Raoul Salan, el ¨²ltimo "soldado perdido"
Un h¨¦roe militar que pas¨® a dirigir una organizaci¨®n terrorista
Trescientas personas se congregaron el pasado jueves en el hospital parisiense Val de Grace para despedir con honores militares al que se consideraba como el m¨¢s ilustre de los soldados perdidos franceses: el general Raoul Salan, el mandar¨ªn, el chino de sus correr¨ªas asi¨¢ticas que en la ¨²ltima recta de su vida cambi¨® su prudencia legendaria por las armas de la conspiraci¨®n y el golpismo.La soledad fue su compa?era fiel desde que se puso al frente de la Organizaci¨®n del Ej¨¦rcito Secreto (OAS), la organizaci¨®n terrorista que se rebel¨® contra la Argelia independiente. Oficialmente, las autoridades de Argel no han dado la noticia de su muerte. Y en Francia, como en su antigua colonia, la mayor¨ªa de los ciudadanos de menos de 30 a?os de edad no saben qui¨¦n era el soldado m¨¢s condecorado de este pa¨ªs, admirador de san Ignacio de Loyola que acab¨® siendo el primer terrorista de la Francia contempor¨¢nea.
En 85 a?os de vida, el general Salan hab¨ªa acumulado todos los honores envidiables para los hombres dedicados a la carrera de las armas: Gran Cruz de la Legi¨®n de Honor, Cruz de Guerra 1914-1918, Medalla Militar, Cruz de Guerra, Gran Cruz de la Orden Nacional, Cruz del Valor Militar, Medalla Interaliada, la Distinguished Service Cross, la Cruz de la Vaillance, Comendador del Imperio Brit¨¢nico, etc¨¦tera. Este hombre, hijo de modestos funcionarios que votaban por el socialismo, se enamor¨® de la aventura colonial y la vivi¨® intensa y poderosamente en Indochina, pero siempre a caballo del conformismo, del respeto a las jerarqu¨ªas y del orden republicano; hasta que en abril de 1961 firm¨® la contradicci¨®n m¨¢s espectacular y sangrienta de su vida, al colocarse al frente de la intentona golpista que quer¨ªa mantener a Argelia como una colonia francesa y, para ello, barrer el poder legal encarnado en la metr¨®poli por el general Charles de Gaulle.
Personaje enigm¨¢tico
Los franceses no se han preocupado demasiado por la desaparici¨®n del general Salan, pero quienes se han detenido ante su pasado concuerdan en el intento de descifrar el enigma del hombre que, ya para siempre, reposa en el cementerio de Vichy, donde fue enterrado rodeado de sus ¨ªntimos En sus memorias, De Gaulle dec¨ªa de Salan: "En suma, un personaje capaz, h¨¢bil y seductor en alguna. medida, entra?a algo de ondulante y de enigm¨¢tico que me parece que no encaja bien con la certeza y la rectitud que exige una gran responsabilidad".
El mismo De Gaulle, contra quienes se levantaron Salan y los otros tres generales (Challe, Zeller y Jouhaud), los calific¨® a todos de "criminales que se esfuerzan, a golpes de atentados, en forzar la mano del Estado y de subordinar la naci¨®n, y que no tienen m¨¢s futuro que el castigo". Nunca jam¨¢s De Gaulle perdon¨® a este "grupo de oficiales partidistas, ambiciosos y fan¨¢ticos". Salan, a su vez, hace ahora 10 a?os, explic¨® en una entrevista en la televisi¨®n los motivos que le hab¨ªan inducido a desobedecer a De Gaulle para colocarse a la cabeza de la rebeli¨®n: "Me separ¨¦ de De Gaulle porque, en mi opini¨®n, ya no encarnaba el inter¨¦s de la naci¨®n. Un hombre pol¨ªtico puede llegar a utilizar la mentira. Pero esto no es posible para un militar que es capaz de dejarse matar por obedecer a la raz¨®n de Estado".
Con algunas declaraciones del mismo estilo y con sus memorias, tituladas El fin del imperio, marginado durante los ¨²ltimos a?os de su vida, intent¨® lo que algunos comentaristas consideran como "su ¨²ltima coqueter¨ªa tr¨¢gica: salvar la cara y el honor".
Salan nunca comprendi¨® el final de la Argelia francesa. A¨²n hace algunos a?os, en una entrevista, especulaba sobre la posibilidad "de que hubi¨¦semos podido quedarnos alg¨²n tiempo m¨¢s en Argelia, intentando entendemos, cosa que nunca se hizo". Por ello fue por lo que encabez¨® la OAS, que hab¨ªa sido fundada poco antes de la intentona de abril de 1961 y que, tras el fracaso del golpe, iba a ensangrentar con sus operaciones indiscriminadas las tierras francesas y argelinas.
