Chile, o el regreso a un pa¨ªs desconocido
Quien vuelve a Chile hoy se enfrenta con una superficie limpia y ordenada, dice el autor de este trabajo, pero tambi¨¦n con una inmensa capa de tristeza que parece recubrir al pa¨ªs. Un pa¨ªs que era un modelo de cultura y democracia, que estaba vivo y en marcha, pero que parece ahora sumido en la miseria, en la corrupci¨®n, en la mendicidad, el hurto y la prostituci¨®n. Mientras tanto, la dictadura aumenta la represi¨®n, y el pueblo ha comenzado a dar se?ales de rebeld¨ªa, que el autor saluda pidiendo la unidad de todos para recuperar la libertad y la dignidad perdidas.
Volver a Chile despu¨¦s de seis a?os es encontrar a un pa¨ªs que dif¨ªcilmente ning¨²n chileno que vivi¨® ese lapso en el exterior pudiera haberse imaginado jam¨¢s. . El r¨¦gimen dictatorial ha logrado en la larga pesadilla / realidad de sus casi 11 a?os la m¨¢s profunda transformaci¨®n sociol¨®gica, pol¨ªtica y econ¨®mica de un pueblo que ha sido ejemplo ante el mundo por sus acendrados valores de democracia, civilidad, convivencia y cultura.Un pa¨ªs que en los a?os veifite fuera rector en el continente latinoamericano por sus avances so-' ciales en el campo de la previsi¨®n social, del derecho constitucional y de los poderes del Estado; un pa¨ªs donde hasta el a?o 1973 hubo altemanc¨ªa en los Gobiernos de proyectos ideol¨®gicos tan dis¨ªmiles-como el Frente Popular de 1938 y sus posteriores coaliciones, de las que fuera eje el Partido Radical; el per¨ªodo del ex militar presidente Ib¨¢?ez, donde participaron amplias fracciones del Partido Socialista; la presidencia del liberal-conservador Jorge Alessandri, que entreg¨® el poder al progresismo democristiano del presidente Eduardo Frei, que, bajo el lema de la Revoluci¨®n en libertad, hiciera posible la reforma agraria, la recupera. ci¨®n para el Estado de las riquezas b¨¢sicas, la acelerada. multiplicaci¨®n de los sindicatos, la creaci¨®n de los centros de madres y juntas de vecinos, es decir, la participaci¨®n popular. En el a?o 1970 fue elegido con la primera mayor¨ªa relativa el doctor Salvador Allende y su proyecto de tr¨¢nsito al socialismo que representaba la Unidad Popular. Evidentemente, esta elecci¨®n significaba la profundizaci¨®n de los cambios ya iniciados. El Congreso, con los votos un¨¢nimes de la Democracia Cristiana y la Unidad Popular, hizo posible el ascenso al poder por la v¨ªa electosal del primer presidente marxista del mundo, Todo aquello era factible en el Chile democr¨¢tico.
Glorias culturales
Un pa¨ªs que hoy alcanza los 11 millones de habitantes, con, un acervo cultural que avalan dos premios Nobel, como Gabriela Mistral y Pablo Neruda; con un Claudio Arrau, un Roberto Matta o una Violeta Parra, por citar los m¨¢s insignes. Las universidades chilenas eran escogidas por los estudiantes, del continente, y all¨ª terminaron sus estudios numerosos presidentes latinoamericanos, parlamentarios y connotados personajes del mundo cultural, y como muestra basta citar, a Andr¨¦s Bello, como uno de los primeros rectores de nuestra Universidad de Chile. Todo esto se derrumb¨® con el golpe militar del 11 de septiembre de 1973, dando paso a la mayor involuci¨®n de la historia patria.
Volver a Chile en 1984, primero, enfrentarse al pa¨ªs superficialmente, todo es orden y limpieza. Los parques, muy pulcros; las calles, aseadas; no hay pintadas en las murallas; autom¨®viles modernos y gentes muy tristes. La tristeza del ciudadano santiaguino es el espejo de lo que pasa en la soterrada realidad del Chile de hoy. Las gentes deambulan como fantasmas esc¨¦pticos al no encontrar trabajo; testigo de ello son los esca?os -de los paseos y plazas centrales, donde an¨¢nimos personajes esperan sin esperanza que algo d¨¦ un vuelco en sus vidas. Un poco m¨¢s all¨¢, en el mismo coraz¨®n de la ciudad, cientos de agentes de divisas callejeros balbucean que compran o venden d¨®lares; en los desfindes, comerciantes modestos ofrecen en las calzadas peines, jabones, l¨¢pices, desodorantes. Todo ello producto de un esquema econ¨®mico extranjerizante y fracasado que arruin¨® las pujantes industrias nacionales y que da como resultado un 30% de desocupaci¨®n. Sin escarbar demasiado afloran la mendicidad, el hurto, la prostituci¨®n, a niveles jam¨¢s conocidos.
