Coche vivo
Hay muchachos con mucha suerte. Aunque sean d¨¦biles, aunque se trate de individuos cobardes y feos, estos agraciados pueden encontrar inesperadamente una insospechada arma con la que defenderse y a la que querer con m¨¢s fuerza y entrega que si se tratara de un ser humano.El suertudo muchacho de esta pel¨ªcula, por ejemplo, se queda prendado de un viejo autom¨®vil que a nadie interesa, y se dedica a mimarlo con tal dedicaci¨®n y af¨¢n que hasta el propio coche acaba sensibiliz¨¢ndose con los cuidados que le prodiga su due?o. Cualquiera en su caso har¨ªa lo mismo: defender a su propietario de desagradables enemigos y protegerle como si se tratara de una criatura irremplazable.
Dominios de la fantas¨ªa
Christine
Director: John Carpenter. Gui¨®n: Bill Philips, basado en la novela del mismo t¨ªtulo original de Stephen King. Fotografia: Donald M. Morgan. Int¨¦rpretes: Keith Gordon, John Stockwell, Alexandra Paul, Robert Prosky, Harry Dean Stanton. Filme de aventuras. Producci¨®n norteamericana, 1983. Locales de estreno: cines Carlos III, Roxy-A, Windsor-B, La Vaguada y Madrid-I de Madrid.
No es nuevo en el cine que los aparatos mec¨¢nicos cobren vida propia. Esta argucia argumental es, en el cine, un reflejo del miedo del hombre a la m¨¢quina, nacido antes de sus dudosas posibilidades laborales que de la metaflisica, pero que en la pantalla se ha solido plasmar a trav¨¦s de historias enrevesadas y a veces imposibles, trasladando y proyectando a losdominios de la fantas¨ªa la inquietud real de cada momento.Los juegos dram¨¢ticos se han orientado en todas direcciones, d¨¢ndole a la m¨¢quina personalidad propia o utiliz¨¢ndola s¨®lo como reflector de las angustias humanas. En la mayor¨ªa de estos filmes, el resultado se queda a medio camino, porque la ambigiledad, en este g¨¦nero es una virtud que puede provocar en ocasiones algunas inquietudes.
El autom¨®vil llamado Christine participa, en teor¨ªa, de las distintas corrientes, pero a la hora de la verdad su dramaturgia se extrav¨ªa entre los vac¨ªos, entre las repeticiones y entre los lugares comunes, sin que a los espectadores nos importe mucho realmente su posible perversidad, ni se sienta el m¨ªnimo afecto por sus v¨ªctimas.
En cuanto pel¨ªcula, Christine no pasa de ser como un tebeo bastante elemental, al que hay que a?adir los sobreentendidos que, por su cuenta, la pel¨ªcula no se atreve, por timidez y por falta de imaginaci¨®n, a desarrollar.
La eficacia -pero esto es cosa m¨¢s de los buenos medios de producci¨®n que del talento de quienes realizan la pel¨ªcula- de sus bien logrados efectos especiales (como, por ejemplo, la secuencia del coche repar¨¢ndose a s¨ª mismo) no consigue en ning¨²n momento superar la, por otra parte, insuperable debilidad cong¨¦nita y generalizada del cuento.
Babelia
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