Berlinguer y el eurocomunismo
Hace unos siete a?os apareci¨® el fen¨®meno del eurocomunismo. Era tan interesante que yo escrib¨ª algo sobre ¨¦l en este mismo peri¨®dico. Ahora, con la muerte de Berlinguer, reaparece el tema, y plagi¨¢ndome en parte a m¨ª mismo quisiera volver sobre ¨¦l.La plataforma del eurocomunismo se puede reducir a estas tres posiciones entre s¨ª relacionadas:
Primero, la persistente demanda de los eurocomunistas de que cada partido sea libre de aplicar las ense?anzas del marxismo-leninismo seg¨²n las circunstancias y necesidades nacionales, lo que es equivalente a un rechazo de la validez universal del modelo de experiencia sovi¨¦tica, pero no a esas ense?anzas.
Segundo, el repudio de los eurocomunistas de cualquier reclamaci¨®n de un monopolio de poder y, por tanto, del establecimiento de una dictadura del proletariado. Declaran su respeto por el "veredicto del sufragio universal" y supeditan su acci¨®n a la "libertad de opini¨®n, de expresi¨®n, de asociaci¨®n, de prensa, al derecho a la huelga, al libre movimiento del pueblo, etc¨¦tera", lo que es ya el rechazo de esas ense?anzas.
En tercer lugar est¨¢ el inter¨¦s eurocomunista en la creaci¨®n de una amplia coalici¨®n de fuerzas pol¨ªticas para buscar la soluci¨®n a los acuciantes problemas sociales y econ¨®micos. Es lo que se llam¨® en Italia el "compromiso hist¨®rico", que es aceptar las ense?anzas de la realidad concreta. Es lo que parece que aceptaba Moro.
Lo primero que hay que decir es que el problema del eurocomunismo no es nuevo, aunque lo sea la palabra. As¨ª, el estalinista Jozsef Ravai, del partido h¨²ngaro, en 1944 dijo: "Declaro que nosotros no consideramos la colaboraci¨®n nacional (de los distintos partidos) como una coalici¨®n pol¨ªtica transitoria, como un movimiento t¨¢ctico de ajedrez, sino como una alianza de larga duraci¨®n. Seremos fieles a nuestra palabra". De forma similar, el b¨²lgaro Georgi Dimitrov dijo el 7 de noviembre de 1945 que "la aseveraci¨®n de que los comunistas, seg¨²n se pretende, quieren hacerse con todo el poder... es una leyenda maliciosa y una calumnia. No es verdad que los comunistas quieran tener un gobierno de un solo partido". Y fue WIadyslaw Gomulka, del partido polaco, quien declar¨® en 1946 que el camino polaco hacia el socialismo "es significativo porque no incluye la necesidad de un cataclismo pol¨ªtico violento, revolucionario ... ; ha eliminado la necesidad de una dictadura del proletariado".
Pero hay m¨¢s. En la pol¨¦mica de Lenin y Kautski (La moral proletaria y el renegado Kautsky) de principios de siglo se est¨¢ tocando el fondo del mismo problema que hoy plantea el eurocomunismo. Es verdad que el eurocomunismo va ahora m¨¢s lejos que el contenido de esas declaraciones y plantea ¨ªnientos de hace m¨¢s de 30 a?os pero el son, la m¨²sica, es parecido Granisci est¨¢ en la misma l¨ªnea, es la cabeza de ella, aunque su idea del partido pr¨ªncipe tiene todav¨ªa una cierta vertiente totalitaria.
Pero m¨¢s cerca de nosotros est¨¢n los antecedentes de Togliatti y Longo, que derivan, como digo, de las posiciones te¨®ricas de Antonio Gramsci. El partito nuovo que instaura Togliatti en 1944 responde a esa idea de la presencia del partido comunista en la sociedad italiana y concretamente en la conciencia gramsciana, al peso insoslayable de la Iglesia cat¨®lica romana. Gramsci hab¨ªa escrito en 1920: "En Italia, en Roma, est¨¢ el Vaticano; el Estado liberal ha tenido que encontrar un sistema de equilibrio con la potencia espiritual de la Iglesia; el Estado obrero tendr¨¢ tambi¨¦n que encontrar este equilibrio".
