Las capitan¨ªas generales
La VanguardiaUn real decreto del pasado d¨ªa 1 redujo de nueve a seis el n¨²mero de las regiones militares de la Pen¨ªnsula y se anuncia, ahora, la modificaci¨®n de las competencias de los capitanes generales que estar¨¢n al frente de aqu¨¦llas.Fundamentalmente, las modificaciones afectar¨¢n al ¨¢mbito operativo y al judicial. Todo ello, dentro de la reestructuraci¨®n territorial del Ej¨¦rcito de Tierra, que es una de las facetas del Plan META de reorganizaci¨®n del mismo que est¨¢ llev¨¢ndose a la pr¨¢ctica.
Empecemos por aclarar que en el aspecto operativo las modificaciones suponen un incremento de las atribuciones de los capitanes generales, ya que comportan el ejercicio del mando de las grandes unidades (divisi¨®n o brigadas) que est¨¦n ubicadas en su territorio; en el sistema actual se da el caso de que las grandes unidades llamadas de intervenci¨®n dependen directamente del Jefe del Estado Mayor del Ej¨¦rcito (JEME) en materia operativa y s¨®lo a efectos de disciplina y vida del capit¨¢n general de la regi¨®n donde radican. ( ... )
La modernizaci¨®n practicada en estos ¨²ltimos a?os est¨¢ dentro de lo que se estila tanto en los pa¨ªses desarrollados de Oriente como de Occidente, pero no deja de verse con cierto aire de nostalgia a nivel popular. En Catalu?a, precisamente, donde para el hombre de a pie, para el pay¨¦s en especial, el capit¨¤ general segu¨ªa dando la imagen de un virrey no necesariamente represivo.
La estructura de fuerza aprobada con el Plan META (cinco divisiones con 11 brigadas, m¨¢s tres brigadas independientes) obligaba, si los capitanes generales iban a tener mando operativo, a reducir capitan¨ªas generales. El bbjetivo de fuerza a lograr, esto es, el n¨²mero de divisiones y de brigadas con sus correspondientes batallones, responde a la amenaza estimada y al plan estrat¨¦gico conjunto, pero, por encima de todo, a las posibilidades materiales, o, sea econ¨®micas, de Espa?a, a menos de recurrir al artificio de disponer de unidades sobre el papel, pero sin soldados, sin armas y sin equipo. Las cifras exactas de posibles capitan¨ªas, brigadas, batallones, etc¨¦tera, ser¨¢n opinables, pero s¨®lo dentro de unos peque?os m¨¢rgenes. Los problemas humanos que toda reducci¨®n comporta ¨²nicamente pueden paliarse efectu¨¢ndolos de forma progresiva y con miramientos, que es como se trata de hacer.
Barcelona, 18 de agosto
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