Los conflictos con estibadores y mineros y la carest¨ªa del dinero minan la imagen de Margaret Thatcher
La primera ministra brit¨¢nica, Margaret Thatcher, hace frente esta semana a la peor crisis de sus cinco a?os de Gobierno, tanto desde el punto de vista laboral y financiero como pol¨ªtico. Todo parece confabularse para que la dama de hierro resbale una y otra vez frente a sus propios votantes y diputados, que empiezan a perder confianza en su firmeza.
Huelga de mineros, huelga de estibadores, sonada derrota en la C¨¢mara de los Lores, fracaso frente al Ayuntamiento socialista de Liverpool y, lo que es peor, un aumento de dos puntos en los tipos de inter¨¦s bancario y el probable aumento en 2,25% de los tipos hipotecarios, la han colocado en una dificil posici¨®n. "No estoy preocupada", afirm¨®, sin embargo, ante la C¨¢mara de los Comunes, "la econom¨ªa va por buen camino y ¨¦ste es un problema pasajero". La oposici¨®n acogi¨® sus palabras con grandes gritos de protesta y algunos de sus propios diputados optaron por mantener un ominoso silencio.Los mineros, que han entrado en su cuarto mes de huelga, han recibido en las ¨²ltimas 72 horas un bal¨®n de ox¨ªgeno que tiene que haber reforzado su moral. La industria brit¨¢nica estaba y est¨¢ preparada para aguantar una larga huelga del carb¨®n (empieza el verano y todav¨ªa quedan reservas), pero no puede soportar el cierre de todos los puertos del pa¨ªs. El paro de los estibadores es capaz de llevar al Reino Unido al caos: basta con tener en cuenta que el 80% de las importaciones brit¨¢nicas, y un porcentaje parecido de sus exportaciones, se realiza por v¨ªa mar¨ªtima.
El Gobierno tiene que reaccionar con rapidez para evitar que los estibadores, que han respondido un¨¢nimemente al llamamiento de su poderoso sindicato, la Uni¨®n de Transportes, prolonguen su huelga m¨¢s all¨¢ de una o dos semanas, no s¨®lo por su efecto en las importaciones, sino por la enorme inquietud que un paro de este tipo provoca en la opini¨®n p¨²blica, en los medios financieros y, en consecuencia, en su propio partido.
El problema es, sin embargo, de soluci¨®n complicada. Los estibadores, en solidaridad con los mineros, se niegan a descargar carb¨®n. La empresa nacional del acero, que es deficitaria, se ha atrevido a utilizar trabajadores no sindicados para realizar esa labor y ha provocado el paro total y completo de los principales puertos brit¨¢nicos. Si acepta renunciar a esos trabajadores, los puertos se abrir¨¢n, pero la siderurgia quedar¨¢ corta de energ¨ªa. Est¨¢ claro, sin embargo, que Margaret Thatcher no puede resistir la acci¨®n combinada de ambas huelgas y que presionar¨¢ en alguna forma para romper el frente sindical.
La primera ministra acus¨® ante el Parlamento a mineros y estibadores de provocar una reacci¨®n de p¨¢nico y ser los responsables de la subida de los tipos de inter¨¦s bancario en dos puntos, del 10% al 12%. Sin embargo, otros expertos creen que el principal responsable es Estados Unidos, que sigue manteniendo, pese a la reciente cumbre de Londres, una pol¨ªtica de altos tipos que atrae el dinero europeo. Es cierto, afirman los cr¨ªticos de Thatcher, que otras monedas europeas soportan mejor la presi¨®n que la libra y que ello puede ser debido al temor que provoca la huelga de estibadores, pero tambi¨¦n al hecho de que la recuperaci¨®n industrial brit¨¢nica tiene bases m¨¢s d¨¦biles de lo que ha querido creer la propia primera ministra y a que los precios del petr¨®leo del mar del Norte contin¨²an siendo bajos. La subida de los tipos de inter¨¦s tendr¨¢ efectos sobre el ¨ªndice de inflaci¨®n, que aumentar¨¢, probablemente, un 0,6% y sobre la salud financiera de las empresas, que se ver¨¢n obligadas a pagar unos 270 millones de libras esterlinas m¨¢s de los inicialmente previstos.
El ministro de Hacienda, Nigel Lawson, blanco de todos los ataques, asegur¨® que se trata de una subida pasajera y que una vez solucionadas las disputas laborales, los tipos volver¨¢n a bajar naturalmente. "Esto no va a ayudar a la recuperaci¨®n industrial", reconoci¨®, "pero tampoco es un desastre que la ponga en peligro". Lawson afirm¨® que no habr¨¢ m¨¢s subidas de los tipos de inter¨¦s, pero lo mismo hab¨ªa dicho dos d¨ªas antes del anuncio del incremento del 2%.
La reacci¨®n del empresariado brit¨¢nico ha sido menos optimista que la del Gobierno. Sir Terence Beckett, director general de la Confederaci¨®n de la Industria Brit¨¢nica, calific¨® la crisis de "inoportuna bofetada". Los medios financieros de la City contin¨²an preocupados por la presi¨®n a que se encuentra sometida la libra, que mejor¨® su cotizaci¨®n en Londres al conocerse el aumento de los tipos de inter¨¦s, pero que sigui¨® cotiz¨¢ndose a la baja en el mercado de divisas de Nueva York. "La primera ministra tiene la costumbre de echar la culpa a todo el mundo antes que reconocer su propia responsabilidad", le espet¨® el l¨ªder laborista, Neil Kinnock, en la C¨¢mara de los Comunes. Margaret Thatcher asegur¨® que la historia est¨¢ llena de "fen¨®menos parecidos", e insisti¨® en que la recuperaci¨®n econ¨®mica tiene bases s¨®lidas. Sin embargo, la inquietud ha aumentado entre sus propias filas. El incremento de los tipos de inter¨¦s hipotecario tiene una inmediata repercusi¨®n en el electorado y, consecuentemente, en los diputados conservadores, muy vinculados a sus distritos gracias al sistema electoral brit¨¢nico. Un conocido portavoz de los backbenchers (literalmente, diputados de las filas traseras) afirm¨® que el partido no se encuentra profundamente dividido, lo que provoc¨® inmediatamente rumores sobre fuertes discusiones internas.
El nerviosismo de Margaret Thatcher -que ha sido ya objeto de un duro ataque por parte del influyente y conservador semanario The Economist- se puso de relieve en sus intentos por distraer la atenci¨®n dirigi¨¦ndola hacia el ex ministro Francis Pym, uno de los m¨¢s conocidos representantes del sector moderado del partido tory. Pyrn fue acusado por personas pr¨®ximas al n¨²mero 10 de Downing Street de conspirar con otros diputados para socavar el prestigio de la primera ministra. La reacci¨®n de Pym no se hizo esperar: "Sabemos que el Gobierno tiene problemas y que julio es un mes tonto, pero esta clase de invenciones s¨®lo demuestra que la primera ministra se siente frustrada. Ser¨ªa bueno que se calmara un poco".
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