De la cl¨ªnica de Londres al cuartelillo de la Guardia Civil
La joven absuelta por el Tribunal Constitucional cuenta su larga lucha
Lourdes acababa de cumplir 19 a?os. Tontea desde unos meses atr¨¢s con Josema. Hac¨ªa poco que tom¨® la decisi¨®n de plantarse y no terminar los estudios de Secretariado. El calor se hab¨ªa echado encima y en la peque?a ciudad aragonesa toda la pandilla se prepara para celebrar las fiestas del patr¨®n. Lourdes era la ¨²ltima en marcharse de los bailes, la m¨¢s reidora de todas las amigas. Aquel verano de 1980 su vida iba a cambiar."Yo tomaba p¨ªldoras anticonceptivas, pero tuve un descuido y al cabo de un mes empec¨¦ a percibir los s¨ªntomas del embarazo. Notaba que mi cuerpo se transformaba. Estaba deprimida, agresiva. Cambi¨¦ totalmente de car¨¢cter". No se equivoc¨®. Sus peregrinaciones a la farmacia pidi¨¦ndole a hurtadillas al mancebo de la botica que le dijera el resultado del an¨¢lisis de orina sin que nadie se enterara, confirmaron que estaba embarazada de dos meses.
Jos¨¦ y Lourdes dudan, sopesan los pros y los contras. Una amiga les proporciona la direcci¨®n de una cl¨ªnica en Francia donde practican abortos. El contacto falla y ha de encaminar sus pasos hacia otra direcci¨®n, esta vez en Londres. En septiembre, con 100.000 pesetas que hab¨ªan logrado reunir, pasan la frontera en direcci¨®n a Dover. Luego el barco, el encuentro en Londres con Pepa, la enfermera espa?ola de la cl¨ªnica donde se le practicar¨ªa el aborto. "Josema me acompa?¨® porque los dos ¨¦ramos responsables de lo que pasaba". No sent¨ªa ni alegr¨ªa ni tristeza. "Mi cuerpo lo rechazaba y yo sab¨ªa que no hab¨ªa otra elecci¨®n. No ten¨ªamos fuerzas para enfrentarnos a la familia. Tampoco ten¨ªamos trabajo y yo quer¨ªa vivir, viajar...".
En la ciudad aragonesa, cabeza de partido, con un censo de cuarenta y pico mil habitantes, Lourdes se esconde. Demasiadas veces yendo al juzgado, oyendo el timbre de la puerta que le anunciaba una nueva citaci¨®n. Ahora, cuatro a?os despu¨¦s, le parece un mal sue?o. Cuando hace unos d¨ªas la abogada Cristina Alberdi le comunic¨® la sentencia del Tribunal Constitucional sinti¨® alivio. "Soy libre y ¨¦sta es una historia cerrada que nunca he acabado de entender. Yo claro que sab¨ªa que el aborto estaba penado en Espa?a, pero ni me imaginaba que abortar en Londres pudiera ser delito". En la casa de su hermano, con las persianas bajadas y una nube de moscas que parecen haber venido de observadoras, en charla casi clandestina, rememora lo que m¨¢s le duele: su detenci¨®n. Eso y el recuerdo de una ni?a peque?a que en Dover le ech¨® los brazos al cuello. "Me hizo saltar las l¨¢grimas".
Fotos desordenadas
Lourdes, a finales de septiembre, con calcetines y rebeca, para no coger fr¨ªo -"fue el consejo que me dieron en la cl¨ªnica"-, crey¨® que hab¨ªa puesto el punto final a una decisi¨®n. Aunque medio bruja, cuando el coche enfilaba la sefial de aduana cerca de Jaca, en el Pirineo aragon¨¦s, le dijo a Jos¨¦ Mar¨ªa que diera la vuelta, que se fueran a correr mundo que no fuera espa?ol. "Nos subieron a una sala de aduanas, en la frontera. No sab¨ªamos qu¨¦ pod¨ªan querer de nosotros. Lourdes, un poco mareada, sinti¨® un repel¨²s por la es palda mientras en aquella habitaci¨®n remiraba unas fotos desordenadas por encima de la mesa. "Me entretuve mir¨¢ndolas. Eran retratos de etarras a los que estaban buscando. De pronto o¨ªmos un golpetazo en la puerta y entr¨® la Guardia Civil de estupefacientes y sin decirnos nada nos pusieron de pie y nos apuntaron con una pistola. A mi compa?ero le colocaron unas esposas y a m¨ª una correa en las mu?ecas que me dej¨® los brazos sin una gota de sangre. Nos sacaron de all¨ª y nos metieron en un coche. Yo preguntaba que por qu¨¦ todo aquello y me contestaron que no me importaba. Ped¨ª que me leyeran mis derechos y no hubo manera".
