M¨²sica y danza para el llanto por un torero
Hace medio siglo un toro de la ganader¨ªa de Ayala, Granadino por mal nombre, acab¨® en el ruedo de Manzanares con la vida de Ignacio S¨¢nchez Mej¨ªas. Su muerte, cantada genialmente por los poetas de su generaci¨®n, ha tenido resonancia en las diferentes artes gracias, sobre todo, al Llanto de Federico Garc¨ªa Lorca, considerado por muchos como la culminaci¨®n del poeta granadino.Era Ignacio S¨¢nchez Mej¨ªas -Sevilla, 1891- un hombre singular, y no s¨®lo un maestro de la tauromaquia. Si su instinto le hizo torero, su inquietud intelectual le convirti¨® en autor teatral. Con Sinraz¨®n (1927), un drama basado en la vida de un psiqui¨¢trico, y las comedias Zaya (1928) y Ni m¨¢s ni menos, demostr¨® originalidad y af¨¢n renovador. A la vista de sus consecuencias adquiere m¨¢ximo valor la presentaci¨®n oficial en Sevilla de la generaci¨®n -entonces grupo- de 1927, patrocinada por S¨¢nchez Mej¨ªas. La foto ha dado la vuelta al mundo: en el estrado del sal¨®n de la Sociedad Econ¨®mica de Amigos del Pa¨ªs aparecen Federico, Rafael Alberti, Juan Chab¨¢s, D¨¢maso Alonso, Mauricio Bacarisse, Gerardo Diego, Jorge Guill¨¦n y Jos¨¦ Bergam¨ªn.
Los intelectuales de la generaci¨®n de Lorca se sintieron atra¨ªdos por la m¨²sica, la danza y el toreo, y el c¨ªrculo de S¨¢nchez Mej¨ªas reun¨ªa el gitanismo hondo de Pastora Imperio (la protagonista de El amor brujo), el arte de Joselito y el propio Ignacio, m¨¢s el baile de Encarnaci¨®n L¨®pez, La Argentinita. La figura de Falla cobraba mil significaciones, y de la amistad entre don Manuel y Federico naci¨®, en parte, el Romancero gitano.
Todav¨ªa m¨¢s: los m¨²sicos de esos a?os, hoy justamente etiquetados con la cifra m¨¢gica y gongorina de 1927, estuvieron junto a los poetas: los Halffter, Espl¨¢, Bacarisse, Bautista, Remacha, los dos Gustavos (Pittaluga y Dur¨¢n), Sainz de la Maza intervinieron en la vida musical de la Residencia, y en algunos casos unieron sus pentagramas a los versos de sus compa?eros: La corza blanca y Marinero en tierra, de Ernesto y Rodolfo Halffter (Alberti); Tres ciudades, de Juli¨¢n Bautista (Lorca), los ballets sobre argumentos de Bergam¨ªn, Rivas Cherif o Garc¨ªa Lorca. Por otra parte, el maestro" -Falla- y el hermano mayor -Espl¨¢- se hab¨ªan sumado a la conmemoraci¨®n gongorina con el Soneto a C¨®rdoba y Soledades.
El cr¨ªtico Adolfo Salazar hab¨ªa madrugado en el descubrimiento de Garc¨ªa Lorca. En medio de este vivir art¨ªstico pluridimensional que Lorca o Alberti simbolizan, la figura cordial de Ignacio, inquieta y dubitativa ante los toros y las letras.
Voces y orquesta
Cuando los m¨²sicos inician su trabajo sobre las altas estrofas del Llanto los homenajes y eleg¨ªas no cantan s¨®lo por la muerte del torero: doblan tambi¨¦n por la del poeta que lo enalteci¨®: "Tardar¨¢ mucho tiempo en nacer, si es que nace, / un andaluz tan claro, tan rico de aventura. / Yo cant¨® su elegancia con palabras que gimen / y recuerdo una brisa triste por los olivos".
Por tres v¨ªas han abordado los compositores la musicalizaci¨®n del Llanto a S¨¢nchez Mej¨ªas: la cantata, la guitarra como ambiente y la electr¨®nica.
No tengo datos de una versi¨®n anterior a la del berlin¨¦s americanizado Stephan Wolpe, nacido en 1902 y seguidor de la escuela de Viena, que desarroll¨® con estilo y procedimientos propios. Su obra, para soprano, bar¨ªtono, narrador y orquesta de c¨¢mara, data de 1945, y supone un esfuerzo de s¨ªntesis.
Cinco a?os despu¨¦s aparece una de las realizaciones musicales del Llanto m¨¢s aplaudidas: la cantata de Mauricio Ohana para recitador, bar¨ªtono y orquesta. Ohana retoma la l¨ªnea del ¨²ltimo Falla para llegar a resultados de una muy directa expresividad. Iza la palabra po¨¦tica sobre una evocaci¨®n coloreada y jonda de la Andaluc¨ªa lejana.
El Epitafio por Garc¨ªa Lorca, de Luigi Nono, trata, en su parte segunda, el tema del Llanto, "y la muerte viene cantando...". La estilizaci¨®n idiom¨¢tica, lo sumario y definido del con unto instrumental -flauta, arpa, celesta, cuerdas y percusi¨®n- hicieron de esta obra (1952-1953) una de las creaciones maestras del m¨²sico veneciano, uno de los cabezas de fila de nuestro tiempo.
Otro autor mudado de nacionalidad, el finland¨¦s Hermann Rechberger trat¨® el Llanto en forma de cantata coral con acompa?amiento de flauta, trompeta, dos violonchelos, dos contrabajos, cuatro guitarras, percusi¨®n y solista vocal. Como casi todos los autores, mantiene el t¨ªtulo lorque?o para una p¨¢gina con centrada, no exenta de un cierto vuelo neorromanticista ni de toques de color local. La partitura est¨¢ fechada en 1972-1973.
Una versi¨®n sorprendente: la del griego Stavros Xarhakos sobre la traducci¨®n del Llanto por Nikos Gatsos. Escrita para recitador, bar¨ªtono, orquesta y coros, llama la atenci¨®n la excelente sonoridad que adquiere el lamento escuchado en lengua griega.
Babelia
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