Tres a?os para intentar el cambio 'a la francesa'
Pierre Mauroy, de 56 a?os, al que se podr¨ªa considerar como representante del ala socialdem¨®crata del Partido Socialista franc¨¦s, ha sido primer ministro desde mayo de 1981, cuando Fran?ois Mitterrand lleg¨® al palacio del El¨ªseo y le encarg¨® ser el mu?idor del cambio a la francesa; pero su suerte estaba pr¨¢cticamente echada desde marzo de 1983, tras los desfavorables resultados de las elecciones locales.En 1981, Mauroy se lanz¨® con los ojos cerrados por la senda de las reformas que Mitterrand hab¨ªa prometido en su agenda electoral: nacionalizaci¨®n de la banca y de los cinco grupos industriales m¨¢s poderosos del pa¨ªs; una ley de descentralizaci¨®n, valorada como "la gran reforma revolucionaria del septenio" que, despu¨¦s, ha sido frenada y a¨²n tardar¨¢ a?os en convertirse en una realidad; una legislaci¨®n que garantiza "los nuevos derechos de los trabajadores" en la que, en definitiva, se consolida la primac¨ªa de los sindicatos; y la supresi¨®n de la pena de muerte y de los tribunales especiales.
Estas fueron las m¨¢s importantes reformas de estructuras, todas ellas acometidas en lo que se llam¨® el per¨ªodo del estado de gracia cuando, en el terreno econ¨®mico, el Gobierno de Mauroy puso en marcha la promesa de Mitterrand de reactivar la econom¨ªa por medio del consumo interno. Los primeros resultados de esta estrategia, contraria a la que se pon¨ªa en pr¨¢ctica en los dem¨¢s pa¨ªses industrializados, fueron los que dieron al traste con el estado de gracia.
En 1981 ya se produjo la primera devaluaci¨®n, pero las ilusiones perduraron algunos meses, hasta que la segunda devaluaci¨®n, en 1982, forz¨® el primer plan de rigor. Por fin, el estruendoso fracaso de la mayor¨ªa de izquierdas en los comicios municipales del mes de marzo de 1983 fue como un despertador brutal. Ya entonces se pens¨® que Mitterrand podr¨ªa prescindir de Mauroy, puesto que tras la tercera devaluaci¨®n comenz¨® el segundo plan de rigor implacable, y otro hombre podr¨ªa representar mejor la nueva fase del pragmatismo, pero el presidente prefiri¨® exprimirlo hasta el final.
As¨ª empez¨® la etapa m¨¢s dura. Mauroy, al contrario de lo que los socialistas hab¨ªan prometido en su programa electoral, coloc¨® al pa¨ªs en el nivel de los 2.500.000 parados (700.000 m¨¢s que hace tres a?os) y acometi¨® la reindustrializaci¨®n, contrariando tambi¨¦n todas las promesas que preve¨ªan la reactivaci¨®n de los sectores en declive como la miner¨ªa, los astilleros y el acero. A esto hay que a?adir, recientemente, el fracaso de la izquierda en las elecciones europeas, la ley de la escuela privada y una ley m¨¢s sobre la prensa que a¨²n no se sabe lo que puede dar de s¨ª.
Anoche, el presidente Mitterrand rindi¨® honores verbales a Mauroy, cuando resalt¨® el coraje y la entrega que han presidido sus tres a?os y tres meses de labor como primer ministro. Pero la mayor¨ªa de comentaristas coinciden en que el balance del trabajo pol¨ªtico de Mauroy no es positivo, ya que, aunque comienza a ser tangible un saneamiento de la situaci¨®n econ¨®mica, ello se debe m¨¢s a -las decisiones del presidente que a las del ya ex primer ministro.
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