Por una izquierda neocontestataria
Hace unos d¨ªas estuve en Prado del Rey para una entrevista matutina de Radio Nacional, la cual se celebr¨® a continuaci¨®n de otra, que en buena parte o¨ª, de Federica Montseny y Jes¨²s Montero Delgado, conjuntamente. Este ¨²ltimo nuevo secretario de la Uni¨®n de Juventudes Comunistas, se qued¨® all¨ª con nosotros mientras tuvo lugar la entrevista conmigo, y me produjo una excelente impresi¨®n, junto con una relativa sorpresa, porque hac¨ªa poco hab¨ªa sabido del realista escepticismo de Gerardo Iglesias en cuanto a su audiencia entre los j¨®venes, y ante m¨ª ve¨ªa a un muy joven comunista. Al salir de all¨ª, no antes, vi EL PAIS de ese d¨ªa, y, qu¨¦ casualidad, en su ¨²ltima p¨¢gina encontr¨¦ un amplio reportaje sobre ¨¦l que confirm¨® y complet¨® aquella mi primera impresi¨®n. Jes¨²s Montero se considera cristiano, fue motivado a militar por la "inquietud cristiana de compromiso de las palabras de Cristo" y piensa que "una fe que se vive sin dudas es una fe hueca. Es bueno tener dudas".S¨ª, es bueno tener dudas, y mejor a¨²n que las gentes de la nueva generaci¨®n, sin sofocarlas dogm¨¢tica, fan¨¢ticamente, llevando sobre s¨ª sus propias contradicciones, se sacudan el nuevo desencanto que amenaza su ceder a las esperanzas nacidas aquel 28 de octubre que queda ya tan lejos. Mas lo que el encuentro con ese joven suscit¨® principalmente en m¨ª fue la reflexi¨®n, que quiero exponer aqu¨ª, sobre la funci¨®n posible e inmediata de la izquierda radical, dada la crisis por la que est¨¢n pasando el socialismo real como modelo pol¨ªtico-social, el comunismo y el marxismo, en Occidente en general y en nuestro pa¨ªs en particular (l¨¦ase, a este prop¨®sito, el librito Marx. Econom¨ªa y moral, de Luis ?ngel Rojo y Victor P¨¦rez D¨ªaz, que acaba de aparecer), y dada, por otra parte, la creciente crisis de confianza tambi¨¦n en la acci¨®n pol¨ªtica y en los pol¨ªticos.
En las presentes circunstancias me inclino a pensar que la ¨²nica alternativa hoy posible a un estado de ¨¢nimo de desesperanza y resignaci¨®n es otra vez, como en la ¨¦poca en la que se dio a conocer Raimon, el decir "no", la contestaci¨®n, como se la llamaba en los a?os sesenta, pero una contestaci¨®n que, careciendo por el momento de respuesta positiva -era aqu¨¦lla una ¨¦poca feliz de utop¨ªa-, tiene que contentarse con expresar su oposici¨®n mediante la resistencia -otra palabra que vuelve-, a trav¨¦s de los movimientos, a la guerra y a la pol¨ªtica centrada en la preparaci¨®n para la guerra, contra la cual todos estar¨ªan y con vistas a la cual se orienta, sin embargo, toda la acci¨®n internacional. Estos movimientos, respuesta inmediata y manifestaci¨®n p¨²blica de una repulsa, es necesario que sean respaldados y articulados por un discurso pol¨ªtico que, en tiempos menesterosos como el nuestro, y en correspondencia con aquella adelantada pol¨ªtica filosof¨ªa negativa, apenas puede estar compuesto sino de proposiciones negativas.
El Gobierno actual -y, sin duda, todo Gobierno es el destino de la institucionalizaci¨®n-, en sus dichos, lejos de asumir la contradicci¨®n, como en sus creencias religiosas ve¨ªamos que hace nuestro nuevo y joven amigo, se muestra, o pretende mostrarse, impasiblemente seguro de s¨ª; pero en sus hechos, inconsecuente, d¨¦bil, derechizante, incumplidor.
S¨ª, necesitamos una izquierda. ?Para qu¨¦, acaso como alternativa de Gobierno? No, no pienso en eso, ni creo que sea viable por ahora. La necesitamos para que pueda encarnar, expresiva y testimonialmente, como en reserva -"reserva espiritual de Occidente", se dec¨ªa por el franquismo con anacr¨®nico desprop¨®sito, pero la expresi¨®n vale ahora y aqu¨ª-, los ideales de una aut¨¦ntica izquierda, hoy por hoy, al parecer, en hibernaci¨®n (quiz¨¢ por el calor veraniego), atenida la nominal al bien conocido realismo pol¨ªtico de lo estrictamente posible.
Siempre se ha dicho que el cometido de la izquierda es proponer las reformas que s¨®lo la derecha podr¨¢ llegar a realizar. Mas hoy los papeles se han cambiado, y la llamada izquierda, usando esta denominaci¨®n en vano, est¨¢ llevando a cabo la pol¨ªtica de la derecha, con lo cual la insatisfacci¨®n, aprentemente radical, de ¨¦sta, s¨®lo se entiende por el apetito de poder y cargos p¨²blicos del aparato de su partido. Y yo me pregunto, ya para terminar: ?puede permitirse, por parte de los intelectuales, que se fomente la confusi¨®n en el lenguaje pol¨ªtico y se suma en el olvido la fuerza semi¨®tica de esta poderosa met¨¢fora de la izquierda, met¨¢fora y casi metonimia tambi¨¦n, procedente de una topograf¨ªa pol¨ªtica seg¨²n la cual el lugar, por decirlo as¨ª, natural de esta fuerza, el lado del coraz¨®n, es el lado opuesto al del poder establecido, el compromiso permanente en la tarea de la transformaci¨®n de la realidad?
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