1984, un a?o dif¨ªcil
Afortunadamente para la humanidad, la predicci¨®n de George Orweil en su magn¨ªfico libro 1984 no se ha cumplida, aunque muchos piensan que la ¨²nica equivocaci¨®n del gran escritor fue un error en el tiempo. Su visi¨®n de un mundo dividido en grandes potencias antagonistas, en el cual el individuo se despersonaliza en beneficio de un Estado central omnipresente, no corresponde ciertamente a la realidad presente. Tampoco, afortunadamente, es nuestra sociedad un mundo de denuncia. Pero no hay duda de que este 1984 es un a?o dif¨ªcil (yo dir¨ªa incluso muy dif¨ªcil) para el deporte, y concretamente para su c¨²spide, que, es el movimiento ol¨ªmpico. Poderoso por su lugar preeminente en la sociedad actual, tambi¨¦n es ¨¦ste un organismo f¨¢cilmente atacable. Capaz de abarcarlo todo, de ser incluso responsable de la m¨¢s importante manifestaci¨®n que existe en el mundo, los Juegos Ol¨ªmpicos son extremadamente sensibles, sin embargo, a agentes externos al mismo deporte. As¨ª, es el movimiento ol¨ªmpico perfecta maquinaria al servicio de una causa, pero vulnerable frente al exterior, ya que no fue ideada para defenderse, sino para crear y divulgar uno de los pocos mensajes universales de paz que a¨²n existen.Pero volvamos a nuestro 1994. Todo empez¨® bien, podr¨ªa decir que muy bien. Los Juegos Ol¨ªmpicos de Invierno, celebrados en Saraj¨¦vo, fueron -un gran ¨¦xito. No solamente hubo r¨¦cord de pa¨ªses presentes y de participantes, tambi¨¦n se organizaron perfectamente, con una cobertura ejemplar por parte de la televisi¨®n y de los diferentes medios de informaci¨®n. Ser¨¢ interesante que el lector sepa que hubo una difusi¨®n que pr¨¢cticamente alcanz¨® a la mitad de los habitantes de nuestro planeta.
El balance financiero fue netamente positivo, lo que hace que muchos pa¨ªses piensen en la positiva inversi¨®n que representa el organizar unos Juegos Ol¨ªmpicos. Es menester no ol vidar que en Sarajevo tuvo que ponerse en pie toda la infraestructura para el deporte blanco. Podr¨ªamos decir que 1984 empezaba bien y que no hab¨ªa razones para que dicha tendencia no continuara. Mas pronto ten¨ªan que venir las dificultades y, precisamente, cuando menos se esperaba.
Los Juegos Ol¨ªmpicos de Verano fueron atribuidos a Los ?ngeles, en el a?o 1978, en plena distensi¨®n entre las dos superpotencias, a dos a?os vista de los Juegos de Mosc¨² y a un a?o de la intervenci¨®n de la URSS en Afganist¨¢n. Por esos tiempos se pensaba que el responsable de la Casa Blanca llevaba a Estados Unidos hacia un acercamiento m¨¢s pronunciado con Mosc¨². En la fr¨ªa ma?ana del 27 de diciembre de 1979, el mundo entero se despert¨® con los ojos puestos en la distante Kabul. M¨¢s tarde, aquel presidente reaccionar¨ªa como todos recordamos.
Ha cambiado el decorado las relaciones sovi¨¦tico-norteamericanas han llegado a tocar los niveles m¨¢s bajos en toda la historia. La guerra dial¨¦ctica ha llegado a extremos impensables en el mundo de la diplomacia y, por muy fervientemente que lo deseemos, no aparece aun un rayo de esperanza, de luz, que pueda llevar a estas dos grandes naciones a sentarse seriamente alrededor de una mesa en la que, por lo menos, haya un di¨¢logo. Eso es algo que de verdad agradecer¨ªan todos los componentes de la comunidad internacional, sea cual sea su ideolog¨ªa. Ser¨ªa, sin duda, el mejor servicio a la paz, no con palabras, sino con hechos.
Hubiera sido necio pensar -a partir de la postura que adopt¨® Estados Unidos en el a?o 1980 declarando un boicoteo abierto a los Juegos Ol¨ªmpicos de Mosc¨² y tratando de arrastrar tras de s¨ª al mayor n¨²mero de pa¨ªses posible- que no exist¨ªa el peligro de que, por parte de los sovi¨¦ticos, no se les pagara con la misma moneda. El da?o que hizo el presidente Carter al olimpismo perdurar¨¢ a trav¨¦s del tiempo, pero tampoco de venganza viven los ideales Ol¨ªmpicos.
Preparaci¨®n a fondo
Todas nuestras informaciones coincid¨ªan en que la URSS y todas las naciones socialistas estaban preparando mejor que nunca a sus atletas y jugadores. En el mes de diciembre, una importante delegaci¨®n ol¨ªmpica sovi¨¦tica, visitaba Los ?ngeles. A pesar de existir muchos problemas, dif¨ªciles de comprender en un pa¨ªs que no sea Estados Unidos, como la existencia de asociaciones dirigidas a impedir, molestar, atacar a las delegaciones de los pa¨ªses participantes, principalmente la URSS, todo hac¨ªa pensar que los JJ OO podr¨ªan desarrollarse normalmente. Para todos, el fantasma del boicoteo de Mosc¨²-80 se alejaba lentamente. Nada era seguro, pero tampoco hab¨ªa razones para asustarse.