Sobre este punto se han escrito con ocasi¨®n de su muerte cosas que yo comparto. Esta necesidad de tener en cuenta la realidad del hecho cat¨®lico y de mantener con la Iglesia una relaci¨®n dial¨¦ctica es sin duda una de las realidades m¨¢s profundas del pensamiento comunista italiano. Berlinguer formula en el a?o 1973 el compromiso hist¨®rico, que pretend¨ªa establecer una relaci¨®n durable entre los elementos populares cat¨®licos y comunistas de la sociedad; "un compromiso hist¨®rico", dec¨ªa, "que representa la gran mayor¨ªa del pueblo italiano". Porque ni se pod¨ªa gobernar con el 51% de los sufragios ni ignorar la mitad de un pa¨ªs que pensaba diferente del PCI". Era algo que, como hemos visto, ten¨ªa -desgraciadamentes¨®lo te¨®ricas- ra¨ªces bien profundas. El m¨¦rito innovador de Berlinguer fue el de intentar realizar las tendencias hist¨®ricas citadas anteriormente. El compromiso hist¨®ric¨® implicaba tambi¨¦n otra intenci¨®n: la b¨²squeda de un encuadramiento europeo en una l¨ªnea distinta del modelo sovi¨¦tico, m¨¢s global que la v¨ªa nacional. En 1975, lo que se hab¨ªa convenido en llamar eurocomunismo (una iniciativa que Mosc¨² consideraba como una herej¨ªa, despu¨¦s de la de Tito y la de Mao) empez¨® a hacer camino, pero no muy largo; no fue seguido por sus colegas franceses y por los espa?oles con reservas. Pero quiz¨¢ lo m¨¢s t¨ªpico de Berlinguer es el sentido moral que quiso dar al movimiento comunista. Es esto, creo yo, lo que le ha atra¨ªdo a su muerte el respeto internacional de Gobiernos y partidos pol¨ªticos e incluso el de la Santa Sede.
Ahora bien, el problema es m¨¢s profundo, porque es el de saber si el eurocomunismo puede o no seguir llam¨¢ndose comunismo. Por lo pronto no es un anticomunismo Los eurocomunistas son y se sienten comunistas. No es -no quiere ser- el eurocomunismo ni un caballo de Troya del comunismo ortodoxo en las econom¨ªas libres ni una simple variante con otro nombre del socialismo democr¨¢tico o de la socialdemocracia. Ning¨²n eurocomunista verdadero admitir¨ªa ni lo uno ni lo otro.
Pero entonces, ?qu¨¦ es el eurocomunismo? Para contestar a esta pregunta h¨¢y que empezar, naturalmente, por preguntarse qu¨¦ es el comunismo y sobre todo qu¨¦ es un verdadero marxismo, y todav¨ªa m¨¢s, qu¨¦ es el leninismo, definiciones sumamente dif¨ªciles porque todo ello constituye un pi¨¦lago inmenso. El marxismo no s¨®lo es una cr¨ªtica profunda de la econom¨ªa burguesa y capitalista, sino que es una cr¨ªtica filos¨®fica o, hablando m¨¢s rigurosamente, cient¨ªfica de la sociedad y del puesto del hombre en ella.
La diferencia fundamental que separa la teor¨ªa econ¨®mica marxista de los otros socialismos (Fourier y Proudhon) es que ¨¦stos tratan de establecer un deber ser en las relaciones laborales. Depuran o condenan lo que es ese orden capitalista y propugnan un sistema de reforma social. Marx, en cambio, crey¨® descubrir la ratio de lo que es y, en consecuencia, lo que necesariamente avendr¨¢ y las leyes cient¨ªficas que rigen el proceso. Este supuesto descubrimiento del secreto de la historia y de su futuro desenlace es lo que expresa el materialismo hist¨®rico. ?ste representa la verdad cient¨ªfica sobre el hombre y la sociedad. La libertad la tiene el hombre para buscar el bien y la verdad, que son la misma cosa. El comunismo tiene cient¨ªficamente esta verdad. Esto le har¨¢ decir al tecn¨®crata Lenifi: "Libertad, ?para qu¨¦?" La posesi¨®n de la verdad excusa la libertad. Esto no lo dijo nunca el prof¨¦tico Marx, que quer¨ªa desalienar al hombre, a todo hombre, es decir, liberarlo.
En el pr¨®logo de su Cr¨ªtica de la econom¨ªa pol¨ªtica, Marx se expresa as¨ª: "El modo de producci¨®n de la vida material determina en general el proceso social, pol¨ªtico e intelectual de la vida. No es la conciencia del hombre lo que determina su manera de ser, sino que es una manera de ser social lo que determina su conciencia". Pero ?para qu¨¦ cambiarlo por la fuerza si cient¨ªficamente ese proceso de cambio tiene hist¨®ricamente que producirse? Esta contradicci¨®n la resuelve el marxismo diciendo que esa misma conciencia cient¨ªfica otorga a la clase proletaria el poder de adelantar, forz¨¢ndolo, ese proceso ineluctable. Esto viene a ser lo que se llama una tautolog¨ªa.
?Cabe el pensamiento de Berlinguer en este juicio sumar¨ªsimo del marxismo-leninismo? ?Cabe en una sociedad con libertades, pluralismo pol¨ªtico, alternancia de poder, sufragio universal, y en la que el Estado no tenga ideolog¨ªa partidista ni filosof¨ªa oficial; en que la religi¨®n, la investigaci¨®n, el arte y la literatura gocen de una plena libertad y se respete en buena parte al menos la econom¨ªa capitalista, y todo ello sin caer en la socialdemocracia o el socialismo? Yo creo que no, y, sin embargo, y m¨¢s despu¨¦s de las ¨²ltimas elecciones al Parlamento Europeo, no hay m¨¢s remedio que decir del PCI: "Epur si muove".
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