La rebeli¨®n de Ignacio S¨¢nchez Mej¨ªas
Ignacio S¨¢nchez Mej¨ªas probablemente ser¨¢ recordado m¨¢s por su acusada personalidad extrataurina que por su arte dentro de la plazas. Si no fuese por sus or¨ªgenes tan poco taurinos, sus actividades literarias y su amistad con los m¨¢s importantes intelectuales de su d¨ªa, ser¨ªa dudoso que se le concediera tan destacado lugar en la historia del toreo. Y, sin embargo, S¨¢nchez Mej¨ªas fue primordialmente un torero. Se hizo torero como acto de rebeli¨®n familiar o como expresi¨®n de sus grandes inquietudes creadoras o por un car¨¢cter exageradamente rom¨¢ntico pero, una vez tomada la decisi¨®n, se dedic¨® por entero a la profesi¨®n.S¨¢nchez Mej¨ªas naci¨® en 1891 hijo de un eminente y pr¨®spero m¨¦dico sevillano -la familia pretend¨ªa que Ignacio tambi¨¦n fuera m¨¦dico- pero pronto conoci¨® a Joselito y le entr¨® el gusanillo de los toros. Cuando ten¨ªa unos 18 a?os se meti¨® con otro aspirante de poliz¨®n en un barco que iba a Nueva York, donde las, autoridades no les dejaron entrar. Un hermano suyo en M¨¦xico se responsabiliz¨® de ¨¦l, y durante un tiempo Ignacio trabaj¨® de pe¨®n y criado en una finca de aquel pa¨ªs, donde por primera vez se visti¨® de luces. Durante los siguientes siete u ocho a?os S¨¢nchez Mej¨ªas trabaj¨® de subalterno en las mejores cuadrillas -Machaquito, El Gallo, Belmonte y Joselio- aunque varias veces prob¨® suerte como novillero. En 1918 intent¨® de nuevo dejar los palitroques y esta vez tuvo ¨¦xito. En 1919 le concedi¨® la alternativa su cu?ado Joselito -S¨¢nchez Mej¨ªas se hab¨ªa casado con una hermana del diestro- y tore¨® con ¨¦xito 50 corridas. En la siguiente temporada este n¨²mero aument¨® hasta 90, y S¨¢nchez Mej¨ªas volvi¨® a M¨¦xico, ahora en plan de figura, para competir con ¨¦xito contra el ¨ªdolo azteca Gaon. En 1922 se retir¨®, para regresar en 1924 y marcharse de nuevo, en principio definitivamente, en 1927. Alejado de los ruedos, se dedic¨® a su primitiva afici¨®n, la literatura.
?Qu¨¦ tipo de torero era S¨¢nchez Mej¨ªas? Por su formaci¨®n con las mejores cuadrillas, era un buen bregador y uno de los mejores banderilleros de su ¨¦poca. Con la muleta era algo basto y con el estoque bastante flojo, aunque mat¨® bien a algunos toros. Ten¨ªa una gran personalidad y presencia en la plaza, debido principalmente a su caracter¨ªstica m¨¢s acusada:, el valor. Frascuelo, Espartero, Guerrita..., por lo visto ninguno de los diestros m¨¢s valientes de la historia del toreo le aventajaba a S¨¢nchez Mej¨ªas en valor puro.
"Era un caso patol¨®gico de valor", nos cuenta el historiador taurino N¨¦stor Luj¨¢n. "Su valor en la plaza fue sencillamente aterrador". Esta valent¨ªa se notaba sobre todo en banderillas, donde el diestro "se met¨ªa en terreno peligroso, en el m¨¢s asustante, y all¨ª banderilleaba furiosamente, con una fuerza desquiciada y tr¨¢gica". Luj¨¢n cree que el torero "multiplicaba las dificultades por el placer de vencerlas".
