Los partidos tradicionales de Chile no aceptan la Constituci¨®n de Pinochet
Dentro del atomizado panorama pol¨ªtico chileno actual, fruto de una d¨¦cada de severa proscripci¨®n de todos los partidos pol¨ªticos, el r¨¦gimen militar chileno apenas cuenta con apoyos organizados e incluso tiene dificultades para estructurar una oposici¨®n que acepte participar en la pol¨ªtica dentro de los estrechos l¨ªmites establecidos por la jerarqu¨ªa castrense. S¨®lo cinco peque?os grupos pol¨ªticos han aceptado la propuesta del r¨¦gimen y se han constituido en la ¨²nica alianza que acata la Constituci¨®n plebiscitada en 1980.S¨®lo uno de estos grupos exist¨ªa antes del golpe militar de 1973, por lo que nunca han participado en alguna elecci¨®n nacional. En los escasos comicios realizadas durante la ¨²ltima d¨¦cada en colegios profesionales, universidades y sindicatos, ninguno de ellos ha presentado siquiera candidatos.
La alianza la componen el Movimiento de Acci¨®n Nacional (MAN), grupos de extrema derecha encabezados por el dirigente fascista Paulo Rodr¨ªguez (ahora uno de los principales consejeros pol¨ªticos de Pinochet); el Movimiento de Uni¨®n Nacional (MUN), patrocinado por el ministro del Interior, Sergio Onofre Jarpa, de quien se dice que lo utilizar¨¢ como eventual plataforma pol¨ªtica para dirigir a la derecha chilena en el futuro; la Democracia Radical, un peque?o grupo escindido del antiguo Partido Radical (de centro izquierda), que luego se ha dividido en varios grup¨²sculos; el Movimiento Social Cristiano, una peque?a fracci¨®n separada de la Democracia Cristiana, bajo la inspiraci¨®n del ex embajador en Espa?a Juan de Dios Carmona, y un m¨ªnimo grupo que se autodenomina "de izquierda moderada", llamado Talleres Socialistas Democr¨¢ticos.
La coalici¨®n reci¨¦n formada se declara independiente del Gobierno, y su actual presidente, Juan de Dios Carmona, a?ade que no podr¨ªa ser de otra manera, ya que "el Gobierno es total y absolutamente independiente de los partidos". El principal gestor del grupo es el actual ministro del Interior del r¨¦gimen, Sergio Onofre Jarpa, ex embajador en Argentina, llamado a formar Gobierno en el peor momento de las protestas del a?o pasado.
El plan de Jarpa era brindar al r¨¦gimen, debilitado, una base pol¨ªtica de apoyo y crear una oposici¨®n controlada que no pedir¨¢ el fin del r¨¦gimen.
Cerrado el aperturismo
Augusto Pinochet acept¨® el plan a duras penas, m¨¢s que nada presionado por sectores militares que no ve¨ªan otra salida. Pero apenas la oposici¨®n redujo su ritmo, c¨®mo un corredor de marat¨®n que vacila en sus primeros kil¨®metros por falta de entrenamiento, Pinochet cerr¨® el camino aperturista y Jarpa, en lugar de retirarse del Gabinete, propuso crear, de todas maneras, una plataforma pol¨ªtica para apurar lo que ¨¦l llama "la transici¨®n".
El grupo formado, denominado inicialmente grupo de los ocho, sobrevivi¨® apenas cuatro meses, con una t¨ªmida oposici¨®n de tres puntos al r¨¦gimen: legalizar los partidos pol¨ªticos durante 1984; realizar un plebiscito en 1985 para preguntar al pueblo si aceptaba tener un Parlamento, y elegir ese Parlamento en 1986.
Pinochet no ha respondido directamente hasta ahora a esas propuestas, y lo ¨²nico concreto que hizo fue presentar una ley de Partidos Pol¨ªticos que exig¨ªa tener 150.000 firmas para inscribir un partido, cifra calificada por todos los grupos nacientes, e incluso por el jefe de la Junta de Gobierno, almirante Jos¨¦ Toribio Merino, como exorbitada, debido a que el mayor partido chileno lleg¨® a tener en su mejor momento 20.000 inscritos.
La nula respuesta del r¨¦gimen a estas m¨ªnimas peticiones de apertura hizo quebrarse el frente tan dif¨ªcilmente conseguido por Jarpa, y la principal de las fuerzas del grupo, el Partido Nacional, se retir¨® de la coalici¨®n hace menos de un mes, aduciendo que para conseguir una efectiva transici¨®n a la democracia es mejor dialogar con la opositora Alianza Democr¨¢tica que con el imperturbable r¨¦gimen militar.
Junto al Partido Nacional se retiraron del grupo el min¨²sculo Partido Democr¨¢tico Nacional y la Uni¨®n Democr¨¢tica Independiente. As¨ª, mermado, el ahora grupo de los cinco pierde toda su fuerza pol¨ªtica como sost¨¦n de la dictadura y ¨¦sta tiene que atrincherarse nuevamente en la fuerza militar para subsistir.
El plan del r¨¦gimen ahora es simple: aferrarse de cualquier modo al poder, promover la divisi¨®n entre los numerosos grupos opositores y concentrar su fuego contra el partido comunista, a la espera de encontrar alg¨²n consenso contra el enemigo com¨²n.
Pero Pinochet ha de contar desde ahora con un nuevo obst¨¢culo: su propia Junta de Gobierno. En los ¨²ltimos meses han sido varias las iniciativas que infructuosamente Pinochet trat¨® de convertir en leyes, debido a la oposici¨®n p¨²blica de la Junta, que cuenta con el poder legislativo. Primero fue una ley antiterrorista, que tuvo que ser modificada porque el representante del Ej¨¦rcito del Aire, general Fernando Matthey, puso objeciones. Luego una ley que la Junta sepult¨® en el olvido y que facultaba a Pinochet para convocar a consultas al pueblo cuando lo deseara, sin necesidad de tener el acuerdo de la Junta. M¨¢s tarde, la propia ley de Partidos Pol¨ªticos, que no ser¨¢, aprobada tal como la envi¨® Pinochet. Otros signos de relativa independencia de la Junta de Gobierno frente al dictador han trascendido recientemente desde las herm¨¦ticas fuentes militares.
La Junta, que en un comienzo fue un instrumento m¨¢s del poder de Pinochet, comienza ya a mostrar indicios de autonom¨ªa, como un reflejo de las distintas posiciones y perspectivas que imperan dentro de las diferentes ramas de las Fuerzas Armadas. Sin, un movimiento civil que le otorgue el apoyo pol¨ªtico y sin una Junta incondicional, el general Pinochet ha vuelto la mirada hacia su m¨¢s ¨ªntimo y estable reducto de poder: el Ej¨¦rcito.
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