hecho durante seis meses y los acusados creen que mantiene relaciones con un hombre que les adeuda 140.000 pesetas. En su declaraci¨®n, la mujer sostiene que los hombres que vio iban completamente afeitados. Sin embargo, Antonio Silva Montoya prueba con fotograf¨ªas y testimonios personales que siempre ha lucido un largo bigote cuyos extremos llegan hasta la barbilla.
En un primer momento, la polic¨ªa cree haber encontrado el arma del crimen en una navaja peque?a que ocupa a los hermanos Silva Montoya. ?stos recuerdan que la compraron con posterioridad al crimen de San Blas, y el encargado de la ferreter¨ªa vendedora lo confirma. No hay, pues, arma del crimen, y tampoco se encuentra a los acusados ning¨²n objeto procedente del robo del piso de la anciana.
La detenci¨®n de los Silva Montoya provoca de forma inmediata la solidaridad de la colectividad gitana de Vic¨¢lvaro, donde aqu¨¦llos residen. Unas 20 personas se concentran ante los juzgados de la plaza de Castilla y con grandes gritos y lloros manifiestan su convicci¨®n de que los hermanos son inocentes. El 9 de mayo, los Silva Montoya ingresan en la prisi¨®n de Carabanchel. Diez d¨ªas despu¨¦s, salen de all¨ª en libertad bajo fianza de 200.000 pesetas cada uno. Sus vecinos de las chabolas de Vic¨¢lvaro han hecho una colecta para pagar esas cantidades.
Cantando flamenco entretuvieron su estancia en prisi¨®n. Adem¨¢s de vendedor ambulante, Isidoro es un cantaor conocido en los medios cal¨¦s como El Extranjero. Su primera petici¨®n al verse recluido en Carabanchel fue una guitarra. Ahora los dos hermanos hacen vida normal y el Juzgado de Instrucci¨®n n¨²mero 2 no ha dictaminado su procesamiento.
La desaparici¨®n de El Nani
Otro juzgado madrile?o de instrucci¨®n, el n¨²mero 11, tramita estos d¨ªas diligencias para esclarecer la desaparici¨®n de Santiago Corella, El Nani, de 29 a?os, que, junto con su mujer y un amigo, fue acusado de un crimen que no cometi¨®.Todo arranca del 31 de octubre de 1983, cuando a las 19.30 muri¨® de un balazo el joyero Pablo Perea, en un atraco a su establecimiento protagonizado por dos hombres y una mujer. Testigo de los hechos fue Juan S¨¢nchez G¨®mez, un empleado de la joyer¨ªa.En los d¨ªas siguientes, los inspectores del grupo tercero de la Brigada Regional de Polic¨ªa Judicial, que tiene su base en la antigua Direcci¨®n General de Seguridad, en la Puerta del Sol, ense?aron sus ¨¢lbumes de fotos al testigo, que dijo reconocer a Santiago Corella, El Nani, un delincuente de poca monta que nunca hab¨ªa estado implicado en hechos de sangre.
El 12 de noviembre de 1983 fueron detenidos en una misma vivienda Santiago Corella, su esposa, Soledad Montero, y tres hermanas del primero. En la misma operaci¨®n policial era capturado en su domicilio conyugal ?ngel Manzano Rubio, de 30 a?os. Para la polic¨ªa, el caso de la calle de Tribulete estaba resuelto. Corella, Soledad y Manzano constitu¨ªan el tr¨ªo de atracadores, por m¨¢s que negaran con desesperaci¨®n su participaci¨®n en el delito. As¨ª se inform¨® a la Prensa.
Las cosas, sin embargo, no estaban claras. Un portavoz d¨¦ la polic¨ªa cont¨® a los informadores que Santiago Corella se hab¨ªa escapado en la madrugada del d¨ªa 13, horas despu¨¦s de su arresto. Seg¨²n la versi¨®n oficial, Corella fue trasladado a un descampado de Vic¨¢lvaro, donde dec¨ªa tener un dep¨®sito de armas. Una vez all¨ª, se liber¨® de las esposas, se arroj¨® a un desnivel del terreno y desapareci¨® en la oscuridad. Nadie ha vuelto a tener noticias suyas.
D¨ªas despu¨¦s, ?ngel Manzano, el tercer acusado por el crimen de la calle de Tribulete, se puso en contacto con algunos medios informativos. Estaba en libertad, sin que hubiera llegado a ser puesto a disposici¨®n de la autoridad judicial. El 15 de noviembre hab¨ªa sido traladado desde el edificio policial de la Puerta del Sol hasta el Hospital Provincial, donde se le diagnosticaron m¨²ltiples lesiones en cara, t¨®rax y abdomen, se le oper¨® del est¨®mago y le aplicaron 18 puntos de sutura. Fue dado de alta nueve d¨ªas despu¨¦s.
Manzano, que hoy trabaja como portero en una discoteca, afirma haber sido torturado por los inspectores del grupo tercero para que reconociera su participaci¨®n en el crimen del que le acusaban, para que se comiera el homicidio. Dice que le colocaron un casco de motorista y un mono, le tumbaron sobre una mesa con la mitad superior del cuerpo en el vac¨ªo y le golpearon durante horas.