Despu¨¦s del golpe fallido, dos de los cuatro generales sediciosos se rindieron: Zeller y Challe. Pero no Salan ni Jouhaud, que hoy es el ¨²nico superviviente. Este ¨²ltimo, d¨ªas pasados, se ha expresado p¨²-
Raoul Salan, el ¨²ltimo soldado perdido
blicamente y ha definido a Salan como el hombre venerado por los repatriados por haber querido mantener la Argelia francesa. Habla de sus opciones pol¨ªticas y se dice "m¨¢s bien centrista, muy cercano de hecho a Salan".Lo cierto es que, desde el d¨ªa siguiente de? intento de insurrecci¨®n, Salan y Jouhaud abrazaron la causa de la OAS. Salan era el jefe supremo, y el Estado Mayor de la organizaci¨®n estaba compuesto por militares desertores y por pol¨ªticos o personalidades civiles, entre los que figuraban Pierre Lagaillarde, Joseph Ortiz, Jean Jacques Susine, el te¨®rico del activismo que se supone que fue quien entrampill¨® a Salan o le hizo creer en la realizaci¨®n de sus sue?os o pesadillas m¨¢s secretos.
"Un verdadero ej¨¦rcito"
Para el general Salan, la OAS no era una organizaci¨®n pol¨ªtica, "sino un verdadero ej¨¦rcito destinado a movilizar a los franceses sobre el terreno esencial de la defensa de las libertades fundamentales, de la justicia social y del territorio nacional". Incluso lleg¨® a afirmar que "la OAS no ser¨¢ nunca un equipo gubernamental. Ya existen una Constituci¨®n, y sobre todo, las asambleas y un pueblo franc¨¦s".
Sobre el terreno, la OAS se ha inscrito en el primer cap¨ªtulo del terrorismo contempor¨¢neo en Francia. Los robos y atracos, as¨ª como el impuesto que pagaban los europeos de la poblaci¨®n argelina, le proporcionaban los fondos a la organizaci¨®n. Y desde finales de 1961, el pl¨¢stico, los atentados mortales e indiscriminados, se convirtieron en el lenguaje de la OAS contra los objetivos de Par¨ªs, consistentes en concederle la independencia a Argelia. A toda costa, la OAS deseaba impedir la conclusi¨®n de los acuerdos entre el Gobierno central y los representantes del nacionalismo argelino. Pero los hist? ricos acuerdos de Evian fueron firmados por las dos partes el 18 de marzo de 1962.
Hist¨®ricamente, la independencia de Argelia fue la puntilla para la OAS y para sus jefes, pero los ¨²ltimos coletazos fueron duraderos y tr¨¢gicos. Salan y sus asociados atacaron a tumba abierta al Frente Nacional de Liberaci¨®n (FLN), el movimiento que hab¨ªa luchado por la independencia y que la hab¨ªa conseguido. Con ello, la OAS pretend¨ªa crear una situaci¨®n ca¨®tica que, en ¨²ltima instancia, provocar¨ªa una intervenci¨®n del Ej¨¦rcito franc¨¦s. Pero los hechos probaron que el legalismo de los soldados de la metr¨®poli no ten¨ªa nada que ver, o muy poco, con los soldados perdidos.
Salan y Jouhaud fueron detenidos poco despu¨¦s de la firma de los acuerdos de Evian y la OAS, cl¨ªnicamente, qued¨® muerta, aunque el general De Gaulle tuvo que prolongar largo tiempo las labores antiterroristas, dirigidas por hombres que despu¨¦s, con los a?os, sufrieron lo suyo para incorporarse a la vida normal de todos los d¨ªas. El llamado Servicio de Acci¨®n C¨ªvica (SAC), organismo m¨¢s o menos clandestino creado para defender a De Gaulle, se nutri¨® de hombres que, hasta hace dos o tres a?os, a¨²n han alimentado la cr¨®nica m¨¢s negra del mundo terrorista-ideol¨®gico- salvador de la patria francesa.
Salan fue condenado a caden perpetua, pero De Gaulle lo liber¨® en 1968, y el actual presidente, Fran?oise Mitterrand, acab¨® de reintegrarlo, en 1982, a su ciudadan¨ªa militar al elaborar la ley que "borr¨® todas las secuelas de los acontecimientos de ?frica del Norte". De sus compa?eros de la OAS, Jouhaud, el ¨²nico que a¨²n vive y que fue el adjunto del mandar¨ªn, desde hace 15 a?os es el presidente del Frente Nacional de los Repatriados. Otro personaje militar, el coronel Argoud, estudi¨® en la c¨¢rcel y ahora es experto en grafolog¨ªa. Susini, el hombre implicado en un atentado contra De Gaulle y que estuvo condenado a muerte, qued¨® en libertad en 1974. Ortiz ha aparecido en p¨²blico al lado del l¨ªder de la extrema derecha, Jean Marie le Pen. Lagaillarde es abogado en provincias y partidario de Chirac.
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