Eriprando Visconti defiende la cultura europea ante la invasi¨®n norteamericana
Eriprando Visconti es conde de Modrone, como su t¨ªo Luchino; tambi¨¦n es milan¨¦s, como ¨¦l, y para mayor c¨²mulo de coincidencias, es cineasta. Votante de izquierdas, visitaba Espa?a para hacer propaganda antifranquista "por romanticismo". Tiene 11 pel¨ªculas en su haber, 51 a?os, una esposa con t¨ªtulo como ¨¦l, 1,90 de estatura y una gran preocupaci¨®n por la invasi¨®n americana. "Europa debe defenderse de los americanos para salvaguardar la cultura", dice.
Eriprando Visconti, que ha visitado Madrid para presentar un ciclo cinematogr¨¢fico dedicado a su obra en el Instituto Italiano de Cultura, empez¨® haciendo una peque?a colaboraci¨®n con su t¨ªo, el gran realizador italiano en 1952, y 10 a?os m¨¢s tarde estrenaba su primera pel¨ªcula, Una storia milanese. "Luchino no pudo darme su opini¨®n", cuenta Visconti, "porque no la vio. Gan¨® el premio de la cr¨ªtica en Venecia y me llam¨® para felicitarme porque le hab¨ªan dicho que era muy buena".Luego hizo m¨¢s pel¨ªculas, como La monaca di Monza, Il caso Pisciotta, que al cabo del tiempo ha resultado tener mucha similitud con el caso de De la Chiessa, o Malamore, su ¨²ltimo filme. Tambi¨¦n trabaj¨® en el teatro como ayudante de Luchino Visconti y como director del Piccolo Teatro di Trieste. Aficionado a la ¨®pera, pr¨®ximamente dirigir¨¢ en Berl¨ªn una obra de Othmar Schoeck en la que la direcci¨®n musical estar¨¢ a cargo de Peter Maag.
Su trayectoria cinematogr¨¢fica, seg¨²n manifiesta el propio Visconti, ha estado siempre marcada por un estilo intimista en el que los problemas pol¨ªticos s¨®lo le interesan como reflejo de conflictos internos. S¨®lo en las ¨²ltimas pel¨ªculas ha empezado a preocuparse realmente por la est¨¦tica. Y es que muchas cosas eran diferentes cuando "era joven", como repite constantemente. "Ya no soy del PCI. Me limito a votar a las izquierdas; he sufrido una desilusi¨®n". Cuando Eriprando Visconti era joven manten¨ªa estrechas relaciones con exiliados espa?oles que viv¨ªan en Mil¨¢n. "No digo nombres porque quiz¨¢ alguno sea hoy ministro". Todo aquello le resultaba tremendamente rom¨¢ntico al joven Visconti: desde aquel d¨ªa que conoci¨® en Roma a Dolores Ib¨¢rruri hasta ese obrero del puerto de Barcelona que le serv¨ªa de enlace. A ¨¦l le entregaba el cineasta los panfletos firmados por el Frente Nacional de Liberaci¨®n y que llevaban una arenga: "Espa?oles, despertaos". Y Visconti sonr¨ªe al evocar aquellos recuerdos: "Luego cog¨ªa el tren para Madrid y una vez segu¨ª hasta Sevilla, donde no encontr¨¦ al enlace y no sab¨ªa qu¨¦ hacer con los papeles".
Estudiar para olvidar
Siempre tuvo mucha suerte con las mujeres Eriprando Visconti. Todav¨ªa hoy, pasada la cincuentena, ofrece una gallarda figura y unos ojos claros con fuego en la mirada. Admite, al menos, que fue guapo. "Las mujeres no han sido importantes en mi vida. He amado m¨¢s la m¨²sica y los libros". Vuelve a hacer balance sobre el paso de los a?os. "Con la edad cambian los puntos de vista; ahora no me gusta Bach y estoy saturado de Vivaldi. Ya no creo en nada fijo. ?Existe el amor? ?Existe realmente la cultura? Cuanto m¨¢s estudias, m¨¢s olvidas. Tampoco me interesa la cr¨ªtica; no existe. Es s¨®lo la opini¨®n subjetiva de alguien. El cr¨ªtico no ayuda al p¨²blico a entender ni comprender nada. Ahora veo una pel¨ªcula m¨ªa, me gusta, mientras que no me gust¨® la ¨²ltima vez que la vi. Lo importante es hacer las cosas. Una vez que termino una pel¨ªcula deja de interesarme y empiezo a pensar en la siguiente. Una vieja pel¨ªcula es como una vieja amante".Entre pel¨ªcula y pel¨ªcula, Visconti escribe un gui¨®n y lo vuelve a reescribir sucesivas veces, con tranquilidad, sin prisas. A los 15 a?os quiso ser escritor. Luego lleg¨® a la conclusi¨®n de que no pod¨ªa ser otras cosa en la vida m¨¢s que realizador. Aunque s¨ª hay otra que le hubiera gustado ser: inmensamente rico. "El problema es que no me gusta hacer dinero. Mi familia fue muy rica hasta mi abuelo. Lo perdi¨® casi todo. As¨ª que digamos que yo s¨®lo poseo una posici¨®n acomodada". Si su herencia hubiera sido m¨¢s generosa, asegura que se habr¨ªa dedicado a coleccionar cuadros, porque le encanta la pintura.
Visconti piensa que el cine italiano est¨¢ simplemente "fatal". "En Italia hay tres canales p¨²blicos de televisi¨®n y 99 privados que ofrecen pel¨ªculas a partir de las ocho de la tarde. Mientras que una pel¨ªcula de Hitchcock cuesta cinco millones (no especifica si liras o d¨®lares), la de un realizador italiano de hoy cuesta 55 millones. As¨ª que prefieren las de Hitchcock. No hay en Italia una ley que ampare a su cine...". ?Que si est¨¢ en proyecto hacerla? S¨ª, desde hace 10 a?os".
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