Vicente Aranda, director del filme 'Fanny Pelopaja', teme al ¨¦xito cinematogr¨¢fico sin condiciones
La proyecci¨®n de Fanny Pelopaja, el ¨²ltimo filme de Vicente Aranda, ha constituido una de las sesiones m¨¢s interesantes en la reci¨¦n concluida Setmana Internacional de Cine en Barcelona. Trat¨¢ndose de una coproducci¨®n franco-espa?ola, sus principales protagonistas son del otro lado de los Pirineos y es all¨ª, en el certamen de Cannes, donde se ha exhibido por primera vez la cinta. Hoy, mientras Fanny pelopaja se estrena en Barcelona, Aranda no tiene pelos en la lengua en el momento de afirmar, hitchconianamente, que le teme al ¨¦xito sin m¨¢s, sin unas determinadas condiciones. Liquidada la fase d¨¦ su promoci¨®n, inicia un nuevo proyecto.
"S¨ª, es cierto", afirma Vicente Aranda, "le temo al ¨¦xito. Hitchcock dec¨ªa que el ¨¦xito s¨®lo le interesaba si lo consegu¨ªa jodiendo al p¨²blico, si era a base de meterle a Kafka por las narices, y yo hago m¨ªa su declaraci¨®n". Y con esta tan poco cort¨¦s declaraci¨®n recuerda que el filme que m¨¢s le ha compensado a lo largo de su carrera ha sido Clara es el precio. "Estaba en la puerta del cine intentando escuchar lo que opinaban los espectadores al salir de la proyecci¨®n. Todos se met¨ªan conmigo y ¨¦sto me satisfizo".Pero a Vicente Aranda es necesario arrancarle las palabras. Le rodea cierto aura de artista que vive un tanto al margen de la vida real. Incluso entre los profesionales del cine afincados en Barcelona, donde ¨¦l mismo reside, Aranda goza del calificativo de "caso distinto.". Dispone desde hace a?os de su propia productora, Morgana Filins, que casi exclusivamente firma sus pel¨ªculas porque, en su opini¨®n, "la empresa no da para m¨¢s".
"Adem¨¢s", asegura, "convendr¨ªa se?alar que disponer de una productora no es dominar ning¨²n negocio. Las pel¨ªculas s¨®lo pueden hacerse cuando un exhibidor adelanta el dinero; y la firma de la productora me sirve exclusivamente para controlar el producto, c¨®mo se hace y c¨®mo se vende". Aranda ha realizado, hasta el momento, nueve filmes. "En un principio no era mi intenci¨®n tener una productora propia. Antes financiaba las pel¨ªculas que otros hac¨ªan y yo mismo utilizaba otras marcas, pero tuve disgustos y me decid¨ª por montar Morgana, con Carles Duran y Jordi Argente".
Una relaci¨®n artesanal
Aranda puede seguir haciendo cine porque se conforma -¨¦sta es su palabra- y, sobre todo, por que se considera un vocacional, si prisa. "Creo en la relaci¨®n artesa nal que existe entre mis compa?eros y yo. Me da miedo la industria y me agradan los productos re sueltos entre pocas personas" afirma. Con Carles Duran, su jefe de producci¨®n, constituyen un t¨¢ndem famoso entre los cineastas catalanes por el rigor en la profesionalidad que exigen. Cuando los j¨®venes realizadores sue?an en poder llevar a la pr¨¢ctica alguno de sus proyectos, anhelan que los nombres de estos dos veteranos se encuentre en su relaci¨®n de t¨¦cnicos. Pero eso casi nunca sucede."El cine es una loter¨ªa de escasos n¨²meros", casi susurra Aranda. Tampoco a ¨¦l le ha sido posible siempre hacer lo que ha querido y tal como lo hab¨ªa proyectado en un principio. Son varios los guiones que ha escrito y que, desde hace a?os, est¨¢n a la espera de que alg¨²n distribuidor confie en ellos y adelante el capital para su materializaci¨®n en pel¨ªcula. "Desde una reconstrucci¨®n hist¨®rica sobre la guerra civil, hasta una meditaci¨®n sobre el proverbio ingl¨¦s que reza 'dos, una pareja; tres, una multitud', y que deber¨ªa ser un filme de car¨¢cter intimista, son varias las historias que yo mismo he inventado".
Pero siempre es m¨¢s f¨¢cil convencer a un inversor con un texto literario en mano, cuya solvencia haya quedado patente por su ¨¦xito editorial. Aranda reconoce que en "el resbaladizo terreno de las adaptaciones cinematogr¨¢ficas no siempre es el argumento el que desgrana la fidelidad al texto, sino la intenci¨®n que puede -y a menudo debe- traducirse en historias distintas para cada uno de los soportes". Con una experiencia considerable sobre dichas cuestiones, pero sin estar convencido ni tratar tampoco de convencer a otros, emprender¨¢ la adaptaci¨®n de Tiempo de silencio, de Luis Mart¨ªn Santos. "Y cuanto menos se parezcan mejor", dice. Para Aranda, para Mart¨ªn Santos y para el p¨²blico.
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