El Diccionario de la Academia introduce en su ¨²ltima edici¨®n 8.000 palabras nuevas
El Diccionario de uso de la Real Academia Espa?ola ha engordado, a pesar de las constantes acusaciones de progresivo empobrecimiento del idioma. Cada p¨¢gina de la nueva edici¨®n tiene aproximadamente un tercio m¨¢s de lectura que la anterior, editada en 1970. La modernizaci¨®n no solamente se refleja en la introducci¨®n de nuevas voces, sino, fundamentalmente, en la revisi¨®n de la obra anterior, en su modernizaci¨®n, bien porque cambia el idioma y sus giros, bien porque cambian los conceptos. Sirva como ejemplo la palabra comunismo. En 1970, en vida de Franco y con un Partido Comunista perseguido y clandestino, el Diccionario de la Real Academia defin¨ªa as¨ª aquella maldita palabra: "Sistema por el cual se quiere abolir el derecho de propiedad privada y establecer la comunidad de bienes". La vig¨¦sima edici¨®n del Diccionario ha cambiado sustancialmente aquella definici¨®n, ofreciendo, adem¨¢s, tres acepciones. Dice as¨ª: "Comunismo- Sistema de organizaci¨®n social y econ¨®mica en que los bienes se consideran de propiedad com¨²n y predomina lo colectivo sobre lo individual. 2. Doctrina expuesta en el Manifiesto Comunista (1848) de Marx y Engels, interpretada posteriormente por Lenin (1870-1924) y sus continuadores. 3. Movimiento pol¨ªtico inspirado en esta doctrina. Libertario. El de tendencia anarquista, inspirado en las doctrinas de Bakunin (18141876) y Kropotkin (1842-1921)".Los acontecimientos pol¨ªticos, los cambios sociales, influyen indiscutiblemente en el idioma. Similar al caso del comunismo es el caso del marxismo, cuya definici¨®n en el Diccionario de 1970 comenzaba diciendo: "Doctrina de Carlos Marx y sus secuaces...".
La palabra golpismo
Anteriores ediciones hablaban del golpe -"acci¨®n de golpear o tener encuentro repentino..."-, y hablaban de su multitud de acepciones. Porque hay golpe de gracia, golpes de pecho, de mar o de ojo. Incluso se puede no dar golpe. Y recog¨ªan tambi¨¦n el golpe de Estado. Pero s¨®lo despu¨¦s de 1981 y, por tanto, por primera vez en un Diccionario de la Academia, se contempla la palabra golpismo -"actitud favorable al golpe de Estado. Actividad de los golpistas"- y, l¨®gicamente, el adjetivo golpista, que la Academia define como "perteneciente o relativo a golpe de Estado" y tambi¨¦n como persona "que participa en un golpe de Estado o que lo apoya de cualquier modo".La Prensa ha jugado un papel decisivo en este caso concreto. Incluso la llamada prensa amarilla, que tambi¨¦n viene definida en esta nueva edici¨®n como "la caracterizada por su entrega al sensacionalismo". Los h¨¢bitos sociales han empujado hacia las p¨¢ginas del diccionario una palabra llamada gel, producto cosm¨¦tico que un elevado porcentaje de ciudadanos utiliza cada ma?ana. Los femeninos de algunas profesiones siguen abri¨¦ndose paso. Ya hab¨ªa, en la edici¨®n anterior, abogadas, m¨¦dicas, diputadas y doctoras, y la carrera contin¨²a. Ahora, tambi¨¦n hay notarias, aunque sigue sin haber carpinteras. La goma de borrar tambi¨¦n ha sido requerida para modificar la explicaci¨®n de lo que es el matrimonio: "Uni¨®n de hombre y mujer concertada -"de por vida", dec¨ªa aqu¨ª el diccionario de 1970- mediante determinados ritos o formalidades legales".
V¨ªdeo, esc¨¢ner, reciclar
La Real Academia ha introducido la palabra v¨ªdeo y dos de sus derivados, videocinta y videofrecuencia. La ciencia y la t¨¦cnica imponen su propio lenguaje. Reciclar -"Someter repetidamente una materia a un mismo ciclo, para ampliar o incrementar los efectos de ¨¦ste"- es una nueva voz, o el esc¨¢ner, que tantos han tenido que sufrir. Seg¨²n la Real Academia Espa?ola, procede de la palabra inglesa scanner y se escribe, para nosotros, as¨ª: esc¨¢ner. Su definici¨®n, "aparato tubular para la exploraci¨®n radiogr¨¢fica, en el cual la radiaci¨®n es enviada conc¨¦ntricamente al eje longitudinal del cuerpo humano. Recogida esta radiaci¨®n a su salida del cuerpo por un sistema de detectores circularmente dispuestos, y ordenada mediante un computador la informaci¨®n as¨ª recibida, el aparato permite obtener la imagen completa de varias y sucesivas secciones transversales de la regi¨®n corporal explorada".Como en el caso del esc¨¢ner, los anglicismos castellanizados, m¨¢s o menos afortunados, se abren paso en el diccionario, cuya ¨²ltima edici¨®n habla de truste, t¨¦rmino que sirve para hablar de la "uni¨®n de sociedades o empresas con el objeto de dominar el mercado para imponer precios y condic¨ªones de venta".
