El paisaje de OTAN y Espa?a
Quisiera comentar brevemente algunos de los puntos principales del reciente art¨ªculo firmado por Fernando Claud¨ªn y Ludolfo Pararnio. No pretendo abarcarlo todo ni polemizar sobre detalles hist¨®ricos, sino subrayar interpretaciones en un asunto complejo, capaz de suscitar conclusiones opuestas entre personas que reconocen el peligro de guerra nuclear y la necesidad absoluta de evitar que estalle. Voy a discrepar con los autores sobre cinco puntos.1. Dicen que la amenaza sovi¨¦tica no es un "invento". Indican espec¨ªficamente que la UR SS "extendi¨® en 1945 hasta media Europa su zona de seguridad, estableciendo un cintur¨®n de reg¨ªmenes similares al suyo, f¨¦rreamente controlados desde Mosc¨²". Para ellos, este hecho -y las intervenciones armadas en Berl¨ªn (1953), Budapest (1956) y Praga (1968)- constituye la prueba de la existencia de una amenaza constante de invasi¨®n de Europa occidental. Para m¨ª son pruebas de la determinaci¨®n de los sovi¨¦ticos de mantener a cualquier precio, y pisoteando cualquier forma de pluralismo pol¨ªtico, las fronteras imperiales que hab¨ªan conseguido, en su interpretaci¨®n, por los acuerdos de Yalta. No han amenazado nunca con una acci¨®n militar contra territorios europeos en la zona reconocida en Yalta como "zona de influencia" occidental.
2. Estoy completamente de acuerdo cuando dicen que "el despliegue de los SS-20, en todo caso, no demostr¨® especial voluntad de distensi¨®n, sobre todo si, como parec¨ªan pensar los sovi¨¦ticos, la paridad estrat¨¦gica de armamento ya se hab¨ªa alcanzado anteriormente". Y aconsejan despu¨¦s que los pacifistas que protestan por la instalaci¨®n de los Pershing 2 "bien podr¨ªan aplicar el mismo criterio moral a los cachivaches sovi¨¦tico?. Comparto la impresi¨®n de que mucha literatura critica m¨¢s duramente a EE UU que a la URSS en cuanto a su voluntad para negociar el desarme, pero ser¨ªa lamentable si el debate sobre c¨®mo conseguir el desarme se transformara, entre las izquierdas, en debate sobre si la URSS o EE UU tienen m¨¢s o menos culpa del estancamiento de las conversaciones. La opini¨®n p¨²blica mundial tiene que fortalecer sus medios de presi¨®n sobre las dos superpotencias para obligarlas a un desarme nuclear-qu¨ªmico-biol¨®gico. No perdamos energ¨ªas discutiendo si marginalmente los sovi¨¦ticos o los norteamericanos han sido peores o mejores en la mesa de negociaciones.
3. Los autores parecen creer que. Espa?a tiene que quedarse en la OTAN para entrar en el Mercado Com¨²n y hablan de la CEE como una absoluta necesidad para el futuro de Espa?a. En este punto discrepo m¨¢s de los Gobiernos espa?oles que de los autores. Siempre ha sido un error permitir a diversos pol¨ªticos de la OTAN insinuar una relaci¨®n estrecha entre las dos cuestiones. Para la verdad, para la paz mundial y para la dignidad de Espa?a, los ministros que han hablado en nombre de Espa?a, en tiempos de UCD y en tiempos del PSOE, hubieran debido insistir, con voz tranquila y palabras claras, en que una comunidad econ¨®mica es una cosa y una alianza militar es otra. Por desgracia, despu¨¦s de a?os de timidez y ambig¨¹edad, es tal vez tarde para afirmar el car¨¢cter distinto de las dos cuestiones.
