La absoluci¨®n de De Lorean, acusado de tr¨¢fico de coca¨ªna, una condena de los abusos en la acci¨®n policial
S¨®lo la mitad de los 12 miembros del jurado que absolvi¨® el pasado jueves de la acusaci¨®n de tr¨¢fico de coca¨ªna al constructor de autom¨®viles y hombre de negocios norteamericano John de Lorean cre¨ªa en que ¨¦ste era inocente, seg¨²n un portavoz del propio jurado. Sin embargo, todos ellos estuvieron de acuerdo en que la acci¨®n criminal que estaban contemplando en las cintas de v¨ªdeo presentadas por la acusaci¨®n era un montaje de los agentes federales y de sus confidentes, en el que el acusado s¨®lo hac¨ªa el papel de v¨ªctima. Al final, lo que se juzgaba en el juicio, m¨¢s que el caso De Lorean, pareci¨® ser la cuesti¨®n de los l¨ªmites de la actuaci¨®n policial.
A los cinco meses de iniciado el juicio, y casi dos a?os m¨¢s tarde de que, los agentes del Bur¨® Federal de Investigaci¨®n (FBI), detuvieran a De Lorean, el jurado le declar¨® inocente de las 12 acusaciones presentadas por el fiscal y que, en el peor de los casos, podr¨ªan haberle supuesto una condena de 67 a?os de prisi¨®n.La tesis de la defensa, que supo presentar el caso ante la opini¨®n p¨²blica como una batalla por definir los l¨ªmites de la actuaci¨®n policial contra ciudadanos indefensos y sin antecedentes criminales, ha sido la que ha prevalecido al final.
De Lorean es un brillante ejecutivo de la industria del autom¨®vil que abandon¨® su puesto de subd¨ªrector de la General Motors para lanzar una nueva marca de sofisticados veh¨ªculos deportivos fabricados en Irlanda del Norte. Las dificultades por las que pas¨® este negocio fueron, seg¨²n la tesis de la acusaci¨®n, las que le llevaron a conspirar para traficar con coca¨ªna por valor de 24 millones de d¨®lares (casi 4.000 millones de pesetas).
Una gran publicidad rode¨® el caso desde el momento en que De Lorean fue detenido en un hotel de Los ?ngeles, el 19 de octubre de 1982, y su mujer, la bell¨ªsima modelo Cristina Ferrare, apareci¨® ante las c¨¢maras de televisi¨®n visit¨¢ndole a trav¨¦s de las rejas de la prisi¨®n de Terminal Island. Despu¨¦s vino la filtraci¨®n a la televisi¨®n de las cintas de v¨ªdeo grabadas por el FBI, que supuestamente le incriminaban.
La elecci¨®n de los jurados, para la que el juez Robert Takasugi debi¨® entrevistar a m¨¢s de 200 personas en busca de 12 que no hubieran sido influenc¨ªadas por la publicidad del caso, dio como resultado que los finalmente seleccionados eran todos personas de considerable nivel cultural, entre los que se inclu¨ªa un contable, un polic¨ªa retirado y un ejecutivo. Esto hizo posible que comprendieran que lo que all¨ª se estaba juzgando no era la actuaci¨®n de De Lorean, sino la condu¨¦ta del Gobierno.
A medida que avanzaba el juicio, este aspecto de la cuesti¨®n fue cobrando fuerza, especialmente cuando la defensa present¨® como testigo sorpresa a uno de los agentes federales que hab¨ªan intervenido en la operaci¨®n, Gerald Scott, quien describi¨® ante el juez los detalles cotidianos de su trabajo y el de sus compa?eros durante los d¨ªas en que ten¨ªan cercado al acusado. Admiti¨® que ¨¦l mismo, como todos sus colegas, estaba fascinado por el caso y relat¨® la excitaci¨®n que les embargaba a todos cuando se dieron cuenta de que hab¨ªan capturado una pieza de caza mayor. "El Gobierno cre¨®, coreografi¨® y realiz¨® el caso De Lorean", dijo; "espero que esto haya servido para algo".
Tampoco la actuaci¨®n del testigo de la acusaci¨®n Jarnes Hoffman, un traficante de drogas arrepentido que trabajaba para el FBI y que fue quien propuso el negocio a De Lorean, sirvi¨® al fiscal federal para probar sus tesis. Hoffman no resisti¨® demasiado bien el interrogatorio de la defensa, y su imagen no logr¨® infundir confianza en ning¨²n momento.
Una semana ha tardado el jurado en decidir el veredicto. Una vez conocido, De Lorean afirm¨®: "Sab¨ªa desde el primer d¨ªa que ser¨ªa declarado inocente", declar¨®. "Lo ¨²nico que me preocupaba era c¨®mo llegar a comunicar la verdad de lo que sucedi¨®. Ten¨ªa enfrente a un enemigo formidable, y en algunos momentos llegu¨¦ a penlar que s¨®lo un milagro pod¨ªa salvarme".
Esta vez se ha producido el milagro, pero en oto?o empezar¨¢ el juicio que se le sigue en Detroit por quiebra fraudulenta y evasi¨®n de impuestos. Entre otras cosas, tiene que justificar la ruina de la empresa que cost¨® al Gobierno brit¨¢nico 160 millones de libras esterlinas. Se sabe, por ejemplo, que pag¨® nueve millones de d¨®lares a una firma suiza, supuestamente dedicada a la investigaci¨®n en tecnolog¨ªas punta, pero todo parece indicar que la tal compa?¨ªa no existe y no es m¨¢s que un apartado de correos en Ginebra. Se sospecha que este dinero volvi¨® a Estados Unidos a la cuenta privada de John de Lorean.
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