Adi¨®s a la Conferencia de Viena
GROMIKO ASEGURA en Mosc¨² que Estados Unidos hace imposibles las negociaciones sobre desmilitarizaci¨®n del espacio; Weinberger asegura en Washington que la imposibilidad viene de la URSS. El fastidioso doble mon¨®logo se viene produciendo desde hace muchos a?os sobretodos los temas, mientras los arsenales, las armas nuevas, los ensayos espaciales y los presupuestos militares se van multiplicando, junto con la irritaci¨®n naturalmente est¨¦ril, por impotente, de las poblaciones civiles. Todo parece indicar que la Conferencia de Viena acerca de lo que se viene llamando la guerra de las galaxias, prevista para el 18 de septiembre, no se va a celebrar. Las posiciones te¨®ricas difieren en el punto de cu¨¢l es el tema de la negociaci¨®n. La URSS quiere circunscribir la reuni¨®n al punto concreto de las armas en el espacio, Estados Unidos pretende ampliar el tema a todo el complejo nuclear. La URSS, como se sabe, se retir¨® hace nueve meses de las dos conferencias de desarme nuclear que se celebraban en Ginebra en el momento en que se inici¨® la instalaci¨®n de los euromisiles; entiende que si se trata en Viena del desarme nuclear se habr¨¢ anulado su decisi¨®n sin cumplir su exigencia previa de que los misiles se retiren. Estado! Unidos, a su vez, estima que la URSS pretende ¨²nicamente la discusi¨®n sobre el espacio exterior porque es donde est¨¢ en condiciones de inferioridad, y no sobre el conjunto de la cuesti¨®n nuclear en la que tiene superioridad, y cree que su sistema de agenda abierta es mucho m¨¢s realista.Hay tambi¨¦n una cuesti¨®n electoral. En la Uni¨®n Sovi¨¦tica se piensa que el presidente Ronald Reagan, al obligar a la URSS a algunas concesiones -aunque no fuera m¨¢s que la de volver a negociar sobre el arma nuclear en general sin obtener la retirada de los nuevos misiles de Europa-, est¨¢ obteniendo una ventaja electoral que no piensa apoyar: la de presentarse ante los votantes como vencedor en la pol¨ªtica de firmeza y mostrar que su energ¨ªa est¨¢ dando frutos. Reagan, a su vez, no querr¨ªa que cualquier negociaci¨®n en la que no aparezca como dominante se interprete corno un paso atr¨¢s en su pol¨ªtica. Precisamente est¨¢ forzando sus inter,venciones en lo que ya se puede considerar como campa?a electoral en el tono fuertemente aritisovi¨¦tico del que est¨¢ seguro le puede conquistar votos. En este sentido Henry Kissinger, que cada vez aparece m¨¢s claramente corno el portavoz de un poder real en Estados Unidos, explicaba en un art¨ªculo (EL PA?S, 29 de julio) que cualquier negociaci¨®n debe posponerse a las elecciones del 6 de noviembre, y que no deben limitarse a puntos concretos de desarme, sino a una profunda negociaci¨®n pol¨ªtica sobre "definici¨®n del concepto de paz" en el mundo, mientras sostiene que los fallos observados hasta ahora no est¨¢n en la Administraci¨®n Reagan, sino en el comportamiento sovi¨¦tico. No deja de reconocer Kissinger que este objetivo de la paz global (la traducci¨®n ser¨ªa el establecimiento de unas zonas de influencia y de unas fronteras de seguridad intraspasables) pertenece, por ahora, a la utop¨ªa.
Es indudable que una elevaci¨®n del tema es deseable, aun dentro de unos riesgos para los otros pa¨ªses que se ver¨ªan definitivamente envueltos en zonas de influencia ajenas y en centros de decisi¨®n exteriores, que es algo que est¨¢ pasando ya; por lo dem¨¢s, existe un importante conjunto de crisis locales que tienen su propia din¨¢mica y su propio peso, y queho quedar¨ªan sujetas al acuerdo global. A pesar de todo, es sumamente deseable -y es la posici¨®n permanente de Europa, al margen de sus Gobierrios diversos y cambiantes- esta negociaci¨®n amplia, pero en ning¨²n caso puede servir de pretexto para ir posponiendo, suprimiendo, inutilizando, sean cuales sean los pretextos, los encuentros para limitaci¨®n de armamento en puntos concretos. Nadie hab¨ªa tenido demasiadas esperanzas en la Conferencia de Viena; el hecho de que pueda no celebrarse, como lo indican todos los datos actuales, es a¨²n peor.
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