4. En un p¨¢rrafo que alude sarc¨¢sticamente a la "vieja cultura progre", escriben que fuera de la OTAN "nuestra pol¨ªtica exterior carecer¨ªa de cualquier relevancia positiva para la causa del desarme y la distensi¨®n". Evidentemente, ellos no pensaron que val¨ªa la pena mencionar la posibilidad de colaboraci¨®n espa?ola con Suecia, Finlandia, Suiza, Austria y Yugoslavia para incrementar la Europa libre, pr¨®spera, fuera de los dos bloques dominados por las superpotencias. Yo dir¨ªa, al contrario, que, dentro de la OTAN, Espa?a tendr¨ªa siempre una influencia m¨ªnima, subordinada casi totalmente a decisiones tomadas por EE UU, el Reino Unido y la Rep¨²blica Federal de Alemania. Como pa¨ªs neutral podr¨ªa contribuir a los esfuerzos de los diferentes poderes medianos de Europa y de todo el globo para contrarrestar la locura de rearme atlant¨ªsta y varsovista.
5. En cuanto a Europa, incluyendo los pa¨ªses del Pacto de Varsovia, dicen que "la econom¨ªa manda"; que la crisis econ¨®nnica limitar¨¢ el rearme; que las necesidades econ¨®micas de todos los pa¨ªses, incluso las de EE UU, tendr¨¢n a la larga que crear una Europa unida econ¨®micamente y desnuclearizada. Para participar en este proceso, sumamente deseable, Espa?a tiene que estar dentro de la OTAN. Parece ser una apuesta en favor de la necesidad y de la sensatez econ¨®mica como factores que restringen y eventualmente invierten la carrera de armamentos. Y supone que la influencia espa?ola podr¨ªa ejercerse solamente dentro de la OTAN. Ojal¨¢ tengan raz¨®n, sobre todo si Espa?a se queda dentro de la afianza militar. Pero no leo los augurios de la misma manera. De la historia humana conozco muchos casos de poderes que se han arruinado en guerras y en preparativos de guerra. No conozco ning¨²n Estado prepotente, consciente de sus "responsabilidades" universales (Roma, la Espa?a del siglo XVI, la Francia de Luis XIV o de Napole¨®n, la Inglaterra victoriana y un largo etc¨¦tera), que voluntariamente haya cesado en sus esfuerzos para dominar a sus vecinos; claro que era siempre para el beneficio de tales vecinos. Para dar un poco de realidad a las ideas de Claud¨ªn y Paramio tengo que imaginar una Espa?a buscando simult¨¢neamente garant¨ªas (que no va a conseguir) en los contenciosos de Gibraltar, Marruecos, aguas portuguesas y francesas; tratando de vender armas en competencia con Francia; pidiendo compensaciones para el despilfarro del programa FACA y presionando discretamente dentro de la Alianza para que haya m¨¢s negociaciones entre la URSS y EE UU. Hablando en serio, s¨®lo el rechazo mundial de la carrera armamentista va a obligar a las superpotencias de hoy a desmantelar sus arsenales.
Militares profesionales
Hay otro punto importante que no est¨¢ en el art¨ªculo, pero que ha surgido en muchas conversaciones m¨ªas con espa?oles de las opiniones m¨¢s diversas en los ¨²ltimos cuatro o cinco a?os. Es la idea de que el contacto institucional entre oficiales espa?oles y oficiales de la OTAN podr¨ªa reducir el aislamiento cultural de los espa?oles y podr¨ªa exponerles a corrientes tradicionalmente democr¨¢ticas.
Tuve una experiencia bastante nutrida con oficiales de la Marina norteamericana durante los a?os 1969-1971, cuando era presidente de facultad de la Universidad de California en San Diego, ciudad en la que hay la mayor base naval de EE UU. Celebr¨¦ numerosas entrevistas y almuerzos de trabajo para intercambiar con ellos interpretaciones de las protestas estudiantiles contra la guerra de Vietnam. Pasaba la mayor parte de mi tiempo tratando de explicarles que en una universidad, dentro de una sociedad democr¨¢tica, no es costumbre expulsar a colegas y alumnos a causa de sus opiniones pol¨ªticas, aun siendo ¨¦stas muy molestas y estridentes desde la ¨®ptica militar. De esa experiencia tengo que decir que nos enga?amos si suponemos que la influencia de militares profesionales norteamericanos ser¨ªa una influencia democr¨¢tica.
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