Ya en el cuartelillo de Jaca, a Jos¨¦ Mar¨ªa lo metieron en una habitaci¨®n y a Lourdes en otra. "Sacaron todas nuestras cosas del coche. All¨ª estaba el informe m¨¦dico que me hab¨ªa dado el ginec¨®logo de Londres para que en Espa?a me hicieran una revisi¨®n". Buscaban drogas y encontraron aquello. "Yo negaba y negaba. Por no llevar no ten¨ªamos ni tabaco, que se nos hab¨ªa acabado". Ni un mal papel de fumar. "El guardia civil me
De la cl¨ªnica de Londres al cuartelillo de la Guardia Civil
hac¨ªa preguntas y yo s¨®lo pensaba que era un vecino m¨ªo que me conoc¨ªa desde peque?ita. Quer¨ªan que acusara a mi compa?ero de ocultar drogas". Lourdes, tantos a?os despu¨¦s, escenifica aquel gesto de esgrimir ante ella el papel acusatorio mientras le gritaban: "Usted tiene un delito, y su compa?ero dos". No sab¨ªa cu¨¢l era su culpa. La habitaci¨®n se hundi¨® bajo sus pies. El cuerpo le tembiequeaba febrilmente. El m¨¦dico forense la reconoci¨®. A los dos d¨ªas, en la cl¨ªnica de Jaca donde fue internada la polic¨ªa acudi¨® a tomarle declaraci¨®n. Aquella noche n Jaca baj¨® la temperatura. El verano de 1980 hab¨ªa terminado.Apoyo familiar
"Cuando lleg¨® la primera citaci¨®n para que compareciera en juicio tuve que confes¨¢rselo todo a mi madre". La familia comprendi¨® y la apoy¨®. Su hermano mayor se encrespa cuando escucha a Lourdes contar la historia de Jaca. "No hay derecho", y cabecea., "Lo pas¨¦ muy mal despu¨¦s del aborto. Adelgac¨¦ 10 kilos. Ten¨ªa la historia metida en la cabeza. Me acompa?aba a todas partes".
El primer juicio, en 1981, se suspendi¨®. Jos¨¦ Mar¨ªa no compareci¨®. El segundo, tampoco. Su compa?ero estaba ausente de la ciudad. En 1982 se celebr¨® finalmente. "Cuando entr¨¦ en la sala vi mucha gente". Lourdes, acoquinada. Su abogada, Cristina Alberdi, empuj¨®. "Me dio muchos ¨¢nimos, pero ver ese tribunal, esos se?ores mayores que te est¨¢n examinando, juzgando... Sent¨ª que no ten¨ªa ning¨²n derecho sobre mi cuerpo, que no me pertenec¨ªa". Ella y Jos¨¦ Mar¨ªa fueron condenados a penas de un mes y un d¨ªa por un delito de aborto cometido en Londres.
Lourdes B. P. y Jos¨¦ Mar¨ªa R. C. tienen ahora 23 a?os. ?l trabaja en un organismo p¨²blico. Ella, en la recogida de cerezas en Francia, en el cultivo de flores en Grecia o en donde sea. "Ahora somos amigos, nada m¨¢s". Lourdes se ha mecho mayor. "Soy m¨¢s reflexiva, m¨¢s consciente". El aborto no le dej¨® ninguna secuela f¨ªsica.
Dicen los amigos que la sentencia del Tribunal Constitucional hay que celebrarla. "Es que esta zagala ha pasado mucho". Pero descorchar¨¢n champa?a en secreto, que la ciudad donde viven es peque?a. Aunque lo ¨²nico que le importa es saber que es libre por fin y que no es delito abortar en Londres. Y punto. "Porque quiero olvidarlo todo. Ya han sido bastantes a?os de atormentar a una persona. Es un caso cerrado".
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