Avances democr¨¢ticos en Latinoam¨¦rica
LAS CONVENCIONES de los dos principales partidos que aspiran a la presidencia de Brasil han designado, este pasado fin de semana, sus candidatos a la presidencia. Pero detr¨¢s de esta operaci¨®n se esconden cambios profundos que se han venido gestando en un largo proceso; Brasil avanza con toda probabilidad hacia la mayor transformaci¨®n pol¨ªtica de su historia reciente. Hace 20 a?os que los militares se adue?aron del poder; su dictadura es menos brutal que en otros pa¨ªses latinoamericanos, y en los ¨²ltimos a?os han empezado a funcionar los partidos, emergiendo ciertas estructuras basadas en el sufragio popular.La proximidad de la elecci¨®n presidencial que debe celebrarse el pr¨®ximo enero ha puesto en pie a las fuerzas democr¨¢ticas del pa¨ªs. La propuesta de que el futuro presidente sea elegido directamente por el pueblo encontr¨® un eco popular extraordinario. Manifestaciones populares gigantescas se desarrollaron en todas las ciudades; hasta las figuras del deporte, como el futbolista Pel¨¦, tomaron posici¨®n en favor de la misma. El actual presidente, general Figueiredo, ha logrado impedir que el Parlamento apruebe la enmienda constitucional que era precisa para la elecci¨®n directa del presidente. Pero esa inmensa marea popular ha tenido su repercusi¨®n en el propio partido oficialista, el Partido Democr¨¢tico y Social. En su seno ha surgido una escisi¨®n, dirigida por su vicepresidente, Aureliano Chaves, que se ha constituido en Frente Liberal. Con ello, la correlaci¨®n de fuerzas dentro del colegio encargado de elegir al futuro presidente puede cambiar de manera radical. El principal partido de la oposicii¨®n, el Partido del Movimiento Democr¨¢tico de Brasil (PMDB), ha realizado un acuerdo con el citado Frente Liberal para designar conjuntamente como candidato a la presidencia a un pol¨ªtico veterano, Tancredo Neves, que fue jefe del Gobierno de 1962 a 1964 y es actualmente, por elecci¨®n popular, gobernador del Estado de Minas Gerais. No han sido peque?as las dificultades para llegar a ese acuerdo: a pesar de fuertes resistencias entre los sectores m¨¢s dem¨®cratas de la oposici¨®n, se ha designado como candidato a la vicepresidencia a Jos¨¦ Serny, hasta hace poco prohombre del partido gubernamental. La divisi¨®n en el seno de ¨¦ste es profunda, y la designaci¨®n que acaba de hacer su convenci¨®n de Paulo Maluf como candidato a la presidencia crear¨¢, seg¨²n todos los observadores, nuevas tensiones internas. De ah¨ª que las posibilidades de que Neves sea el futuro presidente de Brasil, quedando rota as¨ª la serie de los presidentes elegidos por la c¨²pula militar, parezcan considerables. Es obvio que si la elecci¨®n se hubiese hecho directamente por sufragio universal, el presidente hubiese sido otro, muy probablemente el socialdem¨®crata Leonel Brizola, gobernador de R¨ªo de Janeiro. Tancredo Neves representa una actitud mucho m¨¢s conciliadora hacia los grandes intereses econ¨®micos, hacia el Ej¨¦rcito y, desde luego, hacia Estados Unidos.
En condiciones muy diferentes a las de Brasil, la evoluci¨®n en Uruguay apunta asimismo hacia un serio avance democr¨¢tico. Por un lado, ha amainado la represi¨®n, y el n¨²mero de personalidades pol¨ªticas encarcela das ha disminuido. Flor otro, los principales partidos pol¨ªticos, incluido el Frente Amplio, que hab¨ªa estado excluido de todas las negociaciones hasta hace muy poco, han llegado a un acuerdo con el general Gregorio ?lvarez para fijar las fechas de las elecciones, que deben ce lebrarse en noviembre, y asimismo de la entrega del Poder al presidente elegido p6r. el pueblo, que est¨¢ prevista para marzo del a?o pr¨®ximo. Queda por dilucidar la actitud del Partido Blanco, que, l¨®gicamente, se niega a participar-en acuerdo alguno mientras siga encarcelado su principal dirigente, Wilson Ferreira Aldunate. Resulta contradictorio que los comunistas, integrados en el Frente Amplio, sean parte del acuerdo, y que no lo sea un partido tradicional, burgu¨¦s y moderado. El problema reside en que los militares, al tener que abandonar el poder, se esfuerzan por cerrar el paso de la futura presidencia a determinadas figuras pol¨ªticas, a las que consideran particularmente peligrosas para ellos. Los partidos han tenido que aceptar algunas de esas limitaciones. Y contra Ferreira los militares se muestran doblemente intransigentes por considerar que sus posibilidades de ganar las elecciones no ser¨ªan peque?as. Sin embargo, en Montevideo el proceso democratizador prosigue, y cabe esperar que el mecanismo electoral no se interrumpa y que dentro de pocos meses el pueblo uruguayo pueda elegir a su primer mandatario.
A pesar de las diferencias entre los procesos de uno y otro pa¨ªs, se perfilan algunos rasgos comunes que revisten inter¨¦s. Tanto en Uruguay como en Brasil hay que destacar la extenuaci¨®n de la dictadura militar. Durante muchos a?os los militares han ejercido un poder sin limitaciones legales ni morales. Han aplicado una represi¨®n selectivamente brutal. Han decidido sobre todas las competencias, o han escogido a los encargados de administrar en su nombre el pa¨ªs. Su fracaso ha sido total. La econom¨ªa de esos pa¨ªses est¨¢ en condiciones catastr¨®ficas; sin duda, el fen¨®meno es m¨¢s general, pero aqu¨ª se ve agravado por dictaduras irresponsables e incapaces, y lo cierto es que a la postre se ven obligadas a tirar la toalla.
Impresiona, por otro lado, la capacidad de los pueblos de expresar su voluntad de libertad y democracia por encima de las prohibiciones gubernamentales. Las manifestaciones que se han producido en estos ¨²ltimos tiempos en Uruguay y Brasil no tienen precedente en sus respectivas historias, como ocurre con la aparici¨®n de formas nuevas, originales, cual es el caso de las caceroladas, de demostrar los sentimientos un¨¢nimes de la ciudadan¨ªa. En cuanto a los mecanismos de la transici¨®n, es significativo el esfuerzo de los militares derrotados por condicionar en lo posible el r¨¦gimen democr¨¢tico que les va a suceder. Est¨¢n, por as¨ª decir, negociando su derrota. En Uruguay ponen el veto a determinados candidatos a la presidencia; en Brasil, la f¨®rmula que se abre paso en torno a Tancredo Neves es la m¨¢s moderada y conciliadora. En esta actitud de los militares influye el temor provocado por el ejemplo argentino de exigencia de responsabilidades. Estamos asistiendo al ocaso de una era de dictaduras militares en Am¨¦rica Latina. Quedan por resolver los casos de Chile y Paraguay; pero el empuje popular es fort¨ªsimo, sobre todo en el pa¨ªs andino, y hasta el general Pinochet trata de levantar cortinas de humo invent¨¢ndose una oposici¨®n de juguete antes de que se la invente de manera mucho m¨¢s cruda la propia realidad.
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