Se abre la puerta y es Feo
El presidente del Gobierno se lleva un ligero sobresalto cada vez que su secretario, Julio Feo, irrumpe en su despacho. Sea para un problema de protocolo o para comunicarle un atentado, Feo echa por delante unos ojos desorbitados que, en l¨ªnea con un poblado bigote, constituyen una de sus caracter¨ªsticas f¨ªsicas. El jefe del Ejecutivo espa?ol se ha acostumbrado ya a tales irrupciones, pero contin¨²a temi¨¦ndose lo peor cada vez que se abre la puerta y es Feo.La an¨¦cdota, narrada por el propio Felipe Gonz¨¢lez en una de sus reuniones privadas, tiende a restar importancia a la enorme influencia que los mentideros atribuyen al jefe de la secretar¨ªa del presidente, sobre todo en sectores del partido socialista, donde se predican de Feo toda suerte de capacidades.
Los hechos son escuetos: la secretar¨ªa juega un papel decisivo en las cuestiones relacionadas con la agenda del presidente, la seguridad del complejo de la Moncloa y el protocolo, asunto este ¨²ltimo muy cuidado por Feo, y en el que ha llegado a imponerse a otras opiniones de Asuntos Exteriores.
Esa es la parte conocida de la intervenci¨®n de Julio Feo. Sin embargo, el jefe de la secretar¨ªa del presidente ha llevado a cabo misiones que demuestran un nivel de confianza muy alto por parte de Felipe Gonz¨¢lez. Por ejemplo, Julio Feo tuvo un relevante papel en las negociaciones con Cuba, para que este pa¨ªs acogiera a los etarras expulsados de Francia.
Estas y otras misiones de diplomacia secreta, unida a su influencia en ciertos nombramientos, configuran la relevancia de Feo en el entorno del presidente, acentuada por la absoluta reserva de aquel respecto a las tareas realizadas.
Por el contrario, parece cierto que tanto el jefe de la secretar¨ªa del presidente como el portavoz del Ejecutivo, Eduardo Sotillos, participan menos de lo que se cree en la organizaci¨®n de las relaciones puramente personales de Felipe Gonz¨¢lez.
Tales contactos, ajenos a las agendas pol¨ªtica y econ¨®mica de la presidencia, dependen de Carmen Romero, la esposa del presidente, quien establece habitualmente la lista de invitados. Un centenar de personas han pasado ya por el palacio presidencial, en los almuerzos y cenas ofrecidas a personalidades de la vida cultural y social.
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