OTAN: ?Ya era hora!
Claud¨ªn y Paramio eran plenamente conscientes, cuando redactaron su art¨ªculo La paz y la OTAN, de que suscitar¨ªan una pol¨¦mica considerable. Ojal¨¢ sea as¨ª. Entre otras cosas, por una tan simple como la que sigue: el art¨ªculo no es de encargo, pero lo parece, cosa que hasta ellos, los autores, admiten sin dificultades. Resulta, por tanto, curioso que tengan que ser intelectuales perif¨¦ricos (de la periferia del PSOE) los que salten al ruedo y hagan lo que el Gobierno no ha hecho y debiera estar haciendo desde hace a?o y medio: explicar lo que a todas luces se perfila como opci¨®n del Gobierno en relaci¨®n al tema de la OTAN.Y ¨¦sta es la primera objeci¨®n al art¨ªculo: hay una advocaci¨®n en¨¦rgica al movimiento pacifista (al final del art¨ªculo) para que se muestre realista y responsable, y no hay ni una palabra de reproche al Gobierno por su silencio, por su indefinici¨®n, por su confusionismo deliberadamente mantenido y, sobre todo, por su deslizamiento desde las posiciones que rigieron en el PSOE hasta finales de 1981, de las que no se ha hecho ni una reflexi¨®n ni una cr¨ªtica (desde dentro o desde la periferia del PSOE), hasta las que previsiblemente ser¨¢n las del pr¨®ximo congreso.
Pere Vilanova es profesor de Derecho Pol¨ªtico
Miembro de la Secci¨®n de Paz y Conflictos del CIDOB de Barcelona.
Por ello me propongo comentar algunos puntos en concreto, porque me parecen particularmente importantes o porque ponen en entredicho una de las hip¨®tesis iniciales del art¨ªculo: "La salida de la OTAN no favorecer¨ªa las perspectivas de distensi¨®n o desarme en Europa". Por ejemplo, se echa de menos en el art¨ªculo una distinci¨®n operativa entre Alianza Atl¨¢ntica como alianza pol¨ªtica, en la que est¨¢ Espa?a, y OTAN, como estructura militar integrada, y la distinci¨®n es fundamental para barajar luego las distintas hip¨®tesis, que van desde salir de la primera a entrar en la segunda, pasando por la de quedarnos como estamos. ?sta parece ser la idea del Gobierno, y es la situaci¨®n en que nos dej¨® UCD. Uni¨®n de Centro Democr¨¢tico lo hizo mal, pero si es para quedarnos en lo mismo, ?qu¨¦ es lo que el PSOE har¨¢ bien? S¨®lo cabe una cosa, el refer¨¦ndum, y basado en una pregunta que ha de ser una, clara y un¨ªvoca, siendo el voto en blanco tambi¨¦n leg¨ªtimo. Para pasar a otro punto es objetable el modo de tratar el tema de la URSS. Si los autores se dirigen ¨²nicamente a gentes que afirman que la URSS no es una superpotencia, y que sus armas, at¨®micas o no, no son una amenaza, hay que advertirles que se dirigen a un p¨²blico marginal, minoritario incluso dentro del movimiento pacifista, porque hoy nadie niega la corresponsabilidad de la URSS en la nueva guerra fr¨ªa (v¨¦anse los textos del END brit¨¢nico, del IKV holand¨¦s o del movimiento alem¨¢n). En lo que s¨ª discrepan esos grupos es en la actitud a tomar ante el Gobierno sovi¨¦tico. Una corriente es partidaria de una posici¨®n dura e intransigente, y otra preconiza la doble v¨ªa de la exigencia y claridad de posturas con el mantenimiento de aceptar la discusi¨®n cuando sea necesario.
Es decir, la misma divisi¨®n de opiniones que suele hallarse dentro de la mayor¨ªa de Gobiernos y de partidos occidentales no totalmente paranoicos. Y esto nos lleva a otro tema, que el art¨ªculo trata con singular prisa: los SS-20 y los Pershing y los de crucero. Claud¨ªn y Paramio optan por la tesis de que Occidente est¨¢ en inferioridad frente a la URSS. No puedo en pocas l¨ªneas demostrar lo contrario, pero s¨ª remitirles a la lectura de los trabajos del SIPRI, del Instituto de Estudios Estrat¨¦gicos de Londres (IISS), del GRIP, del American Scientist, del Monitor Defense y, modestamente, del ¨²ltimo n¨²mero de Afers Internacionals para afirmar lo siguiente: hay paridad global (armas estrat¨¦gicas, armas de teatro en sus tres niveles -euroestrat¨¦gico, de alcance medio y t¨¢ctico- y armas convencionales), y la hay tanto por la existencia del overkill como por los. efectos ,pol¨ªticos de la existencia de dichos arsenales. Si nos ponemos puntillosos, el ¨²ltimo anuario del SIPRI establece, barajando cifras de siete fuentes distintas, todas occidentales, la mayor¨ªa norteamericanas, que Estados Unidos tiene entre 30.420 y 31.200 cabezas nucleares, frente a la URSS, que tiene entre 15.670 y 22.800.