La vuelta a las plazas
En 1934, a la edad de 43 a?os, gordo, desentrenado y casi calvo, S¨¢nchez Mej¨ªas decidi¨® volver a los toros. Sus amigos no pod¨ªan comprender la decisi¨®n. No le faltaba dinero y se hab¨ªa realizado, en una segunda carrera, como intelectual; hab¨ªa estrenado con ¨¦xito varias obras teatrales, daba conferencias literarias, estimulaba a poetas, ayudaba a volver a los escenarios a artistas olvidados del flamenco. Ten¨ªa, adem¨¢s, la aceptaci¨®n y amistad de las m¨¢s diversas esferas de la sociedad -arist¨®cratas, pol¨ªticos e intelectuales como Lorca y Alberti.?stos, sobre todo, apreciaban su inteligencia y entusiasmo. Con la aparici¨®n de Juan Belmonte, los intelectuales hab¨ªan reivindicado el toreo como una de las bellas artes, y ahora, con S¨¢nchez Mej¨ªas, los creadores de la Generaci¨®n del 27 continuaban esta tradici¨®n. Su amigo Coss¨ªo, el eminente historiador de la fiesta, dedica un cap¨ªtulo especial a S¨¢nchez Mej¨ªas, a quien alaba sus valores taurinos, intelectuales y humanos.
El diestro hizo caso omiso de los ruegos de sus amigos y se someti¨® a un dr¨¢stico r¨¦gimen de adelgazamiento y entrenamiento que le dej¨® casi sin fuerzas y retard¨® la reaparici¨®n. Pero en sus cinco primeras corridas altern¨® con las m¨¢s importantes figuras del momento y estuvo tan valiente y decidido como siempre. El 11 de agosto acept¨® sustituir a Domingo Ortega, herido en un accidente de coche, en una corrida en Manzanares, alternando con Armillita, Alfredo Corrochano y el rejoneador portugu¨¦s Simao da Veiga en la lidia de toros de Ayala. El primero de lidia ordinaria se llamaba Granadino, n¨²mero 16, negro bragao, para S¨¢nchez Mej¨ªas. El diestro estuvo muy valiente con el capote e inici¨® la faena de muleta con un pase cambiado por alto sentado en el estribo, suerte que le gustaba a pesar de que algunos enemigos la tachaban de ventajista. Cuando intent¨® repetir el lance, fue prendido por la ingle derecha y volteado.
En la enfermer¨ªa se le apreci¨® una cornada de 12 cent¨ªmetros, considerada peligrosa. Dadas los escasos recursos sanitarios del pueblo, el diestro orden¨® que s¨®lo le tapasen la herida y pidi¨® que una ambulancia le trasladase a Madrid, adonde lleg¨® en la ma?ana del d¨ªa siguiente. Ingres¨® en una cl¨ªnica donde le fue diagnosticada gangrena gaseosa. Pronto se puso delirante: balbuce¨® sobre campos de olivos y pidi¨® insistentemente mel¨®n. Al d¨ªa siguiente muri¨®.
Casi siempre que se habla de S¨¢nchez Mej¨ªas se piensa en una foto de ¨¦l con el cad¨¢ver de Joselito, el m¨¢s grande, al d¨ªa siguiente de la muerte del coloso en la plaza de Talavera en 1920. Esta muerte caus¨® gran revuelo entre los coletudos. Todos dec¨ªan que nunca nacer¨ªa la vaca que pudiera parir el toro que le matara, y sin embargo all¨ª estaba, muerto para siempre.
Har¨ªa fr¨ªo en la enfermer¨ªa porque S¨¢nchez Mej¨ªas lleva un abrigo. Con una mano sostiene su propia cabeza y con la otra mantiene la cabeza del difunto. La composici¨®n de la instant¨¢nea es cuidada, y dadas las aficiones literarias de S¨¢nchez Mej¨ªas, siempre nos ha parecido una referencia a Hamlet contemplando la calavera. Ignacio acompa?¨® al cad¨¢ver en el tren de luto hasta Sevilla. Catorce a?os m¨¢s tarde otro tren devolver¨ªa a Andaluc¨ªa el suyo.
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