El extra?o caso de la detenci¨®n de Otelo
La operaci¨®n antiterrorista en Portugal puede volverse contra sus organizadores
Dando la raz¨®n al director general de la Polic¨ªa Judicial, que afirmaba hace una semana que la redada hab¨ªa "golpeado centros vitales de la organizaci¨®n terrorista, pero no alcanzado su coraz¨®n", dos portavoces de las FP-25 se permitieron el lujo de convocar a los medios de comunicaci¨®n portugueses para una espectacular conferencia de prensa en una playa cercana a Lisboa.Con esta acci¨®n se cuestionaba doblemente la eficacia del dispositivo policial: se suministraban a los periodistas pruebas concluyentes de su identidad, se puntualizaban cu¨¢les de las acciones atribuidas a la organizaci¨®n han sido efectivamente ejecutadas por ella (el espectacular atraco contra un transporte de fondos bancarios en Lisboa, que rindi¨® cerca de 120 millones de pesetas, y cuatro atentados), se exculpaba a Saraiva y a la mayor parte de los detenidos y sobre todo se aseguraba que su "capacidad operativa no ha sido afectada por la redada, como quedar¨¢ probado a corto plazo".
Las nuevas detenciones y la captura de importantes alijos de armas, anunciadas como inminentes, tardan en hacerse realidad, y a medida que el tiempo pasa, las dudas y las cr¨ªticas aumentan, hasta el punto de que nadie parece ahora dispuesto a asumir la responsabilidad pol¨ªtica de la operaci¨®n: el primer ministro estaba en el extranjero; el ministro de Defensa y el jefe del Estado Mayor General del Ej¨¦rcito no supieron previamente los pormenores; el ministro del Interior niega cualquier iniciativa por su parte, y el de Justicia deja entender que el poder ejecutivo fue "sobrepasado" por el judicial, que, como corresponde a un Estado de derecho, es plenamente independiente.
La imagen de firmeza y autoridad forjada en unas horas mediante un despliegue policial sin precedentes en Portugal -42 detenciones, allanamiento de sedes de un partido legalizado (Fuerza de Unidad Popular) y respaldo expl¨ªcito o t¨¢cito del Gobierno y de los grandes partidos pol¨ªticos- abre grietas profundas.
El conservador Colegio de Abogados protesta contra las limitaciones impuestas al ejercicio del derecho de defensa y exige la presencia de un agente de polic¨ªa en las entrevistas entre los det¨¦nid s y sus defensores.
Indignaci¨®n castrense
En los medios castrenses, la sorpresa provocada por las circunstancias que rodearon la detenci¨®n del teniente coronel en activo Otelo Saraiva de Carvalho deja lugar a una creciente indignaci¨®n: despu¨¦s de dejar en entredicho la eficacia de los servicios de informaci¨®n militar, que no hab¨ªan detectado ning¨²n comportamiento il¨ªcito por parte del cerebro de la revoluci¨®n portuguesa de 1974, la polic¨ªa parece ahora incapaz de justificar de manera satisfactoria su precipitaci¨®n.Los militares progresistas se sienten ofendidos en la persona del hombre que simboliz¨® la revoluci¨®n de los claveles, y los derechistas no se muestran menos indignados. Para estos ¨²ltimos, o bien Otelo Saraiva de Carvalho es realmente culpable, y es inadmisible que fuera reincorporado en 1982, por una decisi¨®n pol¨ªtica, a las filas del Ej¨¦rcito, o bien no lo es, y su detenci¨®n como un vulgar del¨ªncuente com¨²n constituye una ofensa intolerable que mancha la honra de todos los militares.
Aparte de sus escasos aspectos pr¨¢cticos, la vasta operaci¨®n antiterrorista del Gobierno Soares es tambi¨¦n pol¨¦mica a nivel pol¨ªtico. Hace meses que Soares y otros miembros de su Gobierno denunciaban la existencia de una conspiraci¨®n manejada por los comunistas y algunos medios militares para desestabilizar el r¨¦gimen democr¨¢tico portugu¨¦s. El Partido Social Dem¨®crata, segundo miembro de la coalici¨®n, exig¨ªa de los socialistas instrumentos legales para defender las instituciones democr¨¢ticas, la autoridad del Estado y la seguridad ciudadana, y lleg¨® a condicionar su permanencia en el Gobierno a la aprobaci¨®n de las leyes sobre Seguridad Interna y Servicios de Informaci¨®n antes de las vacaciones parlamentarias de verano.