Escalada de la tensi¨®n
Pero ¨¦sta no es la cuesti¨®n, como no sea para admitir que siempre habr¨¢ pretextos por una parte y otra para seguir la carrera armamentista. Esto nos lleva a una primera conclusi¨®n: la inversi¨®n de la actual escalada de la tensi¨®n s¨®lo ser¨¢ posible por causas pol¨ªticas. Y el propio J. Alford, director adjunto del nada sospechoso IISS, acaba de recordar que Estados Unidos ha hecho muy poco en este sentido y que la actual Administraci¨®n americana no parece interesada en ello. Las ¨²ltimas decisiones de Reagan en relaci¨®n,a la guerra de las estrellas, la bomba de neutrones o la renovaci¨®n de la triada estrat¨¦gica abundan en este sentido.
En el supuesto de que estemos de acuerdo en esto, el tema esencial es si la OTAN, con su estructura y funcionamiento actuales, ha sido y es capaz de resistir a esa din¨¢mica y optar por una pol¨ªtica propia. Y la respuesta es que no, o que no mucho. Y si alg¨²n pa¨ªs de la OTAN lo ha hecho, ha sido sobre la base de resistir desde sus instituciones democr¨¢ticas, con el apoyo de la calle, con la l¨ªnea divisoria dentro de los partidos y contra la opini¨®n de la OTAN. Esto es para decir: a) que Europa necesita, puede y debe tener una perspectiva de seguridad propia que se apoye en alg¨²n tipo de instituci¨®n propia; b) que eso es lo mismo que decir que la OTAN ya es esa instituci¨®n o que puede serlo a breve plazo, y que si Espa?a se mete, esa transformaci¨®n todav¨ªa ser¨¢ m¨¢s acelerada. Sorprende en el art¨ªculo, la amalgama entre tres conceptos: Europa, Comunidad Europea, OTAN. Ni Europa occidental es toda Europa, ni la OTAN es toda Europa occidental, ni la CEE es la OTAN.
El franquismo represent¨® aislamiento, marginaci¨®n, todo ello teflido de una especie de neutraligmo de segunda, pero desde 1953, por su vinculaci¨®n con Estados Unidos, estaba sujeto a los dispositivos occidentales de tipo militar. Pero decir que ¨¦sa es la ¨²nica alternativa a la permanencia en la Alianza Atl¨¢ntica o a la entrada en la OTAN es tomar un atajo a todas luces excesivo. Siendo, como es, el objetivo de Claud¨ªn y Param¨ªo el de abogar por una Europa m¨¢s aut¨®noma, con una doctrina de seguridad colectiva que a la vez contribuya a invertir la tensi¨®n bipolar, vayamos a lo importante. ?Qui¨¦n y c¨®mo trabaja en este sentido?
Contactos entre bloques
Por lo pronto, una serie de pa¨ªses de Europa occidental, con un modelo de sociedad intachable, inequ¨ªvocamente antibipolares, partidarios de la distensi¨®n, que son, es cierto, muy distintos entre s¨ª, casos espec¨ªficos y todo lo que se quiera, pero que tienen una cosa en com¨²n: sus pol¨ªticas exteriores han jugado objetivamente un papel moderad¨®r en el mundo bipolar desde 1975 hasta hoy, y eso no se puede echar por la borda as¨ª como as¨ª: la CSCE ha sido posible, de Helsinki a Estocolmo, pasando por Belgrado y Madrid, gracias a ellos. Incluso en los momentos m¨¢s duros, Ginebra, Viena y otras ciudades de esos pa¨ªses han sido los ¨²nicos (y tenues) hilos de contacto entre los dos bloques. Y se dice que Espa?a no puede jugar a eso. Eso depende no tanto de cu¨¢nto se quiere gastar en defensa; que tambi¨¦n es importante, sino de una voluntad pol¨ªtica que se manifiesta en una determinada pol¨ªtica exterior y no en otra.