El barrido, acci¨®n de barrer, no ten¨ªa antes ning¨²n componente tecnol¨®gico. No ocurre ahora lo mismo, ya que barrido describe tambi¨¦n el "proceso por el que un d¨ªspositivo explora sistem¨¢tica y repetidamente un ¨¢rea o un espacio reconoci¨¦ndolos punto por punto para transformar la imagen de cada uno de ellos en centrales, en se?ales el¨¦ctricas transmisibles a distancia, que, a su recepci¨®n, por otro proceso inverso y similar, se convierten en im¨¢genes; es el fundamento de la televisi¨®n, el radar, el microscopio de barrido, etc.".
Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez, Carlos Fuentes, Cabrera Infante, Mar¨ªo Vargas Llosa, Mario Benedetti y tantos otros escritores de la otra orilla del Atl¨¢ntico son los principales causantes de muchas de las nuevas voces incluidas en el diccionario. A ello contribuyen decisivamente tambi¨¦n las estrechas relaciones que mantiene la Real Academia Espa?ola con las hispanoamericanas. Pueden servir de ejemplo los dos t¨¦rminos ya mencionados. Macondo aparece en la nueva edici¨®n, aunque con una acepci¨®n bien distinta a la utilizada por Garc¨ªa M¨¢rquez. Para la Academia, macondo es un "¨¢rbol corpulento de la familia de las bomb¨¢ceas, semejante a la ceiba, que alcanza de 30 a 40 metros de altura". Joropear, "bailar el joropo", tampoco se contemplaba en la edici¨®n de 1970. Joropo es "?n¨²sica y danza popular venezolanas, de zapateo y diversas figuras, que se han extendido a los pa¨ªses vecinos". Joropear es tambi¨¦n sin¨®nimo de divertirse.
Aprobar voces malsonantes
En algunos pa¨ªses suramericanos llama extraordinariamente la atenci¨®n el hecho de que al espa?ol se le escape, a modo de interjecci¨®n, la palabra co?o. Sin embargo, tal vocablo nunca estuvo recogido en el Diccionario de la Real Academia. hasta hoy, presentada con sus dos conocidas acepciones, como interjecci¨®n y tambi¨¦n como "parte externa del aparato genital de la hembra" y con la aclaraci¨®n de que es voz malsonante. Igualmente, otra de las voces m¨¢s extendidas, se encuentra ya en el lugar alfab¨¦tico que le corresponde. El nuevo diccionario dice as¨ª: "Joder: voz malsonante. Practicar el coito, fornicar. 2. fig. Molestar, fastidiar. 3. fig. Destrozar, arruinar, echar a perder. 4. Interjecci¨®n de enfado, irritaci¨®n, asombro, etc.".El acad¨¦mico Camilo Jos¨¦ Cela, como era de prever, ha tenido mucho que ver con la inclusi¨®n de estas nuevas voces. Bien es verdad, de no ser por el acuerdo del resto de los acad¨¦micos, ambas palabras hubieran quedado fuera de nuevo. El proceso por el cual una nueva acepci¨®n o una correcci¨®n se toma en cuenta es relativamente sencillo. Las propuestas provienen, bien del exterior -"recibimos muchas sugerencias de la gente", dice Alonso Zamora-, bien de cualquiera de los acad¨¦micos, que en este momento son 39 de n¨²mero.
La Real Academia Espa?ola se subdivide en varias comisiones entre las que est¨¢ la del diccionario, formada ahora por Manuel Seco, L¨¢zaro Carreter, Alonso Zamora, Antonio Tovar y D¨¢maso Alonso. ?sta recoge todas las propuestas, las estudia, las selecciona y las lleva al pleno de los acad¨¦micos, que se re¨²ne todos los jueves, para su aprobaci¨®n. La constante relaci¨®n con otras academias, como la de la ciencia, permite tambi¨¦n la revisi¨®n o introducci¨®n de t¨¦rminos cient¨ªficos, t¨¦cnicos o de cualquier ¨ªndole.
Las nuevas acepciones que los plenos rechazan quedan archivadas, de manera que son cientos de miles las palabras que se conservan en la Real Academia, debidamente ordenadas en fichas. Muchas de esas acepciones forman parte de otros diccionarios editados por la Academia, como el hist¨®rico, en el que se cuenta la trayectoria, la vida en definitiva, de los vocablos, o el Manual Ilustrado de la Real Academia, que recoge los vulgarismos, las palabras mal usadas o las pertenecientes a determinadas jergas, como la de la droga.
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