En el mes de abril de este a?o nos llegan ya s¨ªntomas alarmantes: una nota oficial al Comit¨¦ Ol¨ªmpico Internacional (COI) del Comit¨¦ Nacional Ol¨ªmpico de la URSS solicitando la convocatoria de una reuni¨®n de la comisi¨®n ejecutiva del COI. La reuni¨®n se celebra, el 24 del mismo mes. Asisten delegaciones del Comit¨¦ Organizador de los Juegos de Los Angeles (LAOOC) y del Comit¨¦ Nacional Ol¨ªmpico de la URSS. Se logra llegar a la redacci¨®n de un comunicado oficial en el cual se respira un franco optimismo.
Entrevista con Reagan
Los sovi¨¦ticos declaraban su firme voluntad de participar en los Juegos Ol¨ªmpicos si la Carta Ol¨ªmpica era respetada. Por parte norteamericana existe la promesa formal de que as¨ª se har¨ªa, y los actores de este drama en tres actos se vuelven a casa con el mundo deportivo aplaudiendo, agradecido ante la idea de asistir a vinos JJ OO extraordinarios.
El segundo acto estaba a punto de comenzar. Empiezan a llegar noticias confidenciales de Mosc¨² diciendo que si el problema deportivo parece estar en v¨ªas de soluci¨®n, no es el mismo el caso con el pol¨ªtico. Decido entonces solicitar una entrevista con el presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, para pedir por palabra y por escrito las m¨¢ximas garant¨ªas dirigidas concretamente hacia la URSS.
Llega lo que muchos tem¨ªan, aunque no se atrev¨ªan a anunciarlo. Estaba el 8 de mayo en Washington cuando, dos horas antes de la entrevista con el presidente, anuncian la noticia de que el Comit¨¦ Ol¨ªmpico de la URSS ha sido convocado urgentemente y ha decidido no participar en los Juegos Ol¨ªmpicos de Los ?ngeles. El niet (no) es definitivo: consternaci¨®n, estupor, incredulidad, renacen las viejas pesadillas.
Me sobraban los motivos para conocer el car¨¢cter irrevocable de aquella decisi¨®n; no obstante, prometimos luchar hasta el ¨²ltimo minuto con reuniones, gestiones al m¨¢s alto nivel, viajes aqu¨ª y all¨¢, pero todo quedaba para la historia. Historia de un triste segundo acto o la de un tercero que empieza ahora y terminar¨¢ con unos JJ OO que se han quedado hu¨¦rfanos de algunos de sus participantes. Es tambi¨¦n la historia de un ideal que, por encima de las peque?eces humanas, lucha y seguir¨¢ luchando por el hombre y pese al hombre.
El movimiento ol¨ªmpico ha hecho y har¨¢ en este 1984 lo mismo que ya hizo en 1980 cuando, gracias a nuestra unidad y tes¨®n, pudimos salvar los Juegos Ol¨ªmpicos de Mosc¨². Muchos comit¨¦s ol¨ªmpicos nacionales participaron en los mismos, pese a la decisi¨®n contraria de los Gobiernos. Lo hemos dicho y lo repetimos: los JJ OO no pertenecen a una ciudad ni a un pa¨ªs, yo dir¨ªa que ni siquiera al COI. Hoy d¨ªa son patrimonio de toda la humanidad.
?Quien es el realmente perdedor? Sin duda alguna, los que son los grandes actores, atletas y jugadores. Una vez m¨¢s un gran n¨²mero de ellos ha visto c¨®mo en el ¨²ltimo momento no se le permit¨ªa participar en lo que para ellos era la m¨¢xima ilusi¨®n, unos Juegos Ol¨ªmpicos. Son d¨ªas, meses y a?os de trabajo y sacrificio que se convierten en nada. Estos grandes ausentes deben ser recordados cuando el 28 de julio se celebre la apertura de los XXIII Juegos Ol¨ªmpicos. Es muy posible que mientras la tradicional antorcha ol¨ªmpica recorra el Memorial Coliseum m¨¢s de una l¨¢grima se derramar¨¢ en alg¨²n rinc¨®n del mundo.
Nadie duda ni puede dudar de la capacidad organizativa de Estados Unidos, que sabe que tiene un compromiso de honor ante el mundo. Estamos seguros de que el pueblo de California recibir¨¢ con los brazos abiertos a los participantes de 141 pa¨ªses. Ser¨¢ la culminaci¨®n de muchos a?os de sacrificio y de trabajo, empezar¨¢ el gran festival de la juventud y del deporte, pero el lector que ha tenido la paciencia de llegar hasta estas ¨²ltimas l¨ªneas podr¨¢ tener la seguridad de que durante la solemne ceremonia. inaugural de los JJ OO, el presidente del COI tendr¨¢ en su mente no solamente a los atletas pres entes, sino tambi¨¦n a los que no deb¨ªan estar ausentes.
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