Las consecuencias del informe McBride
La aprobaci¨®n con las reservas de los pa¨ªses occidentales del llama do informe McBride en la 21? Conferencia General de la Unesco, celebrada en Belgrado en 1980, su puso el comienzo de un largo, acalorado y todav¨ªa inacabado debate sobre los problemas de la comunicaci¨®n en el mundo, y m¨¢s concretamente sobre el denominado "nuevo orden informativo mundial".Sean McBride, ex ministro irland¨¦s de Asuntos Exteriores y premio Nobel y Lenin de la Paz, se hab¨ªa hecho cargo cuatro a?os antes, por mandato expreso de la Unesco, de preparar un documento sobre la informaci¨®n.
Al frente de un equipo de 16 expertos -entre los que figuraban Hubert Beuve-Mery, fundador del peri¨®dico Le Monde, y Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez, m¨¢s tarde premio Nobel de Literatura-, McBride recogi¨® la idea fundamental de establecer unas nuevas estructuras informativas, a las que denominar¨ªa "nuevo orden mundial de la informaci¨®n", promovidas en el seno de la Unesco especialmente por los pa¨ªses del Tercer Mundo, la Uni¨®n Sovi¨¦tica y aquellos que entraban en el ¨¢rea de su influencia.
En la Conferencia de Belgrado, la Comisi¨®n Internacional para el Estudio de los Problemas de la Comunicaci¨®n -que as¨ª se llamaba oficialmente- present¨® no s¨®lo el informe McBride, sino tambi¨¦n un conjunto de documentos en los que figuraban las opiniones de casi 100 especialistas mundiales.
Al final se aprob¨® por consenso una declaraci¨®n de principios fundamentales referidos a cuestiones muy generales. Sin embargo, cuando hubo que bajar a lo concreto, a los medios materiales empleados para controlar o producir la informaci¨®n, comenzaron a hacerse patentes y encontradas las diferentes interpretaciones.
Las recomendaciones del informe McBride, por ejemplo, "para elevar y precisar la categor¨ªa social de los periodistas", "examinar las normas profesionales" o "completar su formaci¨®n" fueron interpretadas por los pa¨ªses occidentales, especialmente por Estados Unidos y el Reino Unido, como claros peligros contra la libertad de expres¨ª¨®n. A la acusaci¨®n de fuerte desequilibrio y colonialismo informativo planteado por los pa¨ªses del Tercer Mundo contra el sistema comunicativo "impuesto" por los pa¨ªses occidentales desarrollados, ¨¦stos respond¨ªan que no podr¨ªan admitir ning¨²n tipo de control gubernamental de la informaci¨®n.
Parad¨®jicamente, el informe McBride, que pretend¨ªa establecer un nuevo orden informativo mundial, plante¨® una de las luchas m¨¢s duraderas en torno a la interpretaci¨®n de determinados principios de la comunicaci¨®n. Y las tensiones se han reproducido cada vez que se pretend¨ªa discutir un plan concreto sobre alguno de los puntos del informe, cuya aplicaci¨®n ha resultado inviable en la pr¨¢ctica durante estos cuatro a?os.
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