Ni esperanza de morir
Estoy harta, harta de promesas electorales incumplidas, harta de o¨ªr hablar a todas horas de solidaridad, de temas puntuales, de soluciones globales y de nuestra homologaci¨®n con los pa¨ªses europeos, homologaci¨®n que, lamentablemente, s¨®lo se da en los aspectos negativos y nunca en los positivos. Estoy harta de comprobar que, como siempre, la clase pol¨ªtica vive como Dios, mientras se exige al ciudadano de a pie que se apriete el cintur¨®n. Estoy harta, en fin, de estos 56 a?os pu?eteros que tengo y que me convierten en demasiado joven para acceder a esas m¨ªnimas y chapuceras ayudas que se conceden a los viejos y en demasiado vieja para otras cosas, como, por ejemplo, conseguir un trabajo en un pa¨ªs con m¨¢s de dos millones de parados.Cobro una pensi¨®n de viudedad de 27.098 pesetas, y entre alquiler de apartamento, luz, gas y tel¨¦fono se me van cada mes 23.000 pesetas. Me quedan, pues, 4.098 para vivir. Vivir..., ?qu¨¦ risa!
He intentado ingresar en una residencia, pero las privadas son caras y para las del Estado sigo siendo joven. Como joven soy tambi¨¦n para conseguir descuentos en los billetes de autob¨²s, en los recibos del tel¨¦fono, en las entradas de espect¨¢culos, etc¨¦tera. O sea, que, o tienes 65 a?os cumplidos o te mueres de asco. Supongo que a los 65 a?os sigue una muri¨¦ndose de asco, pero, al menos, el autob¨²s te cuesta cuatro pesetas y de cuando en cuando te llevan de excursi¨®n a Toledo o te obsequian con recitales gratuitos de zarzuela. Lo pat¨¦t¨ªco es traspasar la frontera de los 50, querer y saber trabajar y no encontrar trabajo, no ser ya joven, pero tampoco una vieja oficial, desear vivir y verte condenada a vegetar. Y por si fuera poco, gozo de una excelente salud, as¨ª que por ahora, ni siquiera puedo contar con la esperanza de morirme pronto. Qu¨¦ aburrimiento.- .
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