Dioniso de la Huerta
Impulsor y creador del Descenso del Sella, la competici¨®n de pirag¨¹ismo m¨¢s importante de Europa
Dionisio de la Huerta, abogado barcelon¨¦s de 84 a?os, no pod¨ªa sospechar que aquellas excursiones minoritarias que protagoniz¨® en la d¨¦cada de los treinta iban a convertirse en la competici¨®n de pirag¨¹ismo m¨¢s importante de Europa. Porque el Descenso del Sella, que se disputa hoy entre las localidades asturianas de Arriondas y Ribadesella, comenz¨® as¨ª, medio en broma, con una piragua de lona adquirida por Dionisio en los almacenes El Siglo, de la Ciudad Condal.
A Dionisio de la Huerta, cuya avanzada edad no le impide presidir a¨²n la salida de m¨¢s de 700 palistas bajo el puente de Arriondas, no le gusta la velocidad. "A 100 por hora no se puede disfrutar el paisaje y ¨¦sta es la gran diferencia entre el esp¨ªritu de la actual fiesta de las piraguas y la que nosotros pusimos en marcha", comenta el creador del Descenso del Sella. Dionisio de la Huerta, de padre asturiano y madre catalana, tiene las caracter¨ªsticas del organizador nato, por m¨¢s que intenta ocultarlas con disimulo. Afectado por una notable sordera y con alguna dificultad para andar, est¨¢ completamente l¨²cido e insiste, una y otra vez, en que "el ¨¦xito del Sella no se debe a m¨ª: todo esto ha sido posible gracias a los asturianos".Dionisio de la Huerta se empe?a en que el periodista torne nota de su particular e intransferible definici¨®n de la fiesta de las piraguas: "El Descenso del Sella no es un espect¨¢culo ni una competici¨®n. Es algo espectacular, que se diferencia de otras actividades deportivas porque aqu¨ª, al rev¨¦s de lo que ocurre con el f¨²tbol, juegan todos, los palistas y los espectadores. No hay m¨¢s secretos", afirma.
La piragua utilizada por Dionisio en aquellas primeras excursiones, una embarcaci¨®n con armadura de hierro y madera cubierta por una lona de color marr¨®n, tendr¨ªa pronto muchos imitadores. En 1933 ya fueron 25 los palistas que se sumaron a la expedici¨®n, que en seguida cont¨® con animadores espont¨¢neos que segu¨ªan la prueba por la carretera que discurre paralela al r¨ªo. Unos iban en bicicleta y otros en camiones, sentados sobre bancos de madera. Tras el par¨¦ntesis de la guerra civil, per¨ªodo durante el que se interrumpi¨® la competici¨®n hasta 1944, el Descenso del Sella tom¨® nuevo auge.
En 1955 se puso en marcha el tren fluvial, para contemplar la competici¨®n desde el ferrocarril, y en 1951 participaron por primera vez pirag¨¹istas extranjeros. Habr¨ªa que esperar, no obstante, hasta 1965 para que fuera declarado de inter¨¦s tur¨ªstico internacional.
Dionisio de la Huerta estuvo separado de la organizaci¨®n del descenso a mediados de los setenta, por discrepancias con los dirigentes de la Federaci¨®n Espa?ola de Pirag¨¹ismo, quienes quer¨ªan regular a su modo la prueba. "Aquello no ten¨ªa sentido, porque el Sella es espontaneidad y ellos quer¨ªan convertirlo en una carrera contra reloj. Ante esta disparatada pretensi¨®n opt¨¦ por dejarlo, porque hubo una generaci¨®n en aquella ¨¦poca con la que no se pod¨ªa tratar", asegura.
Fueron unos a?os en los que el descenso se resinti¨®: siguieron acudiendo muchos palistas, pero el aspecto festivo decay¨® notablemente, para recuperarse en los ¨²ltimos a?os con la reincorporaci¨®n de su impulsor.
Para el fundador del Descenso del Sella, que dedic¨® tambi¨¦n muchos a?os de su vida a la organizaci¨®n de la Federaci¨®n Espa?ola de Tenis, "los dos alicientes m¨¢s importantes del Sella son el paisaje, que es precioso por todas partes, y la participaci¨®n activa de la gente. No hay que hacer nada m¨¢s".
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