Es un hecho que la mayor¨ªa de Gobiernos socialistas de Europa del sur est¨¢n haciendo unas opciones, en este terreno, sensiblemente distintas a las de sus programas electorales. Incluso Francia, incluso Grecia, que no ha modificado su postura en la OTAN y no ha tocado sus bases americanas. Y, una de dos: o eso pasa porque los socialistas son intr¨ªnsecamente perversos, tesis que s¨®lo interesa a doctrinarios marginales, o se debe a una serie de razones objetivas. Despu¨¦s de la cumbre de Williamsburg, por ejemplo, se not¨® una tendencia en estos Gobiernos hacia una mayor disciplina atl¨¢ntica. No s¨¦ yo qu¨¦ les prometieron Reagan y el FMI, pero es as¨ª. La cosa es que uno espera del Gobierno, en las actuales circunstancias, que diga el porqu¨¦ de todo ello. ?Por qu¨¦ no es posible aplicar tal y tal parte del programa electoral?, ?d¨®nde se han equivocado y qu¨¦ est¨¢n dispuestos a rectificar?, ?hasta d¨®nde se puede llegar y en qu¨¦ plazos? Lo contrario es tomarle el pelo a la gente. Hay, parece ser, dos motivos de peso para no liar la cosa.
Y yo, que miro los toros desde la barrera, admito que cuando se gobierna se tragan muchas, muchas culebras. Un motivo es la presi¨®n atlantista, que es escandalosa, y no s¨®lo de Reagan, sino de la OTAN y de sus organismos de direcci¨®n. Otro tiene que ver con la gran cantidad de art¨ªculos, y declaraciones que muchos altos mandos militares espa?oles hacen ¨²ltimamente en favor de la plena integraci¨®n en la OTAN y contra la celebraci¨®n del refer¨¦ndum.
Por ¨²ltimo sorprende que los autores del art¨ªculo eludan un tema de fondo: la entrada d¨¦ Espa?a en la Alianza (y, de producirse, la plena integraci¨®n en la OTAN) en 1982 signific¨® el aumento unilateral del n¨²mero de pa¨ªses de la misma. Eso, en plena nueva guerra fr¨ªa, es una medida unilateral de escalada que no puede dejar de suscitar una reacci¨®n similar en el otro bloque (en la l¨®gica bipolar eso es una evidencia, por una simple cuesti¨®n de credibilidad para la URSS).
Supongo que el tema no aparece porque la tesis impl¨ªcita es o bien que la URSS tiene superioridad y el ingreso de Espa?a es una justa represalia, o bien que s¨®lo hay que negociar con la URSS desde una posici¨®n de fuerza, y ese ingreso es una medida de fuerza.
Para concluir, conviene insistir en este extremo: hay un peligro de que el debate, en Espa?a, se polarice en torno a OTAN s¨ª, OTAN no, y el tema de fondo, m¨¢s all¨¢ de nuestras fronteras, es el de qu¨¦ seguridad y qu¨¦ defensa para Europa. Si lo planteamos as¨ª, volvemos al punto de partida del art¨ªculo de Claud¨ªn y Paramio, cuando afirman que "no entrar en la OTAN no nos deja al margen de un conflicto nuclear europeo". En efecto, pero afecta igualmente a Suecia, Finlandia, Suiza, Austria, y no por ello nuestros autores piden el ingreso de todos ellos en la OTAN. Espero. La raz¨®n es que estos pa¨ªses contribuyen a su modo a combatir la tensi¨®n, a mediar entre los dos bloques y a prevenir el peligro de guerra nuclear, que es lo fundamental. Por lo dem¨¢s, todos ellos tienen interesantes modelos de defensa de contenido disuasivo hist¨®ricamente probado, y tienen unas pol¨ªticas exteriores que no se cierran a acuerdos interestatales en materia de seguridad colectiva. La f¨®rmula "ya que si no estamos, la guerra nuclear nos alcanza lo mismo" es realmente poco afortunada.
En s¨ªntesis, la alternativa no es seudoneutralismo de herencia franquista o entrar en la OTAN. La alternativa es entrar en la OTAN (o su variante, quedarse a medias, como ahora) o buscar, desde posiciones propias, que no aislacionistas, una efectiva contribuci¨®n a los objetivos antes citados. Insisto: no se sirve a la causa de la seguridad europea ni ¨²nica, ni exclusiva, ni principalmente desde la OTAN, sobre todo si entrar en ella es precisamente un dato nu¨¦vo. Ahora bien, si una serie de razones nos lleva a la conclusi¨®n de que hay que entrar porque s¨ª, que se explique. Aunque el tel¨®n de fondo sea el concepto de soberan¨ªa limitada.
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