Las largas relaciones con los servivios secretos
Quiz¨¢ una de las p¨¢ginas m¨¢s secretas, o por lo menos m¨¢s desconocidas por el gran p¨²blico, del ¨²ltimo libro de Benny Lai es la que cuenta c¨®mo el Vaticano entabl¨® relaciones muy estrechas con el SIFAR, los antiguos servicios secretos italianos, acusados m¨¢s tarde de golpistas y que fueron la antec¨¢mara del esc¨¢ndalo de la logia P-2 de Licio Gelli.Seg¨²n el libro Los secretos del Vaticano, el SIFAR fue llamado por primera vez a prestar ayuda al Papa a principios del pontificado de Juan XXIII. Se intentaba recuperar un epistolario entre P¨ªo XII y una se?ora de la aristocracia. El Vaticano ten¨ªa muchas sospechas de que se tratara de unas cartas falsas, pero tem¨ªa que la Prensa internacional pudiera explotar el caso escandalosamente. Se sab¨ªa que el papa Pacelli hab¨ªa conocido a aquella se?ora y que le hab¨ªa enviado algunas cartas, pero nadie pensaba en nada m¨¢s. El due?o de dichas cartas estaba en un pa¨ªs africano, y era dificil, por tanto, actuar contra ¨¦l legalmente. Se intent¨® que por lo menos dichas cartas no se publicaran. Quien se encarg¨® del caso fue el entonces comandante del SIFAR, el general Giovanni de Lorenzo, que encarg¨® del caso al teniente coronel y colaborador suyo Filippo Rosati. ?ste, que era responsable del contraespionaje en G¨¦nova, consigui¨® comprar dichas cartas en Casablanca.
Seg¨²n ha dicho Benny Lai a EL PAIS, las cartas le costaron al SIFAR entonces mill¨®n y medio de pesetas, que el Vaticano ni siquiera tuvo que pagar. El general De Lorenzo se consider¨® m¨¢s que pagado con haber podido meter un pie en los meandros vaticanos, cosa que le otorgaba un gran prestigio.
Y de hecho, desde entonces, el sustituto de la Secretar¨ªa de Estado, monse?or Dell'Acqua, empez¨® a pedir la ayuda del general de los servicios secretos "cuando era necesario", dice el libro, "proteger la imagen p¨²blica de la Iglesia".
Dicha colaboraci¨®n entre el SIFAR y el Vaticano ya no se interrumpi¨®, e incluso se intensific¨® con los nuevos responsables, los generales Egidio Viggiani y Giovanni Allavena. De este modo, por una parte, el Vaticano ten¨ªa una ayuda muy importante en los servicios secretos italianos cada vez que le interesaba. Pero el SIFAR, al mismo tiempo, se hizo con un archivo eclesi¨¢stico en el que un d¨ªa se descubri¨® que estaban fichados 4.500 personajes de primera plana de la Iglesia, desde obispos a cardenales.
Benny Lai cuenta c¨®mo, sin quererlo, lleg¨® a sus manos unas Navidades una carta del general Allavena en la que se comunicaba a un importante eclesi¨¢stico que se hab¨ªa intervenido ya a favor de un eclesi¨¢stico implicado en un asunto judiciario. Hab¨ªa ocurrido que el general, en vez de mandarle a Benny Lai un billete de felicitaci¨®n navide?a, le envi¨® equivocadamente el del monse?or.
Entre los cardenales que resultaron m¨¢s fichados por los servicios secretos del SIFAR resultaron m¨¢s tarde el arzobispo de G¨¦nova Giuseppe Siri, que entonces era presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, y Giovanni Montini, que era arzobispo de Mil¨¢n con fama de papable.
El cardenal Siri, cuenta Benny Lai, le ha declarado que de ¨¦l pudieron saber rnuy poco, "porque telefoneo raramente y las pocas cartas, que he escrito pueden ppblicarse tranquilamente". El cardenal Siri cuenta que a veces eran los dirigentes mismos del SIFAR quienes le ped¨ªan audiencia: "Ven¨ªan a contarme cosas de unos y de otros, pero yo me limitaba", dice "a escucharlos y nada m¨¢s".
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