Cuartetos espa?oles en el Paular
En el hotel Santa Mar¨ªa del Paular, adyacente al monasterio benedictino, del mismo nombre, se inici¨® el pasado domingo un ciclo que pretende juntar m¨²sica y turismo. La Empresa Nacional del Turismo lo ensaya en cuatro de sus m¨¢s bellos e hist¨®ricos establecimientos: el Paular, San Marcos de Le¨®n, Santiago de Compostela y Sevilla.El concierto inaugural estaba a cargo del Cuarteto Hisp¨¢nico, cuyo trabajo continuo le ha valido en poco tiempo un prestigio limpiamente ganado. Dos representantes de nuestro modesto dieciochismo de c¨¢mara, Carlos Ord¨®?ez y Carlos Francisco de Almeyda, se enfrentaban con el intensamente rom¨¢ntico Conrado del Campo y el nacionalista Joaqu¨ªn Turina.
Ord¨®?ez (1734-1786) naci¨® en realidad en Viena, pero era hijo de espa?ola, y si funcion¨® dentro del conjunto de la escuela cl¨¢sica vienesa, tampoco tenemos por qu¨¦ renunciar a la gracia de su construcci¨®n ni a la transparencia de su textura, que, como no pod¨ªa ser de otro modo, tienen a Haydn por modelo. "Una mezcla de Haydn, Pleyel y Bocherini", dice el ¨²ltimo autor que es la m¨²sica de Almeyda cuando se la recomienda a Pleyel para su edici¨®n.
En efecto, en el a?o 1798 aparece impresa la Opus II, compuesta de seis cuartetos, muy elogiados en la Gaceta Musical de Leipzig. Se ha hablado tambi¨¦n de una sinfon¨ªa que se conserva en Dresde, de insegura a¨²tenticidad, y en los archivos de la Casa de Osuna se alude sin m¨¢s aclaraciones (seg¨²n Solar Quintes) a un Credo que debi¨® de escribir este Almeyda, nacido en Burgos, violinista de la Corte y amigo de Bocherini, aunque no demasiado, pues confunde su nombre y le llama Giovanni-Pietro. Por una carta de Bocherini a Pleyel, fechada el 13 de julio de 1797, sabemos que el burgal¨¦s propon¨ªa nada menos que la edici¨®n de 10 opus de grandes cuartetos y cuatro de peque?os tr¨ªos. La verdad es que el primer cuarteto de la Opus II, ahora escuchado a Polina Kotliarskaya, Francisco Javier Comesa?a, Juan Krakenberger y Jos¨¦ Mar¨ªa Redondo, es enormemente atractivo.
No menos relieve alcanz¨® Conrado del Campo en dos de sus caprichos becquerianos. La intensa expresividad y excelente escritura cuartet¨ªstica nos da una suerte de romanticismo m¨¢s recobrado que rezagado que en alguna medida se sit¨²a en la antesala expresionista.
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