La mesa o quir¨®fano, el procedimiento de tortura al que Manzano afirma haber sido sometido, salt¨® a las p¨¢ginas de los peri¨®dicos en marzo de 1983, cuando cuatro detenidos, de los que tres no se conoc¨ªan entre s¨ª y que carecieron de asistencia letrada en la Puerta del Sol, denunciaron ante los juzgados de Instrucci¨®n n¨²meros 6, 20 y 22 haber sido objeto del mismo por parte de funcionarios del grupo primero de la Brigada Regional de Polic¨ªa Judicial de Madrid, que dirige el comisario Emilio Ballesteros. Al grupo sexto de la misma brigada pertenecen los inspectores que han sido acusados de haber torturado al polic¨ªa nacional Jos¨¦ Manuel Cast¨¢n, fallecido el pasado 14 de marzo. El comisario Antonio Garrido, jefe superior de Polic¨ªa de Madrid, nunca ha querido pronunciarse sobre estos hechos y ha optado, como respuesta, por restringir cada vez m¨¢s el acceso de la Prensa a la informaci¨®n policial.
Soledad Montero, la esposa de El Nani, permaneci¨® dos meses en la prisi¨®n de Yeser¨ªas, sin que llegara a ser procesada por la autoridad judicial. Cuando fue liberada inici¨® gestiones para averiguar el paradero de su esposo, con el que tiene dos hijos.
El ¨²ltimo testimonio oficial de la existencia de Santiago Corella es un parte facultativo, emitido a las 18.50 del 12 de noviembre en la Puerta del Sol, en el que se registran las siguientes lesiones: "Erosi¨®n en ambas axilas. Contusi¨®n pectoral izquierda. Contusi¨®n regi¨®n lumbar. Erosi¨®n pierna derecha. Contusi¨®n epig¨¢strica. Herida segundo dedo mano derecha. Esquimosis brazo mismo lado, cara dorsal. Erosiones en ambas mu?ecas". No se emite pron¨®stico y los portavoces policiales afirman que esos da?os fisicos le fueron causados a Corella al resistirse a la detenci¨®n.
EI'caso'del parque de Roma
De forma no oficial, responsables policiales han expresado su convicci¨®n de que El Nani muri¨®, pero, seg¨²n ellos, en Francia y en un ajuste de cuentas con delincuentes rivales. El pasado 17 de mayo, los familiares de Santiago Corella presentaron denuncia por su presunta desaparici¨®n.Que Santiago Corella, Soledad Montero y ?ngel Manzano eran inocentes fue ratificado de forma indirecta por la polic¨ªa cuando a comienzos de marzo inspectoresde la comisar¨ªa de La Estrella, ajenos hasta el momento al caso, detuvieron a Manuel Pulido Jaraiz y su esposa, Luisa P¨¦rez Ramos, y les acusaron, junto con "un tercero no identificado", del homicidio de Pablo Perea. El Juzgado de Instrucci¨®n n¨²mero 13 decret¨® el pasado 15 de marzo su procesamiento e ingreso en las prisiones de Carabanchel y Yeser¨ªas, respectivamente.
La principal prueba contra el matrimonio es, de nuevo, el reconocimiento del empleado de la joyer¨ªa, el mismo que identific¨® a los primeros detenidos. No se les han encontrado ni el arma del crimen ni ninguna de las joyas robadas en la calle de Tribulete. Los inspector de la comisar¨ªa de la Estrella afirman que llegaron a la convicci¨®n de la participaci¨®n de Pulido y su mujer en el delito a trav¨¦s de una confidencia, cuyo autor no han revelado ante la autoridad judicial.
Otro de los cr¨ªmenes cometidos en Madrid durante los ¨²ltimos meses y a¨²n por aclarar de forma convincente es el que ha sido conocido period¨ªsticamente como el caso del parque de Roma. El 16 de enero de 1984 fue encontrado en una caseta de Hidroel¨¦ctrica, pr¨®xima al parque de Roma, el cad¨¢ver de Manuel Rodr¨ªguez Moncl¨²s, de 17 a?os, que presentaba 18 pu?aladas. El forense calcul¨® que hab¨ªa muerto el d¨ªa anterior. Aproximadamente un mes despu¨¦s, inspectores de la comisar¨ªa de La Estrella detuvieron a los hermanos Jos¨¦ Luis y Juan Jos¨¦ Cuadrado Garrido, de 18 y 16 a?os, respectivamente. El mayor hab¨ªa aparecido en las p¨¢ginas de los peri¨®dicos con anterioridad, cuando en junio de 1981 le estall¨® en las manos un artefacto de fabricaci¨®n casera que, al parecer, intentaba colocar en una sede comunista. Entonces era militante de Fuerza Joven.
No quedaron claras las razones que, seg¨²n la polic¨ªa, indujeron a los hermanos Cuadrado a apu?alar a su amigo Rodr¨ªguez Moncl¨²s. Entre otras, la polic¨ªa mencion¨® en una nota oficial que el fallecido les hab¨ªa robado un radiocasete y les hab¨ªa vendido una motocicleta robada, y algunas diferencias en cuestiones de gustos musicales. En el domicilio familiar de los detenidos fueron encontradas 34 armas blancas, aunque ninguna de ellas pudo probarse que hubiera sido la causante de la muerte de Manuel Rodr¨ªguez.
Los hermanos detenidos negaron con firmeza su participaci¨®n en los hechos y arguyeron que el d¨ªa 14 hab¨ªa sido operada su madre, por lo que el d¨ªa siguiente, el del crimen, no se movieron de casa. A finales de febrero fueron puestos en libertad sin cargos. Seg¨²n el criterio de la autoridad judicial, la polic¨ªa no hab¨ªa aportado pruebas convincentes de su implicaci¨®n.
De todo ello se deduce adem¨¢s una segunda lectura: los culpables, los que s¨ª asesinaron, todav¨ªa no han sido encontrados por esa misma polic¨ªa que ha acusado a unos inocentes. Errores, pues, doblemente graves.
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