Lundquist, un viejo nadador de 23 a?os
La nataci¨®n es una de las especialidades m¨¢s ef¨ªmeras en la vida de un atleta. Algunos nadadores em piezan a competir a los 14 a?os; los grandes r¨¦cords se consiguen poco antes de cruzar la veintena. Por encima de esta edad comienza la decadencia, y poqu¨ªsimos est¨¢n activos a los 25. Por esa raz¨®n, el peso del boicoteo de los pasados Juegos de Mosc¨² por la Administraci¨®n Carter se hace ahora evidente entre los componentes del equipo de nataci¨®n norteamericano.Steve Lundquist acababa de cumplir 19 a?os el verano de 1980. Suyo era el r¨¦cord mundial de los 100 metros braza y su tiempo en los 200 le permit¨ªa mantener tambi¨¦n ilusiones de conseguir otra medalla, adem¨¢s de las que pod¨ªa alcanzar como parte de los equipos de relevos de su pa¨ªs. Acab¨® el verano, pasaron los Juegos y el nadador s¨®lo pudo competir en unas cuantas pruebas de menor importancia.
Los ?ngeles quedaban a cuatro a?os vista, demasiado tiempo cuando se tienen 19 a?os. Steve admite ahora que se hubiera retirado despu¨¦s de los Juegos de Mosc¨², y el verano pasado segu¨ªa admitiendo en una entrevista que a¨²n no estaba seguro de si llegar¨ªa a competir en Los Angeles. ?La raz¨®n? Se siente viejo y le aburre mortalmente la rutinaria vida del nadador: "Llevo nadando desde que ten¨ªa ocho a?os", se queja; "estoy harto de estar siempre cansado, de llegar cada d¨ªa a clase agotado, de no llevar una vida social normal. Estoy cansado de irme a la cama pronto cada d¨ªa, cansado de competir y de levantarme dolorido cada ma?ana. No es la m¨ªa una vida agradable".
Por esta raz¨®n, para liberarse de estos s¨ªntomas, para evitar la saturaci¨®n, Lundquist decidi¨® hacer todo lo que le ten¨ªan prohibido: practicar deportes peligrosos, salir por las noches, ampliar su vida social y olvidarse de su dieta de atleta: "Re¨ªrme con los amigos y hacer todo lo que no debo, como esqu¨ª acu¨¢tico y motociclismo".
Una vida arriesgada
Las consecuencias han estado a punto de costarle su participaci¨®n en los Juegos, pero al mismo tiempo han servido para demostrar de qu¨¦ madera est¨¢ hecho este-deportista. En 1981 sufri¨® un aparatoso accidente mientras conduc¨ªa su motocicleta, del que tard¨® m¨¢s de un a?o en reponerse. El pasado septiembre, con los Juegos de la Olimpiada a la vuelta de la esquina, decidi¨® practicar uno de sus deportes favoritos, el esqu¨ª acu¨¢tico a pie desnudo. Cay¨® y se disloc¨® un hombro, una lesi¨®n que muchos consideraron definitiva debido al poco tiempo que le quedaba para reponerse y despu¨¦s recuperar la forma.
Deportista de moda
Al mismo tiempo, su aventajado fisico (1,90 de estatura, rubio, ojos azules) le convirti¨® en el deportista preferido por los fot¨®grafos de las revistas de moda. Una tras otra, Playboy, Vanity-Fair, L'Uomo Vogue e Interview utilizaron su imagen. Los contratos, publicitanos no tardaron en caer. Una famosa marca de perfumer¨ªa lanz¨® una nueva marca de colonia para hombres con la imagen de su torso desnudo sobre el que se apoyaban los torsos, tambi¨¦n desnudos, de dos angelicales adolescentes en el marco paradis¨ªaco de Hawai, precisamente donde el equipo norteamericano de nataci¨®n estaba concentrado.