La coincidencia de la operaci¨®n contra las FP-25 y el inicio del debate parlamentario sobre la ley de Seguridad Interna, que otorga al primer ministro poderes pr¨¢cticamente ?limitados para tomar todas las medidas de excepci¨®n necesarias para la defensa de la "seguridad de las personas, de los bienes, y del orden p¨²blico", llev¨® a parte de la opini¨®n p¨²blica portuguesa a sospechar de la existencia de un plan preestablecido para presionar al Parlamento en favor de los proyectos gubernamentales.
La publicidad internacional dada al problema del terrorismo en Portugal por la detenci¨®n de Saraiva de Carvalho, que fue noticia de primera p¨¢gina en buena parte de la Prensa internacional, puede, efectivamente, actuar en favor de un refuerzo de los medios represivos del Gobierno de Lisboa, pero las reacciones en el interior han sido exactamente opuestas.
En todos los medios pol¨ªticos, de la derecha y, de la izquierda, de la oposici¨®n y de la mayor¨ªa, se pone el acento sobre la torpeza pol¨ªtica de la iniciativa: si los tribunales condenan a los detenidos como terroristas queda probado que las autoridades disponen, sin necesidad de recurrir a medidas de excepci¨®n, de los medios necesarios para desmantelar cualquier brote subversivo y la ley de Seguridad Interna es superflua. Y si no queda probada la culpabilidad de Otelo y de sus supuestos c¨®mplices, parece, como m¨ªnimo, peligroso dotar de medios a¨²n m¨¢s expeditivos a unas fuerzas del orden y a una polic¨ªa m¨¢s preocupadas de probar su eficacia que de respetar las limitaciones impuestas por la legalidad democr¨¢tica.
Es en la derecha, e inclusive en la extrema derecha extraparlamentaria, donde surgen las m¨¢s acerbas cr¨ªticas a la acci¨®n del Gob¨ªerno: en estos medios, a Mario Soares se le acusa simult¨¢neamente de defender terroristas como su amigo Otelo y de echar mano, para conservar el poder, del mismo aparato de represi¨®n (polic¨ªa pol¨ªtica, censura, violaci¨®n de los derechos civiles) que utiliz¨® Salazar.
Se llega incluso a insinuar que la detenci¨®n de Otelo y de los supuestos miembros de las FP-25 hace el juego a los comunistas, que, seg¨²n estas insinuaciones, montaron una trampa al Gobierno con la triple finalidad de "limpiar la imagen democr¨¢tica" del partido de Alvaro Cunhal, desembarazarse de la competencia pol¨ªtica de la ultraizquierda y de su l¨ªder carism¨¢tico (Saraiva) y desmoralizar a la polic¨ªa y a las fuerzas del orden.
Se discute apasionadamente la existencia de un cerebro maquiav¨¦lico que orquest¨® toda la operaci¨®n y de una conspiraci¨®n -de derecha o de izquierda, seg¨²n los gustos- contra las libertades democr¨¢ticas. En un pa¨ªs al que 50 a?os de dictadura anclaron en la idea de que "en pol¨ªtica, lo que parece, es", ¨¦sta es tal vez la m¨¢s dram¨¢tica conclusi¨®n del caso Otelo: la opini¨®n p¨²blica portuguesa no parece muy convencida 10 a?os despu¨¦s de la revoluci¨®n de la estabilidad del r¨¦gimen democr¨¢tico y est¨¢ siempre dispuesta a creer que una simple operaci¨®n policial esconde un golpe de Estado en gestaci¨®n.
El s¨ªndrome golpista -difuso, pero persistente-, alimentado por la Prensa y los medios pol¨ªticos y que renace en cada situaci¨®n de crisis econ¨®mica 0 pol¨ªtica, es el m¨¢s serio obst¨¢culo que se opone a cualquier esfuerzo serio de estabilizaci¨®n y recuperaci¨®n econ¨®mica, social y pol¨ªtica de Portugal. Mario Soares est¨¢ decidido a ignorar la agitaci¨®n que le rodea, y que se refleja hasta en el interior del Gobierno y de la coalici¨®n que lo apoya. Y precisar¨¢ en las pr¨®ximas semanas de toda su autoridad y prestigio para mantener el control de la situaci¨®n y recoger los dividendos pol¨ªticos que espera obtener de sus recientes ¨¦xitos europeos.
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