Una sociedad sobre un volc¨¢n
El contraste de la sociedad golpea el rostro, la desigualdad en los diferentes estratos es abismal. Nos encontramos con un barrio alto portentoso con grandes mansiones, con tres o cuatro coches en sus garajes, avenidas inimaginables coronadas por la cordillera de los Afides, que no nos han podido quitar para venderla a alguna multinacional. Los barrios medios, en el pasado muy dignos, hoy pauperizados en la comparaci¨®n. En los supermercados del sector nos toca ver c¨®mo matrimonios utilizan la calculadora para que el dinero les alcance para su compra, y m¨¢s de alg¨²n sonrojado cliente devolviendo parte de las mercader¨ªas. En los barrios bajos, los pobladores, cercados por el hambre, han tenido que asaltar los almacenes para poder calmar sus est¨®magos. (Cuando han sucedido estos hechos, el Gobierno los ha acusado de terroristas.) ?En qu¨¦ volc¨¢n se est¨¢ viviendo? ?Qu¨¦ tremenda eclosi¨®n social se viene encima.! ?Qu¨¦ hace la dictadura ante esta realidad? Muy simple: aumenta la represi¨®n; dicta una ley antiterrorista en la que le da mayores poderes a la siniestra CNI; despu¨¦s de 11 a?os de orden y paz, tiene que poner en vigencia indefinida el toque de queda; coloca bombas en las c¨¢sas de los l¨ªderes opositorres y dicta una nueva ley mordaza para la Prensa. ?Qu¨¦ par¨¦ntesis m¨¢s in¨²til! El balance nos deja miles de muertos, desaparecidos, torturados, exiliados, una naci¨®n en bancarrota.
Un pueblo azotado por todas las miserias, con su voluntad secuestrada, con sus derechos aherrojados. El mundo cultural, anta?o de gloria, ahora gris, inexistente. Las universidades, templos del pensamiento, hoy regentadas por militares.
Hasta mayo del pasado a?o parec¨ªa que el pueblo hab¨ªa perdido su capacidad de indignaci¨®n y hasta de asombro. Tras las primeras jornadas de protesta se ha puesto en pie, ha recuperado su capacidad y -pese a todas las ignon¨²nias que ha tenido que soportar ante la brutalidad de un r¨¦gimen de maldad y perversi¨®n- hoy, renovado y fuerte, est¨¢ en la lucha, dispuesto firmemente a term¨ªnar con la oprobiosa dictadura. -
?Qu¨¦ inconmensurable desaf¨ªo el que se nos obliga! Prioritariamente aunar todas, las voluntades de las fuerzas pol¨ªticas, sindicales, juveniles, para terminar con la larga y oscura noche de la opresi¨®n. Todos somos responsables de la hecatombe.
Queremos la unidad. La unidad no consiste en formar el gran partido de la oposici¨®n en una amalgama de corrientes ideol¨®gicas dispares. Por el contrario, unidad es concertar voluntades en torno al fin del r¨¦gimen autoritario y al restablecimiento. de la democracia. Es un encuentro pol¨ªtico que no exige la renuncia de los partidos a sus respectivos proyectos hist¨®ricos, pero s¨ª el compromiso con el consenso nacional.
La democracia es y ser¨¢ nuestro compromiso fundamental. En ese sentido se orienta la constituci¨®n de alianzas que con objetivos pragm¨¢ticos ayuden a la transformaci¨®n de la sociedad, recobrando para Chile el sitial de honor que se merece.
En esta encrucijada hist¨®rica, en esta larga y angosta tierra, existe un pueblo que est¨¢ dispuesto a recuperar su dignidad y su libertad, que arbitrariamente, en un d¨ªa aciago de su historia, le fueran arrebatadas.
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