Felipe Gonz¨¢lez sigue buscando pa¨ªses centroamericanos que acepten a los miembros de ETA expulsados por Francia

El presidente del Gobierno espa?ol, Felipe Gonz¨¢lez y un reducido grupo de colaboradores llevan directamente las gestiones ante gobiernos centroamericanos para lograr que sean recibidos en sus pa¨ªses los miembros de la organizaci¨®n ETA que Francia expulse de su territorio, dentro de la pol¨ªtica de colaboraci¨®n abierta entre Madrid y Par¨ªs a comienzos de a?o y que ambos Gobiernos est¨¢n dispuestos a consolidar.

Felipe Gonz¨¢lez ha encontrado m¨¢s resistencias de las previstas en la soluci¨®n de este requisito imprescindible para hacer viables los acuerdos con el Gobierno de Pierre Mauroy sobre expulsi¨®n de suelo franc¨¦s de aquellos terroristas que no acepten o no puedan acogerse, por estar implicados en delitos de sangre, a las medidas de reinserci¨®n social que el Gobierno espa?ol est¨¢ dispuesto a generalizar. Mientras Espa?a no aporte una soluci¨®n al problema del destino de los etarras, el Gobierno franc¨¦s no podr¨¢ acelerar el proceso de limpiar su territorio de terroristas tal y como le pide el Gobierno espa?ol.Los primeros contactos sobre las medidas a adoptar para acabar con el problema que plantean los asentamientos etarras en el suroeste de Francia arrancan de la cumbre socialista que se celebr¨® en Par¨ªs el 23 de enero del a?o pasado, un par de meses despu¨¦s de que Felipe Gonz¨¢lez formase su Gobierno. Se puso all¨ª en marcha un mecanismo de negociaci¨®n que se aceler¨® durante la visita del primer ministro franc¨¦s, Pierre Mauroy, a Madrid, a mediados del mes de junio de 1983.

En concreto el Gobierno franc¨¦s acept¨® trasladar al norte del r¨ªo Loira a algunos miembros destacados de las distintas ramas de ETA y de los Comandos Aut¨®nomos Anticapitalistas. No obstante, pidi¨® que se buscase alg¨²n destino definitivo para los etarras que fuesen extra?ados al norte de Francia y que tuviesen problemas con la justicia francesa, bien porque hubiesen sido detenidos con armas, bien porque no tuviesen en regla su documentaci¨®n.

Empez¨® entonces el peregrinar de varios enviados personales del presidente del Gobierno espa?ol por diversos pa¨ªses latinoamericanos en busca de un lugar de recepci¨®n para los posibles etarras expulsados del territorio franc¨¦s. Panam¨¢, Venezuela, M¨¦xico y Cuba fueron los pa¨ªses en los que estos contactos observaron una mayor y m¨¢s f¨¢cil penetraci¨®n.

La operaci¨®n, en marcha

La visita de Felipe Gonz¨¢lez a Par¨ªs el 20 de diciembre del a?o pasado marca el inicio de la acci¨®n directa de las autoridades francesas sobre los terroristas refugiados en su territorio. A principios de enero de este a?o fueron detenidos y desterrados al norte del Loira destacados dirigentes de ETA y de los Comandos Aut¨®nomos. El Gobierno franc¨¦s busc¨® r¨¢pidamente la posibilidad de reexpedir a una buena parte de ¨¦stos hacia otros pa¨ªses. Panam¨¢ fue el primer pa¨ªs receptor. Sin embargo, las autoridades paname?as solicitaron pocas semanas m¨¢s tarde al Gobierno espa?ol que buscase otro destino a los etarras. Se hab¨ªa iniciado el periodo electoral que culmin¨® con el acceso a la presidencia de Ardito Barletta, y la oposici¨®n hab¨ªa tocado el tema de los etarras en alguno de sus m¨ªtines.Un enviado personal de Felipe Gonz¨¢lez se desplaz¨® r¨¢pidamente a La Habana para intentar, a marchas forzadas, culminar las conversaciones que inici¨® el propio presidente del Gobierno con Fidel Castro durante la escala t¨¦cnica que el avi¨®n de ¨¦ste ¨²ltimo realiz¨® en Madrid, a su regreso de los funerales por el presidente de la URSS, Yuri Andropov. Esta gesti¨®n lleg¨® a buen fin, y los etarras recogidos por Panam¨¢ pasaron a residir en las inmediaciones de La Habana, donde se encuentran parcialmente integrados en la vida normal del pa¨ªs. El ¨²nico problema que trascendi¨® de toda esta negociaci¨®n fue la exigencia cubana de que estos miembros de ETA entrasen en su territorio con documentaci¨®n legal.

En Venezuela, pa¨ªs que tambi¨¦n recibi¨® a algunos de los etarras expulsados de Francia, y donde se encuentran socialmente integrados, ocurri¨® algo similar. Las elecciones presidenciales dieron lugar a una ralentizaci¨®n en la aceptaci¨®n de activistas deportados, que se pretende relanzar tan pronto como sea posible.

Existe un gran hermetismo sobre qui¨¦n paga y c¨®mo el coste de los traslados y extra?amientos de los etarras. Fuentes gubernamentales niegan que Espa?a est¨¦ pagando directamente la factura de los ya situados al otro lado del Atl¨¢ntico, en contra de lo que declar¨® la esposa de uno de los miembros de ETA trasladado a Panam¨¢, que lleg¨® a hablar de una cifra de 100 millones de pesetas. Al parecer, la f¨®rmula de pago que se ha establecido en alg¨²n caso es mediante la prestaci¨®n de servicios de diversa ¨ªndole a los pa¨ªses receptores.

En cuanto a la ausencia de miembros destacados de ETA entre los deportados, en estos mismos c¨ªrculos, se especula con la hip¨®tesis de que realmente hubiera podido existir alg¨²n tipo de entendimiento pret¨¦rito entre algunos miembros de esta organizaci¨®n y servicios pr¨®ximos al Gobierno franc¨¦s, para conseguir un control de las actividades del grupo terrorista vasco-franc¨¦s Iparretarrak.