El largo per¨ªodo de inactividad le hab¨ªa hecho ganar peso en exceso. Las cr¨ªticas a su actitud no tardaron en llegar. "Te entrenas durante seis meses", reconoce ahora, "12.000 metros al d¨ªa porque te das cuenta de que tus entrenadores, tu familia y tu equipo est¨¢n pendientes de ti; dependen de ti. Ya no hablemos de la presi¨®n a la que uno est¨¢ sometido s¨®lo por estar a la altura de lo que de ¨¦l se espera. Y lo peor es que no importa nada de lo que uno haya hecho en el pasado; los r¨¦cords que uno tenga. En los Juegos todo depende de un solo d¨ªa, de una vuelta, de una brazada. El peor problema es obsesionarse".
Le quedaban pocos meses y los primeros deb¨ªa emplearlos en perder peso y recuperar totalmente su brazo, que llevaba un mes en cabestrillo. En abril, durante los campeonatos nacionales de Estados Unidos, siendo a¨²n el poseedor del r¨¦cord mundial de los 100 metros braza, su actuaci¨®n no pudo ser m¨¢s desastrosa: finaliz¨® en el lugar n¨²mero 23. La competici¨®n fue ganada por una nueva y pujante estrella, el joven John Moffet, que qued¨® a pocas cent¨¦simas del r¨¦cord de Lundquist.
Le quedaban s¨®lo dos meses para demostrar que no estaba acabado: el tiempo que faltaba hasta las pruebas de preselecci¨®n ol¨ªmpica. Hace dos semanas, en Indian¨¢polis, lo consigui¨®. Bati¨® su propio r¨¦cord y se clasific¨® para el equipo ol¨ªmpico; pero John Moffet, el nadador de la nueva generaci¨®n, se le puso por delante apunt¨¢ndose de paso el nuevo mejor tiempo del mundo por tres cent¨¦simas de diferencia.
Steve Lundquist, si embargo, no pod¨ªa estar m¨¢s feliz y mostraba a todo el mundo la nueva camiseta que le hab¨ªan dado, en la que pon¨ªa: "1984 United States Swimming Olympic Team". "Esto es lo que me hace feliz", dec¨ªa se?al¨¢ndose el pecho. "En dos meses he pasado del 23? al segundo puesto, mejorando mi propio r¨¦cord. Me hubiera gustado ser el primero, pero en cualquier caso prefiero ser derrotado por John, que es norteamericano, que por cualquier otro".
Moffet, el relevo
John Moffet, por su parte, la gran revelaci¨®n de estos campeonatos, se hab¨ªa enfrentado a Lundquist innumerables veces, aunque, aparte los mencionados campeonatos nacionales, nunca hab¨ªa conseguido batirlo. Al contrario que su extrovertido competidor, Moffet es un joven moreno, de facciones angulosas y de una gran timidez, que intenta siempre quitarle importancia a sus ¨¦xitos y huye de la prensa en cuanto le dejan.
Pero esta vez se mostr¨® mucho m¨¢s hablador. "Debo admitir que esto cambia las cosas", dijo. "No vayan a creer que me he pasado la vida compitiendo contra Steve. Yo s¨®lo trato de hacerlo lo mejor posible, pero reconozco que es muy bonito ser el n¨²mero uno".
Pero la verdad es que entre los entrenadores del equipo, y tambi¨¦n entre sus compa?eros, se hablaba siempre de que Moffet padec¨ªa de un complejo con respecto al poseedor del r¨¦cord mundial. Siempre hab¨ªa sido la gran promesa eclipsada por el poder¨ªo del n¨²mero uno, tanto deportivamente como en cuanto a la imagen p¨²blica que proyectaban.
Por eso Moffet, comentando su proeza, acab¨® reconociendo: "Me hab¨ªa acostumbrado a estar satisfecho siendo el n¨²mero dos. Steve Lundquist aparec¨ªa en las revistas, en la portada de Life o en Playboy, y la verdad es que a m¨ª me horrorizaba la presi¨®n, la ansiedad que acompa?a a este tipo de situaci¨®n. A¨²n no me he dado cuenta de lo que significa ser el nuevo plusmarquista del mundo, pero empiezo a comprender que la gente ya no me mirar¨¢ de la misma manera. Sin embargo, soy la misma persona de hace una hora".
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